Capítulo 4: Tormenta

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El cielo estaba en calma, las estrellas y la luna resplandecían sobre su cabeza sin rastros de la desenfrenada tormenta que había azotado el día anterior. Salió de las frías aguas tiritando por la baja temperatura, llego a la rocosa orilla y ahí observo como el dragón yacía tendido respirando con dificultad. Con el miedo recorriendo su cuerpo se alejo en busca de ayuda para irse de aquella isla que al mirarla se percató que era los restos de un gigantesco dragón, sin embargo la realidad de su soledad fue dicha por el oscuro mar que lo rodeaba y el único sonido era las olas que rompían en las rocas.

En otro lugar, el príncipe Todoroki estaba embarcado en las peligrosas aguas para ir en la búsqueda de su prometido, la bruma densa era un gran impedimento en la visibilidad pero contaba con marineros experimentados. Encontraría la isla donde yacía el dragón y le pondría fin a su insignificante vida.

-Jamás había visto niebla tan densa –comentó la mujer de cabellos oscuros que viajaba a su lado- He oído acerca de ella, se supone que hay un secreto para escapar de esto –dijo mirando por la borda- ¿Qué te dijo tu abuelo? –preguntó observando al bicolor.

- Lo hemos hecho todo al pie de la letra –hablo sin fijar sus ojos apretando sus puños- ¡Pero al parecer no me lo contó todo y al final aparece un dragón! –bramó subiendo la voz.

- Solo espero que el príncipe Izuku no esté muerto, que no lleguemos demasiado tarde –habló preocupada mientras la espesa niebla los volvía a cubrir.

El pecoso caminada de un lado a otro buscando alguna salida o a alguien, pero unas diminutas brazas que eran empujadas por el viento llamaron su atención. Retrocedió por sus pasos viendo como estas se intensificaban iluminado tenuemente la noche, el cuerpo del dragón estaba desapareciendo formando aquellas partículas. Ante él, el cuerpo desnudo de Katsuki aparecía tendido en las rocas cerca de la corriente de las aguas que en cualquier momento podían llevárselo.

¡Por todos los dioses era un dragón! Estaba terriblemente asustado, solo quería huir de ahí y dejar todo atrás, había confiado en el pero todo había sido una descarada mentira. Las olas se hicieron más fuertes empujando el cuerpo inherente del rubio cenizo, intentando llevárselo con él.

Dio unos pasos hacia atrás, debería matar al dragón. Eso es lo que una persona dentro de todos sus sentidos haría, pero sin antes poder decidirse la mascota de Katsuki apareció pasando por su lado llegando a donde estaba el oji-rubí. El animal intentaba sacar a su amo del paso de las olas sin ningún progreso.

- Que no lo haga yo, sino el mar –murmuró el pecoso apartándose escuchando los quejidos del animal de pelaje rojizo oscuro- El mar también mata... -se decía a sí mismo para no mirar atrás, pero su conciencia lo hizo volver con rapidez hacia el cuerpo para tomarlo por los brazos y sacarlo con gran esfuerzo hacia mas altura- ¿Tenias que caer de cabeza? –se quejaba mientras el animal traía consigo su abrigo- ¿Qué se supone que haga con eso? –dijo cansado sentándose en el suelo, la mascota indico con la cabeza- ¿No puedes ser un poco más claro?- tomó la prenda para escuchar un pequeño gruñido del animal hacia su amo para luego señalar con la cabeza la cima de la isla.

En esos segundos se dio cuenta de la desnudez ajena y sus mejillas se tiñeron de rojo, se acerco y envolvió su abrigo en Katsuki desviando la mirada hacia cualquier otro lugar, aunque se había fijado en el torso marcado y en los tatuajes que tenía en su brazo izquierdo. Ya cuando estaba todo dispuesto, tomo las mangas de la prenda y comenzó a arrastrarlas hacia la pendiente.

- No quiero seguir arrastrando esto ¡Por los dioses! –se quejo unas horas después cuando el sol comenzaba a salir por el horizonte- ¿Qué si me salvó? ¡yo lo salvé a él! –decía al animal rojizo quien también ayudaba a cargar al oji-rubí- ¡El me secuestro! Y luego se estrello solo contra esa roca y ahora tengo que arrastrarlo –se sentó unos segundos para descansar- ¿Y quién me ayudará? ¿Lo hará el? – paso su mano por sus cabellos verdosos- ¿Cuánto mas tengo que llevarlo? –preguntó al animal quien indico con la cabeza la cima, recién ni iban en la mitad. Quería llorar pero se abstuvo y volvió a la labor- Bueno, está bien, no tengo más que hacer excepto regresar a casa –bramó subiendo por la pendiente y al cabo de unas horas ya le falta menos- No pensé que te agradaría tanto mi abrigo –decía a unos pocos metros de llegar- Quédate con el –habló con su respiración agitada llegando por fin al lugar.

