Capítulo 41

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—Nos vemos el lunes, Gabi —trató de sonar inocentón, pero estaba nervioso y ardiendo de vergüenza.
      Valeria y Bruna pasaron en silencio al ver que estaban hablando y lo dejaron solo para ir a la cocina.
—Esperá… Antes de colgar tengo que decirte algo…
—¿Qué? —Preguntó Renato, un poco asustado.
—Y tu corazón siempre en el mío —respondió el ojiverde.
        Renato sonrió.


                                   
                                   ***


Capítulo 41

      A la mañana siguiente el encanto se rompió y la realidad volvía a caer sobre ellos.

       Gabriel, al abrir los ojos, lo primero que recordó fue a Chiara y su fiebre. Se sentó en la cama y antes que nada envió un mensaje a Lucía. Le preguntó cómo estaba la pequeña.

      Mientras esperaba la respuesta, su mente divagó hasta llegar al recuerdo de Ángela en la puerta de la casa de Renato. Suspiró. Tenía que enfrentarlo. Al día siguiente hablaría con Ángela, aunque no sabía qué decirle. Tal vez preguntarle cuál era su intención, y luego pedirle que, si quería a Renato, que no dijera nada. Sí, algo así. Tampoco quería irse de boca y herirla más de lo que estaba.

        Eran las once, se había permitido dormir hasta más tarde. Tampoco había podido dormir rememorando la charla telefónica con Renato. Nunca se imaginó haciendo algo así, y había pasado y había sido una de las mejores cosas que había hecho con él.

     Salió de la cama y rebuscó en el armario ropa para después de bañarse. Se dio un baño que duró unos minutos, pero no había querido salir de ahí porque el agua tibia lo había relajado sobremanera al recorrer cada parte de su cuerpo tensionado.

      Después de salir de la ducha, aún mojado, se lavó los dientes con el cepillo de dientes de Boca. El regalo había sido muy especial, tenía un mensaje muy claro y quería hacer sentir a Renato de igual manera, por lo que ese día saldría de compras.

     El celular empezó a sonar cuando salió del baño pasándose la toalla por la cabeza. Se puso un bóxer, como si cualquiera que lo estuviera llamando lo pudiera ver, y atendió.

—Hola, má —saludó al ver que era ella—. ¿Cómo la pasaron en su cita?

—Bien, amor, pero yo quiero hablar de vos. ¿Cómo estás?

—Bien, en serio —respondió Gabriel, sentándose a los pies de la cama—. Si es por lo de Chiara, parece que Lucía no tiene intención de que deje de verla.

—Es complicado, pero si los dos lo saben manejar, todo puede salir bien. Ustedes son dos personas maduras y podrán resolver cualquier situación.

    Gabriel sonrió, le gustó que su mamá le diera ánimos.

—¿Y tu corazoncito? ¿Hay alguien por ahí rondando, dando vueltas?

     Renato, pensó Gabriel. Pero no lo estaba rondando, ya estaba en su corazón y nada ni nadie podría sacarlo de ahí. Ya estaba en su corazón, en de su piel, en cada partecita. Todo él estaba impregnado de Renato, de su Koanchito.

—¿Gabi?

—Mi corazón está mejor que nunca, mamá.

     Y deseaba poder decirle todo.

     Doce y media del mediodía y Fausto y Renato estaban en el patio del castaño, con un cigarrillo cada uno. Ambos se sentaban en el piso con la espalda apoyada en la pared bajo la ventana del cuarto de Renato.

     El chico había despertado pensando en Gabriel, lo que lo llevó a su situación con Chiara y de eso pasó a cómo el ojiverde lo había buscado a él y se había aferrado a sus brazos. Aquello siguió en una dirección que desembocó en Ángela, que los había visto.

Chico problemático // QuallicchioWhere stories live. Discover now