―Capítulo X

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Yūgi despertó, adolorido

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Yūgi despertó, adolorido.

Apretó sus labios, confundido por no saber dónde se hallaba producto de la desorientación del sueño, y frotó sus ojos reconociendo el vagón donde todo el mundo dormía. Tomó un suéter, abrigándose mientras se ponía de pie para salir del lugar, queriendo despejarse porque se sentía extraño y perdido y triste.

Se sentía demasiado triste y quería llorar, pero no sabía por qué.

Aunque no fue una buena idea salir, por supuesto.

―Mami.

Se volteó, viendo a Marik, delgado y pálido, sentado alrededor del fuego que mantenían encendido en todo momento para poder tener algo de calor durante las comidas. Su sonrisa, por supuesto, era hermosa, era feliz, contenta, y llena de un infinito amor que algo pareció romperse en su interior.

―¿Qué ocurre, mi vida? ―preguntó Marik ajeno a él, sosteniendo en sus brazos a Akemi.

El pequeño, por supuesto, también estaba feliz, sonriendo, mientras sus manitos se cerraban alrededor de la ropa de Marik y frotaba su cabecita contra el cuello de su mamá.

Se vio a sí mismo catorce años atrás, sosteniendo a Heba contra su pecho, el bebé sonriéndole, mostrando sus dientecitos en crecimiento, queriendo ser impregnado por su aroma, y el dolor en su corazón estalló otra vez.

―Te estanieeeeee muuuuuchioooooo ―canturreó Akemi para luego comenzar a reír cuando Marik le hizo cosquillas en el estómago.

Yūgi tropezó, sus ojos llenos de lágrimas.

Marik se volteó ante el ruido repentino, pero Yūgi se obligó a bajar la vista, fingiendo estar recogiendo algo para poder limpiar su rostro. No podía quebrarse, no podía derrumbarse frente al mundo, no podía permitirse que todos supieran que, en el fondo, a pesar de que no necesitara a un alfa, si necesitaba a su bebé en sus brazos aunque hubieran pasado catorce años.

Yūgi tenía que seguir aguantando por mucho que doliera.

―Tío Yuuugiiii ―llamó Akemi.

Tragó el nudo en su garganta, levantando la vista para componer una sonrisa en su rostro.

―Hola Akemi ―saludó acercándose, inclinando su cabeza hacia Marik―. Hola, Marik.

El omega le observó en helado silencio.

―Deberían ir a dormir ―dijo Yūgi con amabilidad―, ya es tarde y-

―Estoy esperando a Akefia ―le interrumpió Marik bruscamente para luego mirarlo, rabia contenida en su rostro―. ¿Tú también lo esperas, Yami?

Bajó la vista otra vez.

―No ―contestó―, tuve un sueño malo.

―¿Suenio malo? ―preguntó Akemi con sus ojos arrugados―. ¿Abazo, tío Yu?

𝐘𝐮𝐚𝐧𝐟𝐞𝐧 ❘ 𝐁𝐥𝐢𝐧𝐝𝐬𝐡𝐢𝐩𝐩𝐢𝐧𝐠 ❘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora