32.- ¿Le gusta quién?

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Evité tener contacto con cualquier ser humano que habitara mi hogar hasta el día siguiente, en el que a las cinco de la mañana mamá despertó a todos para ir a la finca.

—¡Nos vamos de excursión, familia! Tenemos tres camionetas esperando para llevar a toda la familia. ¡Levántense todos! —canturreaba por toda la casa. Sí, no solo iba "mi familia" iba "la familia"

Lo único bueno de esto, es que mis primos organizaban campamentos durante las vacaciones y nos alejábamos de los tíos cerca de alguna de las montañas en Piamonte.

—Bota, bota, bota —caminaba de un lado a otro buscando mi zapato.

—Topi, nos vamos en treinta y dos minutos —dijo mamá tocando la puerta y alejándose para tocar la puerta de Bianca.

—¡Bota! —sonreí al encontrarla bajo mi cama. Me levanté y pegué un grito ahogado al encontrarme con Nate— ¡Me asustaste, tonto! —le pegué en el brazo y me senté para ponerle la bota derecha.

—Lo siento Chispita, no era mi intención —sonrió.

¡Y solo se quedó ahí parado!

Lo miré y miré mi zapato. Me paré y caminé por mi peine. Y luego lo volví a mirar y aún sonreía.

Su sonrisita compradora estaba alterando mi paciencia.

—¿Solo vas a estar ahí y ya? —pregunté desenredando mi cabello.

—Pues... Sí, creo —encogió los hombros y sonrió.

—¡Deja de sonreír así! —me quejé guardando el cepillo en la mochila y la puse sobre mi hombro.

—¿Por qué? He descubierto que me gustas. ¿Debería esconderlo? No lo creo —tomó mi maleta y la cargó— Ven, te llevo la maleta —y se fue dejándome parada mirando la puerta.

¿Ese era el mismo Nate que no hablaba con la gente hace unos meses? Porque si no había creado un monstruo, por lo menos hice que aflorara su verdadera personalidad.

Y la verdad no sé si eso era bueno.

—¡Veinticuatro minutos! —dijo mamá pasando por el pasillo.

Y bajé las escaleras con una mochila en la espalda, me iba de excursión por al menos una semana.

Y luego regresaría a Counterville.

Oh, madre.

—Hola Chispita —habló el chico irrumpiendo en mi espacio personal y brinqué hacia atrás.

—¿Podrías dejar de aparecerte así, Nate?

—Perdóname, no quería asustarte —sacó el labio inferior y batió las pestañas en un intento tonto de verse tierno.

—Como sea —rodé los ojos y caminé a la puerta que daba al jardín encontrándome con un batallón de gente que se organizaba en grupos— Uhm, ¿Nate?

—¿Sí, Chispita? —tragó en seco al ver a tanta gente.

—Actúa natural, ya los conociste a todos. ¿Bien? —él sonrió y asintió.

—¡Oh, Topi! —sonrió Valentina abrazándome.

—Hola, tía —sonreí saludándola rápidamente y huyendo por el hecho de haberla llamado tía cuando frente a mis amigos decía que era mi prima. Nate lo sabía, claramente. Pero a Valentina no le gustaba que la llamaran tía.

—¡Oh, pero si es Chispita! —se burló Ignacio, mi primo mientras rodeaba mi hombro.

—No te burles, Nacho. Te puede salir muy caro —amenacé presionando su hombro.

True ColorsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora