Exámenes a la Mira

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Si uno pasaba por los pasillos de Sweet Armonis podía darse cuenta cuando estaban sus alumnos con exámenes encima: Uñas comidas, cabellos alborotados, apuntes desordenados, ojeras y sobredosis de café hacían el combo de "estudiante en exámenes".


Los seis meses que nos separaban de la "semana de la muerte", como llamaban los alumnos del instituto a los 7 días de exámenes, habían pasado en un suspiro. Ámber y sus amigas habían regresado tras sus dos semanas de castigo con las baterías cargadas de resentimiento y odio hacia Nathaniel y a mí; por ende, cada vez que quería ir al baño debía ir acompañada de al menos dos de mis amigas o de lo contrario sabía que alguna de ellas tres me estaba esperando para hacerme daño.


El primer día que Ámber y sus amigas habían regresado me vi acorralada entre los casilleros y una rubia sacada de sí misma.


-¡Me pagarás esto, Sucrette!-gritó mientras levantaba su mano de uñas esculpidas lista para estampillarla contra mi rostro, pero entonces de la nada apareció Lysandro, que tomó a Ámber de su muñeca con delicadeza pero firme.

-Suficiente, Ámber- estaba tranquilo, pero su voz era firme, al igual que el pulso de su mano tomando la muñeca de Ámber mientras la rubia seguía luchando.


-¡Tú no te metas!-le gritó mientras intentaba alejarlo de un empujón pero Lysandro medía cerca de metro noventa y no era fácil moverlo de donde estaba; al ver que Lysandro no cedía, Ámber se dió por vencida, acomodó su cabello y me fulminó con la mirada

-Esto no va a quedarse así, será mejor que te cuides las espaldas, niña, porque cuando te descuides ahí estaré yo para devolverte todo lo que me hiciste pasar.


-Tú tienes la culpa, asume tus responsabilidades con madurez y crece mentalmente, Ámber, por amor de Dios-le dije exasperada.


-Ya lo veremos-dijo y, con un movimiento de su mano, se retiró de escena, pero se frenó en seco y se dió vuelta para mirarme-Ah, por cierto, ahí le mandé un mensajito a tu queridísimo amigo Ken.
 
-¿Qué?-pregunté.
 
-¿Qué le dijiste, Ámber?-dijo Lysandro, su mirada destilaba odio.
 
-Ayy, pueees...-Empezó Ámber, pero al ver como Lysandro crujía sus nudillos se acobardó-Me hice pasar por tí y le dije que lo odiabas, que era un perdedor, que el Instituto estaba mejor sin él y que no regrese.
 
-Tú, maldita...-Empecé pero Lysandro se me adelantó y se plantó delante de Ámber, la rubia temblaba de pies a cabeza.
 
-Vete antes de que olvide que eres mujer y te rompa la cabeza-Dijo Lysandro, yo me quedé de una pieza.
 
Ámber dió un paso hacia atrás y salió corriendo, Lysandro suspiró y se acercó hacia donde estaba yo.
 
-¿Estás bien?-Quiso saber.
 
-Sí, pero me preocupa Ken-Dije yo mientras miraba a Lysandro, nunca lo había visto así.
 
-Seguramente él se dará cuenta de que tú no fuiste-Dijo el albino mientras caminabamos de regreso a las aulas-Tú nunca le dirías eso.
 
-Eso espero, Lys-Dije con pena-Eso espero.
 
Desde ese momento todos los dias pensaba en mi amigo, y pese a que pregunté a todos los del Instituto si alguien tenía su número, e incluso me arriesgué a meterme en la sala de profesores para buscar en su expediente una forma de contactarlo, no encontré absolutamente nada. Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que había llamado a su casa, pero no atendía nadie, seguramente su padre había ido con su hijo a la escuela militar para vigilar su evolución de cerca.
 
Justo en ese momento estaba pensado en él cuando Iris me sacó de mis pensamientos acercando su cara a la mía, colocando los ojos en blanco y sacando la lengua.
 
-¡Iris!-Dije asustada, las chicas se rieron-No hagas eso.
 
-Estabas tan metida en tus pensamientos que no sabía como sacarte de allí-Dijo mientras se reía con ganas, estabamos en la cafetería almorzando, apenas había probado bocado-¿Pensabas en los exámenes?
 
No era eso en lo que pensaba pero me daba vergüenza confesar el verdadero motivo de mi autismo.
 
-Sí, estoy nerviosa-Respondí mientras sorbía de mi lata de Sprite.
 
-No te preocupes, estabamos hablando con las chicas de reunirnos a estudiar en la casa de alguna mañana-Dijo Rosa, la cual hoy llevaba su largo cabello plateado en dos trencitas.
 
-El problema es que ninguna tiene una casa lo suficientemente grande como para alojarnos a todas nosotras-Dijo Kim.
 
-Podríamos reunirnos en la biblioteca-Propuso Melody.
 
-Pero no podremos hablar muy alto y cierran a las 7-Recordó Violeta.
 
-No se preocupen por eso-Les dije mientras dejaba mi refresco-Mi casa es lo suficientemente grande como para alojarnos a todas nosotras, estudiaremos en mi dormitorio.
 
-¡Genial!-Dijo Kim.
 
-Bien, entonces nos vemos en la casa de Annie-Dijo Iris, mientras me miraba con una sonrisa-Tú pones la hora.
 
Quedamos inmediatamente después de clases, las chicas llevarían una muda de ropa para estar más cómodas y estudiaríamos todos los días hasta las 9 de la noche.

Corazón de Melón (libro #1)Where stories live. Discover now