XII

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No se cuanto tiempo transcurrió desde que note movimiento, pero estaba a gusto, sentía que eso que me acababan de arrancar había vuelto. Eras tú, tu risa y tu luz.

-Alba- dijiste con una dulce y suave voz

-na-natali..a...- no podía dejar de llorar

-no me llores más pequeña, venga- me cogiste la cara y me secaste las lagrimas.

-¿que tal estás?- te pregunté entrecortada, no sabía ni que decir

-contigo aquí mejor, oye...

-he leído la carta Natalia- dije con la cara roja.

-ag... bueno, pues ahora creo que es el momento, te quiero alba, me estoy enamorando de ti.

-joder Natalia... es que-me rompí a llorar de nuevo y tu volviste a hacerme un pequeño sitio en tu cuello.

-me acaba de dejar mi novio... he leído la carta, estoy súper confusa.. estás así... no puedo- dije agarrándome más aún a ti.

-joder, pues mira, a ese tío, que le den por culo, y lo nuestro, pues mira, me tuve que ir, por mis padres.... me obligaron a bloquearte; a no hablarte... joder lo siento- te caían lagrimas, y entendí todo, tu no tenías la culpa.

-a tomar por culo- te bese con ganas y tú me correspondiste con mas ganas aún, tuve cuidado de no hacerte daño. Me pegaste a mi y buscaste mi lengua, nuestra lenguas se entrelazaban y era la persona más feliz del mundo.

-te quiero- susurraste en mi oído, poniéndome la piel de gallina. Yo también te quería, pero necesitaba mi tiempo.

De repente entro un doctor en la habitación, encontrándome a mí encima tuyo.

-hola, alba... puedes abandonar la sala?

-si, luego te veo nat

-adiós churri- dijiste sonriendo.

Salí y no había nadie, miki se había ido a la uní al parecer así que decidí ir yo también, tenía una clase bastante importante por lo cual tenía que ir. Las siguientes dos horas fueron bastante intensas en cuanto a materia, así que decidí darme un descanso abandonando la uní.

Llegue a hospital universitario HM y subí a la planta 4, en la que te instalabas tu. Toque la puerta y no obtuve respuesta así que pase, estabas dormida.

Me senté a tu lado y te estuve mirando hasta que vi que tus ojos se abrían y me miraban.

-ey, Nat- dije susurrando

-albi... hola

-¿que tal estás?- pregunte sonriente

-mucho mejor, hoy me dan el alta

-te vienes a mi casa? Dudo que te apetezca quedarte con tu tío- dije riendo

-no quiero molestar, mi tío se ha ido de casa unos días a un viaje, tengo casa sola.

-pues voy a la tuya?

-eso me gusta más- dijiste sonriendo y indicándome que me acercara a ti.

Me acerqué y me dejaste un beso en la comisura de los labios, beso el cual yo correspondí con uno en la nariz.

Entro un médico en la sala para darte el alta, así que te ayude a vestirte y nos fuimos a casa de tu tío, aunque estos días sería tu casa.

Llegamos y la casa era enorme, estaba a las afueras de madrid y tenía dos pisos más sótano y garaje, era como una mansión.

Diez mil porqués || Albalia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora