022·•Trazos•·

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Tal vez siempre mintió.
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Sonrío aliviada al reconocer las calles que hace un par de semanas había recorrido junto Jungkook, sin embargo el cambio era tan notable que empecé a maldecir mi ocurrencia; para mi mala fortuna, eran unas cuantas lámparas que se mantenían en una inútil función, alumbrando pequeños trozos de banqueta. Dudaba sobre la procedencia que hacía temblar mi cuerpo, el temor de parar en un punto desconocido llenaba de pavor mi pecho y lo era aún más, la oscuridad que parecía empañar todo a mi alrededor.

Acomodando el gran gorro de la sudadera de mi padre sobre mi cabeza, cubro lo suficiente mi rostro que he mantenido en dirección al suelo, no era estúpida y sabía más que bien, que aquella vez nadie se acercó gracias a Jungkook. Sabía cuan peligroso era que estuviese en aquel lugar y a tan altas horas de la noche, pero la incertidumbre y la irracionalidad ganó a mi parte más sensata como en un juego de domino. Fue evidente a lo largo de la semana, que Jungkook hacia lo posible para evitarme, dejó de ir a los lugares a los que solía concurrir y empezó a huir apenas me veía en los pasillos.

Apresurando el paso llego justo donde inicia el estrecho camino inundado de pequeñas casas, el fuerte hedor hace que me obligue a retener la respiración mientras me adentro a aquel interminable pasillo, el silencio empezaba a resultarme aterrador pero sin duda lo fue más los murmullos provenientes de las casas, era como, si en una situación hipotética, me estuvieran observando cada paso que daba. 
El olor empieza a perderse segundos después, al igual que los murmullos provenientes de algunos habitantes empezaba a incrementar. Con extremo cuidado de no tropezar con algun objeto, dejo de caminar apenas si vislumbro la casa de Jungkook.

Suelto un suspiro tembloroso, aun cuando no quisiera admitirlo, estaba apunto de perder la cordura. En algun punto del recorrido, llegué a perderme y comencé a caminar entre casas que no recordaba haber visto. Tomando grandes bocanadas de aire, trato de calmar mi pulso y mis nervios que parecían apunto de explotar. Recortando la distancia, quedo enfrente de la puerta, hasta ese momento nunca he pensado en lo malo que eran mis acciones, tal vez porque nunca me importó herir a alguien.

—Joder, Bae—quitando la gorra de mi cabeza, paso ambas manos sobre mi corto cabello tratando de acomodar el desastre en el que seguramente se encontraba, y sin pensármelo dos veces, levanto mi puño dispuesta a golpear la puerta, sin embargo, incluso antes de que mis nudillos alcanzaran la madera, esta es abierta acompañada de un risa suave y gritos divertidos de una niña.

Conteniendo mi respiración espero la reacción del castaño, que tan pronto me ve, su sonrisa se desvanece para darle lugar a la seriedad y al asombro.

—¿Kookie?—la voz de su hermana resuena por el cuarto, Jungkook apenas reacciona cierra la puerta justo en mi cara sin permitirme hablar.

—Aquí estoy bebé, espera adentro, ahora vuelvo—la voz opaca llega hasta mis oídos, la dulzura que emana en cada sílaba es lo suficientemente tierno para hacerme sonreír.

Cuando la puerta es abierta nuevamente, la mano del castaño aprisiona una de mis muñecas, jalandome con brusquedad. Sin siquiera reparar en sus acciones, cierra la puerta con fuerza.

—¡¿Qué mierda haces Nahee?!—brama con fuerza, importándole poco que su hermana pueda escucharlo y las personas de las casas  siguientes—, joder ¿sabes en el peligro que te pusiste por un capricho?

Sus palabras fueron de alguna forma más crueles y dañinas que las dichas por Taehyung semanas atrás. Tenía conocimiento de las mentiras sobre mí que envuelven a la universidad, todas dichas y creadas por quien pensaba que era mi mejor amigo; lo que nunca esperé, es que el azabache creyera en ellas como una religión obligatoria.

Mis intenciones nunca fueron buenas, y siempre esperé las malinterpretaciones en éstas, pero no quiero mentir, mis intenciones con Jungkook no son las mismas que tengo con el resto, el parecía saberlo pero no aceptarlo. El miedo de dejarse destruir es el peor terror que todo ser humano tiene. 

—¿Capricho?—espeto colérica, suelto una risilla carente humor antes de soltarme de su brusco agarre—¿eso es lo que crees que eres para mí?—replique con el enojo bullendo violentamente, apenas termino de hablar una sonrisa amarga se desliza de sus rosados labios como si le hubiera contado el peor chiste de la historia.

Hasta ese momento ya no me importaba que la gente de las casas de alado escucharan, estaba lo suficiente frustrada y confundida para mantener la calma. Con rápidos pasos se acerca a mí, arrinconándome contra la pared y su cuerpo, su respiración errática pegaba contra mis labios.

—¿Todo para ti es una broma?—su pregunta me saca de balance y reúno las fuerzas suficientes para verle a los ojos, sus orbes destellaban el enojo y algo más que los hacían brillar como dos grandes esferas, su mandíbula es presionada con tal fuerza que hacía resaltar ambos lados de su rostro—¡¿qué es lo que tanto esperas?! Lamento arruinar tus planes Bae, pero yo no soy un juego.

—¡¿Quién dijo que lo era?! Sabes que no es asi—musito temblorosa,  y de pronto sentía todo a nuestro alrededor demasiado caliente para pensar con claridad, para darme cuenta de cómo sus manos bajan hasta tomar los lados de mi cara. Estaba lo suficiente perdida en su mirada y la forma en la que las emociones parecían arremolinarse, con duda y emoción contenida, con aquel deseo que siempre reprimía.

—Jesús Nahee, te juro que si esto es un broma...—no permití que terminara, tomo los lados de su chamarra hasta que nuestros labios chocaron de manera brusca, el gemido proveniente de su pecho solo me hizo sonreír en medio de nuestro lascivo beso antes de soltar la tela y dejar que mis manos se escabullan hasta los mechones ondulados.

Necesitaba tanto aquello como él, y supe que era lo que él esperaba desde nuestro primer encuentro al sentir la intensidad con la que empezaba a transformar el beso.

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Friendship rules | kth,jjk (Rules #1)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon