Capítulo 33

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      Tenés que devolverme la llave.


      Lucía no contestó a eso último.


      Gabriel fue a ver las empanadas, le faltaban un poco. Mientras tanto, decidió llamar a su madre para decirle sobre el cambio de planes.

                              ***

Capítulo 33
        Renato bostezó todo el día. No era la primera vez que dormía tan poco. Esa semana fue por las tareas y el regalo a Gabriel juntos, y otros días, solo deberes y cosas que estudiar, pero esta vez no le importaba. Hacía tiempo no se sentía tan bien. Hasta había olvidado el incidente con Lucía. Solo importaba lo que había pasado con Gabriel después de eso.

     Llevó la tarea al trabajo. Como en ocasiones no entraba ni un alma, aprovechaba ese tiempo para los deberes o charlar con Guido, si era que el chico se quedaba con él. Pero la mayoría de las personas de los alrededores iban ahí, por lo que tampoco podía dedicarse mucho a eso, aunque sí lograba avanzar bastante.

     Gabriel comió las empanadas y mientras esperaba que llegara la hora, se puso con las clases que debía preparar para la semana. También tenía tarea que corregir, pero eso lo dejaría para el día siguiente.   

    A las ocho y media de la noche, Renato entró a su casa dispuesto a prepararse para ir al bar. Afortunadamente, podía comer gratis allá, como una parte del trato.

      Encontró una nota en la mesa que decía que Bruna y su mamá habían ido a hacer las compras, y fue a cambiarse de ropa. Se puso unos jeans, remera negra con líneas horizontales blancas, su campera negra finita, se abrochó la riñonera y luego se colocó el camperón.

    Antes de salir, él también dejó una nota, en la que avisaba a su madre y a Bruna que había ido al bar. Después del susto que se había pegado su madre por lo del día anterior, prefería informarle de alguna manera.

    Llegó al bar media hora después. Gastón y Agustín estaban sirviendo tragos y él fue a esperarlos en la barra. Se acercó a Germán, el bartender.

—Hola —dijo.

—¡Ey! ¿Todo bien? —preguntó el chico, acercándose para que se saludaran como en otras ocasiones, con un saludo de manos. —¿Venís a tocar la batería otra vez?

—Sí —respondió Renato, sonriendo y frotándose las manos con ansiedad. Aun si tocaba todos los días, iba a sentirse ansioso y emocionado.

    Germán empezó a preparar un trago y le puso el vaso a Renato en la cara.

—Tomá, probá, a ver qué tal.

    Renato agarró el vaso y bebió un poco.

—Mm… No está nada mal.

—Todo tuyo.

—Gracias.

—Hola, muchachito —dijo una voz detrás de él. Una mano se apoyó en cada hombro del chico. Se trataba de Gastón.

—Hola.

—¿Vas a comer algo?

—Tres porciones de pizza, por favor.

—Dale, ya te traigo.

—Gracias.

     Renato volvió a beber del trago y Germán estaba atendiendo a algunas personas. Pero se quedó allí, sentando en una de las altas butacas.

     Gabriel y su familia entraron al bar a las diez de la noche. Gabriel agarraba a Chiara de la mano, pero en el interior la alzó a upa. Miró alrededor, pero no vio a Renato por ningún lado. Agustín se acercó sorprendido y después lo empezó a retar por no haberle avisado que iban. Terminado el reto, los guió a unas mesas frente al escenario. Juntó tres mesas para que pudieran entrar tranquilos.

Chico problemático // QuallicchioWhere stories live. Discover now