―Capítulo Final

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Atem iba a tener un ataque de nervios en ese instante

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Atem iba a tener un ataque de nervios en ese instante.

De pie, en el pasillo del hospital más cercano donde habían llevado a su Yūgi, sentía que todo el mundo se le venía encima ante el pensamiento de que le pudo haber ocurrido algo a su omega. A su bebé.

Si lo llegaba a perder, si ocurría cualquier cosa...

Atem iba a ponerse a llorar como un niño pequeño.

Jesse, Jaden y Yusei estaban en otro cuarto mientras revisaban a Haou, en tanto Heba permaneció junto a Serenity cuando la policía comenzó con los interrogatorios. Se habían llevado a Tea entre gritos, pero a Atem no le interesaba. Y su madre...

Bueno, la estaban operando para sacarle la bala. Serenity no había disparado a ningún órgano mortal, sin embargo...

El doctor salió del cuarto y Atem se le acercó.

—¿Cómo está? —preguntó con voz urgida—. ¿Puedo pasar a verlo? ¿El cachorro?

—Está todo bien —dijo el doctor Maximilian, aliviado—, no hubo aborto. Ha sido sólo el estrés de toda la situación. Su bebé está muy bien.

Atem ahora iba a llorar por el alivio.

—Puede pasar a verlo —agregó el doctor—, ha estado bastante calmado a pesar de todo, pero lo ideal es que duerma para que su cuerpo se relaje mejor.

Notó la indirecta del hombre: podía estar con Yūgi, pero primero tenía que hacerlo dormir. Para ello, su papel de alfa sobreprotector sería ideal.

Aunque, claro, cuando lo vio acostado en la cama no dudó en subir sobre ella para abrazar al omega y restregar su rostro contra el pecho del más bajo como si fuera un bebé, queriendo quedar impregnado en su olor.

—Ow, Atem...

—Casi te pierdo otra vez —gimoteó, con la voz temblando—. Soy el peor alfa del mundo...

—¿Qué estás diciendo? —regañó, acariciándole el cabello al mayor—. Eres mi bebé grande.

—Debería haberte protegido, y mira dónde estamos...

—Oye, no me ha pasado nada grave —Yūgi liberó feromonas para tranquilizar al alfa, que seguía algo alterado—. Nuestro cachorro sigue bien, mira...

Tomó la mano de Atem, llevándola a su vientre algo abultado, lo que llamó bastante la atención del doctor porque recién iba a cumplir dos meses. Había comentado la necesidad de hacer exámenes, pero el omega le dijo que no se lo comentara al moreno porque iba a preocuparlo más.

—¿Ves? —Atem parecía fascinado mientras le acariciaba—. Cachorrito está bien.

El alfa asintió, estirando sus labios, y Yūgi se rió para darle un beso pequeño, calmado por el toque dulce del alfa sobre su piel.

𝐘𝐮𝐚𝐧𝐟𝐞𝐧 ❘ 𝐁𝐥𝐢𝐧𝐝𝐬𝐡𝐢𝐩𝐩𝐢𝐧𝐠 ❘Where stories live. Discover now