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La clase había concurrido y todos fueron directamente a las duchas. El día no era caluroso pero la demanda corporal de las actividades de ese día había hecho sudar hasta al profesor.

Damon había notado que Graham había estado distante y callado toda la clase. Era normal que sea así con los demás, pero no con él. Por eso, cuando entraron a los vestuarios, Damon tomó de un brazo a Graham, que iba más adelantado que él.

—Gra, ¿pasa algo?—le dijo. Parecía preocupado, y Graham no podía resistir más la tentación de hablarle y tratarlo como siempre.

—No, ¿por?—dijo Graham, tratando de que suene verídico.

—Porque hoy no fue como las otras clases... no me hablaste. ¿He hecho algo mal? ¿Sucedió algo en tu casa?

Graham dejó de caminar, y miró a Damon directo a los ojos.

—Damon, ¿sabes porqué no estuve presente la clase anterior?—sin esperar respuesta, siguió—Porque te oí a ti y a tus amigos llamarme marica y riéndose de mí.
Damon abrió la boca para hablar, pero Graham lo interrumpió anticipadamente, con un nudo en la garganta que le quebrantaba la voz.

—Y antes de que digas algo, te vi con mis propios ojos. Nadie me lo contó.

—Graham... yo...—dijo Damon. Le partía el alma ver al moreno con los ojos rojos y aguados—sólo reí porque me dio gracia. No te lo tomes en serio, ¿sí? No es la gran cosa. Lo siento, yo sé que no eres gay, es por eso que es gracioso, ¿o no?

¿Cuán cierto era eso? ¿Le había salido bien su intento por ocultar sus frustraciones sexuales?
Graham sólo miró hacia abajo. Ahora las lágrimas le recorrían cobardemente el rostro. Estaba avergonzado de llorar por cosas tan estupidas. Después de todo, Damon tenía razón. No era la gran cosa.

Damon le tomó la mano e intentó cruzarse con la mirada del chico.

—Hablaré con Alex, ¿está bien? Y otra vez, lo lamento. No creí que te afectara tanto. Ni siquiera sabía que estabas allí.

—Ese es el problema, Damon. Deberías haberme defendido—dijo Graham, secándose las mejillas.

—¡Juro que lo intenté! Sólo que Alex mencionó algo sobre mi pose. En realidad, ahora que lo pienso, estaba riéndome de mí, no de ti. Por favor, Gra.

—Está bien, Damon. Te perdono.

El rubio le sonrió y le dio un corto abrazo. Graham le dirigió una leve sonrisa. Estaba feliz porque pudieron aclarar las cosas. Y también estaba feliz porque su intento por ocultar sus deseos era creíble. Pero, ¿en realidad quería que Damon lo percibiera así? ¿No quería, en cambio, gritarle en el rostro que era homosexual, y saber si Damon también lo era? Así su mente descansaría en paz. Muchas veces vio a Damon mirarlo de forma distinta a la que se mira a un amigo, pero había decidio pasarlo por alto, y mejor no pensar en ello.

Damon se quitó la camiseta sudada y se dirigió al casillero en busca de ropa limpia. Graham se sentó en uno de los bancos y lo vio ingresar a las duchas, con una toalla colgada en su hombro. Intentaba apartar la mirada, cuando Alex llegó y se sentó a su lado.

—Hola—saludó Graham, incómodo.

—Mira, Coxon. Voy a decírtelo sólo una vez—dijo, acomodándose el cabello mojado. Al parecer había salido de una de las duchas—Aléjate de Damon si tus planes son hacerlo marica.

—¿Qué?—Graham frunció el ceño.

—Lo que escuchaste. Es mi amigo y no voy a dejar que lo vuelvas una señorita.

—¿Tienes miedo de que le pase lo mismo que a ti? ¿Que se de cuenta de que le gustan los hombres?—dijo Graham, furioso pero intentando no alzar la voz sabiendo que Damon estaba cerca.

monday; gramonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora