9

2K 252 24
                                    


Era ya la hora de almuerzo del domingo, el día en que Joshua decidió ¿Confesar sus pecados? La idea de hacer eso un domingo le causaba algo de gracia, pero a la vez nervios.


Miro entre sus pestañas al profesor, quien estaba concentrado disfrutando del pollo frito que ordeno para comer. Si resultaba mal, al menos Jeonghan no gasto dinero en el último almuerzo que compartieron.


Cuando Jeonghan termino de comer, se puso de pie detrás de Joshua, abrazándolo con calma y dejando besitos por su cuello, pues esas semanas supo que el americano era lento comiendo, así que para no aburrirse, aprovechaba de mimarlo y tentarlo a gastar las calorías de inmediato en un apasionado encuentro.


Jisoo termino de comer la alita de pollo que tenía en su mano y alejo el plato con el resto que le quedaban. No podía comer al sentir los nervios revolver su estómago.


- ¿Pasa algo, bebé? – Murmuro Jeonghan contra su cabello al notar ese detalle.


- Necesito hablar contigo. Es serio, así que, por favor, no me toques que mi razonamiento es débil ante ti – Con extrañeza el mayor se tuvo que controlar y volver a tomar asiento frente al de negros cabellos.


- Soy todo oídos – Le dio una tranquilizadora sonrisa al menor para que dejara de lucir tan nervioso. Joshua suspiro y se apoyó en la mesa, mirando fijamente esos ojos que lo llevaban a la perdición cada mañana que los encontraba y en la noche donde reflejaban todo el deseo y amor que sentían por él.


- Yo te he mentido en algo, Jeonghan – El nombrado tenso sus músculos ante eso – No en mis ganas de querer verte cada día, desear entregarte todo el placer que mereces, ni en mis sentimientos que puedo resumir en un "Te amo". Te amo demasiado, tanto que quiero que seas parte de mi vida, presentarte a mis padres y amigos como la persona con la que me siento completa, pero, no puedo hacerlo por unas mentiras que te he dicho – Explico con calma Joshua.


Sintió su propio corazón doler al ver la expresión preocupada del mayor e imaginar cómo reaccionaría al revelarle la verdad. Al menos alcanzo a ver una sonrisa y emoción de su parte al decirle que le amaba.


- Como te he dicho, mi nombre es Joshua Hong, pero también es Hong Jisoo, mi nombre coreano – Jeonghan entreabrió sus labios con sorpresa, además de fruncir las cejas al sentir que no era la primera vez que escuchaba ese nombre – Y esa vez en el Purple Rose, no fue la primera vez que nos conocimos – El castaño inclino un poco el rostro, quedando pensativo.


- ¿No? Nunca recuerdo rostros que vi un par de veces, así que... - Joshua negó con una triste sonrisa.


- No fueron solo un par de veces, Jeonghan, fueron muchas, demasiadas – Apretó sus manos como nudillos para encontrar valor y seguir hablando – Pero tú nunca te has esforzado en recordar a tus alumnos o sus nombres – El profesor pareció tomarse un tiempo en procesar sus palabras, crispando finalmente su rostro en una combinación de rabia, tristeza y vergüenza.


- ¿Qué? – Susurro débilmente, cerrando sus ojos con fuerza, contando hasta diez en voz baja para luego abrir sus ojos que con dureza se encontraron con los del menor – Joshua, solo para evitar un malentendido, debo preguntar lo obvio, así que, ¿Me estás diciendo que... fuiste mi alumno? – Su tono de voz gélido era tan opuesto al que usaba mientras estaban abrazados en la cama, que sintió un pinchazo en su corazón.


- Lo fui, de hecho, el año pasado tuve tu materia. Fue una real mierda, pero me sentí tan realizado al lograr aprobarla – Confeso con una leve sonrisa – Tenia el cabello rosa pastel en ese entonces – Añadió por si refrescaba la memoria del mayor. Cuando vio el rostro de Jeonghan fruncirse, expresar sorpresa y luego mirar sin emoción sus manos, supo que lo reconoció.


- El señor Hong... - Murmuro desanimado. Apretó sus labios y bajo la mirada para que sus ojos no se vieran, pues sentía ganas de llorar - ¿Estas satisfecho? ¿Te reías de mi cada vez que dejaba que me la metieras? ¿Cómo me ilusione contigo? – Soltó un pequeño gimoteo - ¿Es esto una puta venganza por cómo te hice la vida imposible y ahora al resto de tus amigos? – Un fuerte golpe en la mesa le hizo levantar la cabeza, encontrándose con la hasta ahora desconocida furiosa expresión del pelinegro.


- ¡¿Qué mierda dices?! ¿Acaso no escuchaste que te amo? ¿Qué deseo una vida junto a ti? – Ladro con frustración, apretando sus puños con fuerza para controlar el temblor de su cuerpo – A pesar de que conocía ese lado tuyo tan estricto y frió, solo fue necesario conocerte un poco de verdad para caer rendido a tus pies, Yoon Jeonghan. Me importa una mierda si eras mi profesor o si tienes siete años más, porque los sentimientos que tengo hacia ti, son tan puros y fuertes que tenía miedo de este momento, en donde los ignoras por la mentira que mantuve. Tengo miedo de perderte – Sentía su voz temblar y lágrimas acumularse en sus ojos, pero logro terminar lo que quería decir, sincerarse con aquel hombre que seguía sin mirarlo a los ojos.


- Vete, señor Hong – Esas palabras rompieron algo dentro suyo. 


Se puso de pie y a pesar de que deseaba decirle tantas cosas, sabía que solo se quebraría al abrir su boca, así que solo tomo su chaqueta y se fue, viendo innecesario dar un portazo.


Tenía unas enormes ganas de llorar y gritar de frustración, dolor y angustia, pero por alguna razón, no lo hacía. Quizás necesitaba estar en un lugar confiable para hacerlo, pero definitivamente el ascensor no lo era.


Tenía que ser positivo. 


Y una mierda, acababa de separarse del amor de su vida. ¿Qué había de positivo? Sabía que su corazón seguía ahí, pues al apoyar su mano notaba las pulsaciones, pero tenía una extraña sensación de vacío. Bueno, al menos, no ocurrió nada violento como que de repente le tirara la comida a la cara o lo tomara del cuello de la camisa y empujara contra una pared.


Al salir del edificio se encontró con Minghao, quien lo saludo con normalidad, pero al parecer noto algo raro pues se detuvo de repente con una expresión de duda. "Por favor, cuídalo por mi" Le dijo con dolor mientras seguía caminando, queriendo evitar cualquier interrogatorio.


Parecía un alma en pena mientras volvía a su pequeño departamento, donde al cerrar la puerta detrás suyo, pensó que iba a llorar sin parar, pero por alguna razón empezó a reír. Era un risa desgarradora y lastimera, una que en cuanto fue disminuyendo un poco, lagrimas la complementaron.


Mierda, realmente esperaba librarse del sufrimiento que le causaba Yoon Jeonghan luego de aprobar su materia.


Que ingenuo.


Ahora era peor, porque no podía odiarlo, tan solo amarlo.


Why not? (JIHAN)Where stories live. Discover now