―Capítulo I

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Heba había salido corriendo como un cobarde

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Heba había salido corriendo como un cobarde.

Ignoró el grito de sorpresa de Jesse, abriéndose paso entre todos los estudiantes que soltaron quejidos debido a los empujes, pero a Heba no podía importarle menos en ese instante, no cuando una sensación extraña en su cuerpo, en su mente, le pedía huir lo más pronto de ese lugar antes de seguir escuchando esa sarta de estupideces.

Sólo cuando un punzante dolor en su costado izquierdo lo hizo soltar un jadeo de dolor fue que se detuvo, apoyando su espalda en la pared, sudor bajando por su rostro, y sacudió su cabeza, reprochándose por haber reaccionado de esa forma, pero no había podido evitarlo porque...

Porque...

Jesse tuvo que haberlo confundido de persona. Sí, esa era la única excusa posible para sus palabras sin sentido. Se estaba confundiendo de persona. Porque no era posible que él... que... Sus padres...

No, sus padres eran Sennen Atem y Sennen Tea, así como su hermana era Sennen Serenity. No había nadie más en su familia, ningún Yūgi, y definitivamente ese tal Yūgi no era su madre porque... porque...

Porque sus padres no podían mentirle de esa manera.

Pero de todas formas...

No, Jesse estaba equivocado, estaba hablando estupideces. Bueno, pudieron haberse conocido de cuando eran pequeños, pero el alfa había dicho que él tenía sólo dos y cinco años respectivamente. Ciertas cosas pudieron confundírsele, nada más, porque era la única forma de explicar toda esa situación.

Sí, tal vez Jesse no recordaba bien ese tiempo, porque desde que Heba tenía memoria, su mamá había estado a su lado, criándole con cariño y amor. Desde que recordaba, su papá lo había acompañado a todas partes y se preocupaba de que nada le faltara.

Era sólo una confusión.

Con ese pensamiento, prosiguió su camino a casa, sintiendo su estómago apretado durante todo el camino hasta que entró y se encontró con su padre en el comedor.

Heba miró el perfil duro de Sennen Atem, su rostro moreno, su cabello tricolor, sus ojos rasgados y tragó saliva cuando el mayor le miró con una ceja enarcada. Su padre era un alfa puro, y de alguna forma, eso siempre terminaba por intimidarlo. Claro, hasta que hablaba.

―Heba ―saludó con un movimiento de cabeza, su voz suave y cariñosa―, ¿cómo te fue en el colegio?

Sus labios estaban secos, así que los humedeció, titubeante.

―Bien ―contestó mirando hacia las escaleras―. ¿Serenity ya llegó?

―Sí ―Atem miró la televisión haciendo una mueca de irritación―, quería jugar con sus muñecas.

―Oh ―Heba miró su mochila, todavía balbuceante―. ¿No fuiste a trabajar hoy?

Pudo notar otra vez esa mueca de fastidio, pero fingió no verla porque sabía que a su padre no le gustaba la vida que llevaba.

𝐘𝐮𝐚𝐧𝐟𝐞𝐧 ❘ 𝐁𝐥𝐢𝐧𝐝𝐬𝐡𝐢𝐩𝐩𝐢𝐧𝐠 ❘Where stories live. Discover now