BOLON

917 103 13
                                    

Mi dulce demonio

Me encontraba hecho un ovillo en mi habitación, temblando mientras intentaba dormir. ¿Aquello había sido una alucinación? Rogaba al cielo que así fuera, no quería tener nada que ver con él desde que lo vi alejarse de mí con esa mirada llena de dolor. Gritos se escuchaban en la habitación de enfrente, femeninos y masculinos, dos hombres y una mujer, Pacifica, Gideon y William.

William.

Me ahogaba en las lágrimas al mismo tiempo que intentaba respirar, cosa vana debido a la desesperación en mi llanto. ¿Que hace ese demonio aquí? ¿Como logró encontrarme? ¿Por qué ha vuelto a mis brazos, como una dulce droga que quiero volver a ingerir hasta asfixiarme en ella? Jamás podré entender el por qué de mi masoquismo y mi capricho por poseerlo, jamás.

—¡¿Qué cojones esperabas que ocurriera al llegar aquí?! —Oí a mi novia gritar— ¡¿Que te recibiríamos con los brazos abiertos y un beso de bienvenida?!

Las respuestas de mi amado chico de cabellos celestes eran demasiado bajas como para ser escuchadas a esta distancia, solamente podía asumir lo que pasaba con los gritos de los hermanos Pines.

—¡¿Cómo te atreves a decir eso?! ¡Nos diste la espalda cuando más te necesitamos! ¡Claro que hiciste algo en nuestra contra! ¡Nos hiciste de lado y preferiste al maldito enfermo de tu hermano!

Silencio por unos segundos hasta que un estruendo de focos explotando hizo a mi pareja gritar asustada, seguramente en un acto reflejo habría buscado refugio entre los brazos de su hermano. No hubo más palabras, más gritos, más discusiones, nuevamente el silencio me invadió por completo hasta dejarme inconsciente en la nada.

Cuando abrí los ojos todo seguía igual de oscuro y silencioso, rozando lo siniestro, a mi lado se encontraba un joven de hermosos ojos y cabello sedoso a la vista, con un porte elegante y una pequeña sonrisa. Esa sonrisa. Inmediatamente me erguí y lo abracé con fuerza, rodeando su cuello con mis brazos en un intento de mantenerlo a mi lado para siempre, mi respiración se agitaba al mismo tiempo que mis ojos lagrimeaban. Todo era tan irreal.

—Tranquilo, Dominic —susurró, correspondiendo mi abrazo y acariciando mi cabeza—, todo está bien, no dejaré que vuelvan a separarnos.

Bajé mis párpados y me sumergí en su aroma, permitiéndole besar todo mi ser y proclamarlo suyo de nuevo, como siempre tuvo que ser. No lo sabia en ese momento pero aquel día solo era el inicio de una semana fantástica, con Will a mi lado lograría cumplir todos y cada uno de mis sueños.



(...)



—Así que Pacífica ahora es tu novia y te acuestas con su hermano, curioso —mis ojos se posaron pesadamente sobre la espalda desnuda de mi amado, quien se encontraba sentado a mi lado con la sábana sobre las piernas cubriendo únicamente éstas mismas—. ¿Pasó otra cosa interesante en mi ausencia?

—Está embarazada —no me miró, era bastante obvio que no le interesaba la noticia—, cree que no lo sé pero es obvio, su hermano me lo dijo, de cierta forma.

—Los humanos son tan extraños —suspiró, volviendo a mirarme después de haberse levantado hace diez minutos. Mientras se acostaba nuevamente a mi lado siguió hablando—, consideran los embarazos un suceso maravilloso aún cuando hay miles de mujeres pariendo diariamente, consideran la infidelidad algo malo aún cuando la mayor parte de la población la comete. Son tan raros.

—Sí... —me acurruqué en su pecho y suspiré al ser abrazado por él, sonriendo— son raros.

—¿Cuál es el plan para vencer a Bill? Oí que tienen a mi cuñado encerrado en algún lugar de aquí —preguntó con bastante interés, era una de las pocas veces en que lo escuchaba hablar con ese tono.

—Tyrone será nuestra forma de chantajear a Phill, mientras él hace el trabajo sucio y asesina a Bill nosotros sacaremos al pueblo de la pirámide. No sé si vaya a funcionar pero no perdemos nada por intentar.

—Pierden la vida.

—Miles ya lo han hecho, ¿qué importan unos cuantos más?

Unas cuantas risas salieron de sus labios, extrañaba tanto oír eso, su pura y dulce risa. Este es el William que amo, que adoro, al que le juré amor eterno sin importar quién estuviera en medio. Mi caótico mundo ahora es perfecto.



(...)




Pacífica se encontraba quieta y en silencio, apoyada en el barandal que colocaron cerca de una enorme grieta para evitar accidentes. Me acerqué lentamente y me puse a su lado, miré sus lágrimas caer sin remordimiento alguno. Ella ya no era más mi mejor amiga.

—¿Estás enojada? —pregunté, volví mi mirada al frente al mismo tiempo que ella giraba su rostro hacia mí.

—¿Enojada? No, claro que no... —musitó, su tono de voz era tan triste y doloroso, como si alguien hubiera arrancado un pedazo de su alma— Dipper elige con quien se acuesta pero eso no me hace dejar de ser su novia, desde hace meses que lo hace con Gideon, no era de extrañar que al volver a ver al amor de su infancia cayera directo a sus brazos.

—¿Soy el amor de su infancia? —reí, volviendo a mirarla y topándome con sus ojos llorosos. Mi sonrisa se borró—. ¿Desde cuando sabes lo de Gideon?

—Hace un mes los vi besándose en el pasillo, hay noches en que mi novio no duerme conmigo así que, ¿dónde más podría hacerlo? Es casi obvio.

Ambos guardamos silencio, compartiendo miradas hasta que sus lágrimas volvieron a caer. Con duda acerqué mi mano derecha a su rostro y pasé mi pulgar por su blanca mejilla, secándola.

—¿Cuánto tiempo tiene el bebé? ¿Tres meses? —su expresión de sorpresa me hizo volver a sonreír, sequé su otra mejilla—. No me preguntes cómo lo sé, soy un demonio, averiguo cosas.

—Seguro alguien fue de chismoso —una delicada y corta risa escapó de sus labios, apareciendo una sonrisa en su rostro—. Tiene tres meses, sí.

—Eso sí lo adiviné, eh.

—Sí, claro.

Conversamos por horas como si jamás nos hubiéramos distanciado, diciendo cosas tontas, cosas banales. Ella confió nuevamente en mí sin saber lo mala idea que era hacerlo, porque mi único objetivo aquí era proteger a mi adorada muñeca, reclamar como mío, como siempre debió ser, a mi amado Dominic Gleeful.

Prisionero (Willdip)Where stories live. Discover now