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La respiración de Ania era furiosa, corría cuesta arriba de la torre de astronomía a la par de Draco Malfoy, la noche había sido un torbellino de emociones para ella

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La respiración de Ania era furiosa, corría cuesta arriba de la torre de astronomía a la par de Draco Malfoy, la noche había sido un torbellino de emociones para ella.

Lo habían logrado, arreglaron el armario, sin embargo, eso no la había alegrado en lo más mínimo, ella simplemente salió corriendo de la sala de menesteres dejando a Draco celebrar solo y tropezando por el pasillo con la profesora Trelawney.

No sabía qué la llevaba al Gran Comedor, pero cuando llegó ahí supo de inmediato cuál era su objetivo, pero lastimosamente no estaba ahí, sí podía estar Granger y Weasley ahí, pero no él, la chica dio media vuelta y siguió buscando hasta que lo vio salir del despacho del director, se veía molesto.

En un principio su intención era solamente verlo, pero aun así lo siguió hasta la escalera de mármol en donde ella se tumbó, se encontraba tan asustada por lo que venía, se encontraba tan asustada por lo que tenía que hacer, pero lo que la mantenía aterrada era el qué iba a pensar él de ella.

No esperaba que volviera a bajar, definitivamente no lo hacía y mucho menos lo que se venía, no sabía qué la llevó a hacer lo que hizo, pero no se arrepentía, pero definitivamente lo último que creía que llegaría fueron sus palabras.

Cuando vuelva podemos hablar.

La chica no podía entender cómo seguía teniendo una oportunidad con el chico cuando lo había tratado de aquella manera, pero tampoco podía entender la sensación que tuvo al escucharlo decir aquello, en ese momento se planteó severamente el llorar, en ese momento quería decirle que la ayudara porque estaba segura de que si no lo hacía no volverían a hablar en un largo rato, pero así fue, y ahí estaba ella, abriendo con estrepito la puerta de la torre de astronomía esperando que se hiciera pedazos de la manera en la que se encontraba ella en aquel momento.

¡Expelliarmus! —exclamó Draco apuntando a Dumbledore que estaba apoyado en el muro débil y pálido. La varita del viejo describió un arco en la orilla del perapeto.

Ania inspeccionó el lugar con la mirada, solo estaba el anciano más débil que nunca y junto a él dos escobas, el corazón de la chica se aceleró, no podía estar ahí, definitivamente no.

—Buenas noches, Draco —la pelinegra miró de nuevo al viejo y este a ella y muy cordial, como si los recibiese a una tarde de té y galletas le dijo:—. Buenas noches, Ania.

Controló lo mejor que pudo el temblar de su mano, quería correr en línea recta y lanzarse en picada, pero su mente era más ágil y le repitió lo que estuvo pensando todo el curso:

O es el viejo o eres tú.

Su postura volvió a ser rígida y su mano dejó de temblar, su expresión volvió a esconder el miedo remplazándolo por vacío, volvía a estar bajo su armadura. Draco empezó una amena plática con el profesor sobre sus planes y lo que estaba pasando esa noche.

Tenebris [ Harry J. Potter ]Where stories live. Discover now