12.- Make it right

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—¿Te sabes todo?

"A decir verdad no me sé nada bebé pero no te voy a decir eso... porque te amu"

—Claro. Tú solo preguntame y te responderé.

—¿Cuándo se inventó Hamlet?

"Shit. No tengo ni idea cuándo fue... aaaaaa solo me acuerdo de tu hermosa silueta. Papi, que daría yo por darte unos cuantos azotes.

—¿En los años 1600?

La cara de Liam se relaja y me brinda una media sonrisa mientras sigue preparando nuestro desayuno que consta en tortitas de maíz y jugo de tomate de árbol. Mi boca se hace agua y no es por su lindo trajecito yumi yumi, sino por mi estómago que se muere por comer algo desde hace años luz.

Desbloqueo mi celular para ver la hora, es muy temprano y William se levanta, me sorprende no verle ojeras debajo sus ojitos porque yo tengo tantas ojeras por quedarme hasta tarde viendo anime y un ojo más pequeño que el otro por llorar como Magdalena cuando la pareja no queda junta.

—¡Nos va ir bien! ¡Ya vas a ver!—sacude el sartén con las tortitas dando una vuelta olímpica mientras coloca los tomatillos y prende la licuadora. Yo miro desde lejitos esperando en la encimera con mi pancita rugiendo por atención. Si no me da de comer rápido seré capaz de arrancarle la comida rai nau.

Me sirve la comida y yo sin pensarlo la agarro, el moreno me pega con su cuchara de cocina, yo me quejo, sin embargo, él me calla dándome una cuchara para que coma como un niño civilizado y no como un animal de circo.

Por eso te amo, papi.

Estás bien rico mi amor.

Digo, está bien rico la comida.

—¿Te pasa algo? No dejas de mirar el vacío como desquiciado. Si vas hacer algo...—esconde su plato de tortitas antes de sentarse en la silla junto a mí detrás de su espalda—hazlo lejos de mi comidita. ¿Sabes cuánto me costó hacerlas?

—No voy hacer nada—le digo tomando un sorbo del jugo—. Solo tenía mucha hambre y ahora estoy feliz—le sonrío sincero mostrando todos mis dientes y sintiendo como mis ojos se achinan, Liam me devuelve la sonrisa... un poco sonrosado, pero no sé a ciencia cierta porque como es moreno el sonrojo es difícil de adivinar.

—¿Solo la comida te hace feliz?—me inquiere sin créerselo—. Eso es demasiado básico. Nadie puede ser feliz solo con comida.

Ahora el sonrojado soy yo. Siento que debo gustarle a Liam, lo siento como un deber que su respuesta me duele hasta lo profundo de mi pecho. Me siento mal por no poder llenar sus expectativas, ¿seré demasiado simple para él? ¿eso es lo que me quiere decir? Entonces si quieres que cambie de personalidad, de cuerpo o de mente, por favor, dímelo, te lo ruego William, dímelo porque si dices esas cosas tan fuerte solo logras hacerme sentir mal.

—Creo....—susurro—que soy una de esas personas—concluyo bajando mi mirada a mis pies, esperando una reacción violenta como una risa burlona o su famoso ceño fruncido, sin embargo, al no recibir nada, alzo la mirada y me encuentro con sus hermosos obres negros mirándome curioso, como si fuera un enigma que debes resolver antes de volverte desquiciado.

—Bueno...—carraspea masticando un trozo de su tortita. Abre su boca y la vuelve a cerrar, como queriendo decirme algo, pero sin poder decirlo por algún motivo ajeno, sigue comiendo, sus ojos no se despegan de su mirada de la mía, porque sabe que yo sé que quiere decirme algo y se está controlando.

Porque el William que hace conocer en el curso es uno que no le importa lo que opinen los demás porque dice lo que cree con su cara de culo ¿entonces qué cambia aquí Liam? ¿Por qué no dices lo que te atormenta como en clases? ¿será mi culpa o la tuya?

Mi primer y último crushDonde viven las historias. Descúbrelo ahora