Dejo a Katsuki en el borde para poder enderezarse y girarse, ante él la blanca piedra era iluminada por los rayos del sol, aquel lugar parecía resguardado de la posible lluvia por las intrincadas rocas naturales que cubrían el lugar. Un sonido a su espalda lo hizo voltearse con rapidez, alcanzó a agarrar a Katsuki antes de que se cayera por la pendiente. Suspiro y miro al animal que lo observaba con enojo. Otra vez arrastro el cuerpo ajeno, pero ahora lejos del peligro.

- Recuéstate –comentó tocando los cabellos cenizos para apoyar la cabeza con cuidado en el suelo- No sé donde duermes, así que hoy dormirás aquí  –dijo cansado tirándose al lado del contrario para descansar.

- El dragón de fuego debe ser destruido –murmuro Katsuki desde su inconsciencia alertando a Izuku.

- Kacchan –nombro acercándose- necesitas descansar y sanar –habló acomodando la prenda en el cuerpo ajeno.

Justo cuando sus manos tocaron al contrario un gruñido salió de la boca del rubio cenizo y las diminutas llamas se extendieron por el pecho. Su abrigo comenzó a quemarse y el se aparto con terror cuando Katsuki se puso de pie pero a los pocos segundos volvió a desmayarse. Dejando a Izuku con los ojos llorosos y temblando de miedo.

Corrió sin importar el cansancio, las heridas y el dolor de sus extremidades. Llego a la orilla de la playa donde el paso de la tormenta había dejado sus rastros, busco a su alrededor y encontró una especie de bote que debió haber encallado hace ya muchos años, aparto los objetos que se entrometían en su paso y con sus últimas fuerzas saco la embarcación de ahí. Se sintió feliz, podía volver a casa pero al escuchar y observar las olas que rompían con fuerza y el amplio mar que se extendía, además de las crecientes nubes de tormenta que se acercaban, se arrepintió.

Las gotas de lluvia comenzaron a caer sin contemplación, con los truenos y rayos sobre su cabeza corrió hacia la pendiente para llegar a la cima. Otra vez con sus ropas empapadas y con frió busco algún refugio donde resguardarse, encontró una antigua vela de un barco junto al mástil, la cual estaba caída sobre un montón de madera. Con rapidez e ingenio creó una especie de carpa, en donde cubrió a el y a Katsuki, quien no se había movido ni un centímetro y yacía boca abajo dejando su espalda lastimada a plena vista de los ojos esmeraldas.

Izuku desde pequeño tenía la costumbre de ayudar a cualquiera, no era una obligación ni nada parecido, era algo que nacía desde el fondo de su corazón. De vez en cuando escuchaba a su madre decir que era demasiado bueno para este mundo donde las guerras podían desatarse en cualquier momento.

Busco a su alrededor algunas hierbas mientras la lluvia se hacía más potente y la noche caía, tomo las hojas y las molió en una roca plana para luego acercarse con cuidado donde estaba el rubio cenizo.

- No te muevas –dijo con su mano tambaleante cuando aplico el ungüento sobre la herida ajena, tomo la manga de su camisa y la tironeo para sacarla, con el fin de crear un vendaje para que la medicina no se saliera del lugar aplicado- Tranquilo, buen dragón –murmuraba cuando lo estaba volteando para dejarlo boca arriba, limpio algún rastro de sangre en la coronilla- Viste, cuando quieres... -dijo cuando bajaba por el pecho ajeno, donde de un susto Katsuki agarro su mano y aquel fuego comenzó a expandirse por el cuerpo- ¡Tranquilo! –hablo con miedo acariciando los cabellos ajenos mientras su muñeca era apretada y los gruñidos del dragón comenzaban a salir, por lo que comenzó a tararear una canción de cuna aun temblando de pies a cabeza. Pareció funcionar porque la respiración contraria se normalizó y fuego comenzó a extinguirse.  

Ya calmado y rogando a los dioses, se recostó en el suelo con la intención de dormir pero el frío estremecía su cuerpo tiritando en el pobre intento de entrar en calor. Miro a sus espaldas donde el oji-rubí yacía a unos metros, pensó por unos segundos y se acerco al cálido cuerpo ajeno. Quedando con su espalda tocando la ajena y al animal rojizo a sus pies. 

Continuará...

Hey hey hey!!! Como estas mis lectores? ♥️☺️ Aqui para subirles el ánimo un nuevo cap varios días antes de lo planeado ♥️

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Nos vemos pronto ♥️

I'm a dragon [KatsuDeku][COMPLETA]Where stories live. Discover now