11.- Oh my gosh!

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Estoy demasiado nervioso, no puedo evitar mirar la puerta, cada cinco segundos para ver si está viniendo. Trago saliva, mirando mis pies fríos de tanto nerviosismo, trago saliva, sintiendo como ni nuez de Adán se mueve de arriba a abajo. Es demasiado fantasioso que esté aquí quedándome a dormir con mi crush.

Convencer a mi madre no fue difícil, ella sabe cómo me muero por Liam que solo tuve que decirle su nombre para que entendiera todo el contexto, me sorprendí tanto de que aceptara a dormir con mi crush, porque debo rogarle para poder quedarme a dormir con Holland, que lo conoce hace años.

Osea, que mi madre está demasiado loca porque hasta me ofreció darme dinero para un par de condones, que me hizo sonrojar hasta las orejas, porque dudo que pase algo así ahorita, aunque... no me molestaría tenerlo, pero primero debo ser su amigo para poder luego aprovechar el bug.

Me dijo que iba a ver unos snacks, y aún no vuelve, me dan unas ganas de levantarme del colchón—ni yo sé cómo llegué aquí—e irle a perseguirle, sin embargo, no debo ser tan obvio, y que se entere de que me gusta demasiado que me tiene loquito tras sus huesitos.

Yumi, yumi, yumi.

Me estoy imaginando en este momento ese lindo culito, que se me hace agua la boca. Debo controlarme, cierto. Nate piensa en unicornios, lindos unicornios. Sí, unicornios.

—¿Está ocupado?—dice una voz desconocida con sus nudillos en la entrada como si fuera a tocar en la puerta, está sucio y con lodo en la camisa, sin embargo su cara recompense la suciedad porque es demasiado deslumbrante que debo taparme los ojos con las manos, sus ojos son achinados, tiene una sonrisa traviesa y su cuerpo se ve tan delgado y largo que me asombra que no haya tirado la puerta al entrar.

Es demasiado grande.

—Eh...—nervioso y con las mejillas sonrojadas, intento contestar, fallando en el intento porque solo tartamudeo como niña de primaria.

¿Acaso me quieren matar de un infarto con tanta hermosura?

—Soy Kendall, el primo de Liam.

Estoy en shock. Con razón que se me paró la inexistente—bueno, si existe, but solo es para mi hermoso crush, duh— es la jodida réplica de mi hermoso princeso. Arqueo las cejas al ver como se trata de limpiar las hojas que tienen en la ropa, como si hubiera escalada por la ventana para entrar...

—¿Entraste por la ventana?—señalo la ventana que está inclinada a donde estoy sentado.

—Bueno... primero toqué—me dice rascándose la mejilla—. Pero como no contestaron, la rompí un poquitín para entrar.

Y cuando dice eso recién noto que hay pequeños cristales en el suelo, ahogo un grito, alguien no estará muy feliz al ver esto.

Chale.

—¿Y tú como te llamas precioso?—las palabras provocan un sentimiento en mi barriga, como unas arcadas, porque ese piropo me sonó más falso que un Holland delgado.

—Me llaman Romeo.

Su cara se descompone, por unos minutos, camina unos pasos hacia mí, siento un miedo palpitar en mi mente, porque sus manos grandes se ven amenazantes para unas manitos pequeñas como yo y cuando ya estamos más o menos juntos, me coloca su manota en mi hombro, lo aprieta, yo chillo del miedo y da una palmadita para luego reírse.

Lo miro perplejo, viendo como el grandote se ríe de mi chiste. No lo puedo creer, nadie se ríe de mis chistes sin antes de ser mi amigo.

Me acerco más a su lado y le cuestiono:—¿En serio te gustó?

Mi primer y último crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora