―Capítulo VIII

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Haou soltó un gemido

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Haou soltó un gemido.

Apretó su mano contra su boca, avergonzado por completo mientras Jesse, sobre él, sonreía perversamente, como si disfrutara el verlo así, todo sudado, desnudo y colorado.

―Bastardo ―murmuró en voz baja.

Jesse se rió, frotando su nariz contra su cuello, y ambos miraron hacia la puerta cuando fue abierta.

Heba se quedó quieto, observando a los dos mayores en la cama, obscenamente desnudos y sin lucir asustados por haber sido descubiertos en pleno acto. Las feromonas que Haou soltaba no tardaron en llegar a su nariz, sintiendo de pronto calor en su cuerpo.

―¿Necesitan... privacidad...? ―preguntó tratando de lucir impasible aunque fallando miserablemente.

Jesse soltó una risa ronca, volviendo a agarrar la cintura estrecha de Haou y tirando de él, penetrándolo un poco más profundo. El castaño dejó salir otro gemido con su goteante miembro erecto y duro contra su estómago.

―¿No quieres unirte? ―preguntó Jesse con tranquilidad―. La boca de Haou está desocupada y ha estado maldiciendo toda la mañana porque se acabó su leche de plátano.

―¡Sa-sabes que yo... me pon-pongo de mal humor si no... no te-tengo mi le-leche...! ―chilló Haou antes de jadear por la nueva embestida.

Heba mordió su labio inferior, viendo el lío que eran los dos chicos frente a él, y tragó saliva mientras sentía su propio miembro duro en sus pantalones, sin saber qué hacer. Por sobre todo, porque si se acercaba, significaba tener su primer contacto sexual.

Sí, Heba era un chico virgen, pero no tonto: cuando se sentía caliente, por supuesto, se masturbaba en la oscuridad de su habitación, y nunca antes tuvo contacto de ese tipo con otra persona porque le avergonzaba un poco. Sin embargo ahora, con Haou y Jesse follando delante de él, sentía la necesidad de desnudarse y permitir que hicieran lo que quisieran con él.

―Heba te dará tu lechita, ¿no es así, cariño? ―gruñó Jesse sonriéndole.

Heba había ido para conversar sobre ellos sobre el viaje, pero bueno, siempre podía hacerlo después.

Caminó, observando al omega lloriqueando, y abrió la bragueta de sus pantalones. Las manos de Haou lo agarraron de la playera, atrayéndolo, para luego agarrar su ropa interior y bajarla lo suficiente como para sacar su polla ya erecta.

Soltó un jadeo bajo cuando la mano de Haou envolvió su miembro, húmedo por el líquido preseminal, y el omega lo miró con ojos grandes y expresivos, fingiendo una inocencia que contrarrestaba enormemente con el hecho de que estuviera siendo follado por dos alfas.

―¿Eres... virgen, Heba...? ―balbuceó Haou mientras movía su mano de arriba hacia abajo.

Desvió la vista, avergonzado.

𝐘𝐮𝐚𝐧𝐟𝐞𝐧 ❘ 𝐁𝐥𝐢𝐧𝐝𝐬𝐡𝐢𝐩𝐩𝐢𝐧𝐠 ❘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora