Capítulo 5

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Cuando sonó el timbre abrí de inmediato la puerta, no me había movido de ahí durante un rato.

-Señorita Evelyn soy el investigador Max.-tendió su mano para estrecharla conmigo. Vestía un traje marrón, con unos zapatos color negro, su altura era bastante promedio y su bigote destacaba su angulosa cara.

-Veo que mi editor le dio mis datos.-hice lo mismo.-¿No viene con usted?

-De hecho su compañero se quedó abajo, unos periodistas nos interceptaron en la entrada.-explicó-Por el momento no queremos un escándalo ya que me han comentado su nuevo proyecto está por salir.

-Algo así.-remarque.-El lugar de los hecho fue en mi recámara.

-Vaya directo al grano, me gustan las mujeres con esa iniciativa.

Lo guié por el apartamento dando mi testimonio de lo ocurrido y el cómo apareció la carta.

-¿Alguien más que sepa donde vive?

-No.

-¿Familiares, amigos?

-Me aleje de ambos hace tiempo.-conteste, el timbre volvió a sonar.-Me permite.

Antes de abrir por completo la puerta Jaime entro como una ráfaga de viento.

-Malditos periodistas.-maldecía mientras aventaba sus zapatos.

-¿No te ha ido bien?

-Hay cosas peores y antes de decírtelo tenemos que arreglar este asunto.-dijo en un tono muy serio.

Después de nuestra pequeña charla regresamos con el detective, se hallaba regando una especie de polvo en los muebles.

-¿Intenta obtener huellas?

-Exacto la mayoría de las personas me insulta por "arruinar" sus muebles ya que dura un par de semanas.

-¿Como sabes que era para eso?-preguntó Jaime.

-Viendo Bones de algún modo aprendes algo.

-Se me olvidaba lo friki que eras.-comentó.- ¿Señor Max hay algo?

-Por el desorden en la habitación al parecer es un novato, quizá solo se trate de un robo.

-Hay algo más.-moví la cabeza en negación.-Todo lo de valor está intacto.

-¿Se metió con alguna mafia o algo así?-insistió Max.

-No.

-¿Esconde algún secreto de la CIA?

-Por un demonio no soy una espía, ni una narcotraficante o algo por el estilo.

-Lo sé pero tenemos que descartar cualquier posibilidad...

-Lo he pillado sin embargo...-antes de decir algo el señor Max hizo una mueca.-¿Que pasa?

-No hay huellas.

-¿Y?-le animó a continuar Jaime.

-No puedo trabajar con nada.

A la retirada del señor Max nos dejó bien claro que nos fijáramos cuidadosamente si faltaba algo importante.

-Ósea que podemos tocar ya los objetos ¿verdad?-averiguó Jaime.

-Pues no del todo pero con esto.-sacó unos guantes de su grande maleta de utensilios del trabajo.- será imposible que contaminen alguna evidencia o la alteren.

-Gracias.-conteste.-Cualquier cosa lo llamo.

-Será un placer.-sin más se puso su gabardina y se fue.

-Muy bien comencemos a buscar.-animo mi acompañante.

Me disponía a recoger los vidrios rotos que habían en la habitación, de la nada Jaime habló:

-No los tires, aunque haya dicho el detective que no hay nada, en los restos de vidrio quizá haya una hebra de ropa o incluso cabello que podrá ayudar a identificar al atacante.

-¿Como sabes eso?

-Viendo Castle aprendes de algo.-imito mi tono de voz.-¿Que no has visto esa serie?

-Si, solo la olvide.-mentí recordaba la serie con mucha precisión Armando y yo solíamos bromear que él era Castle el escritor divertido, adorado por las mujeres y yo la capitana Beckett una aburrida y malhumorada que trabaja en la estación de policías.

-Oye quiero que me digas la verdad Ev.-soltó.-Sabes que no solo soy tu editor, también soy tu amigo ¿hay algo que no me has dicho?

-No es nada puedes estar tranquilo.-dije cortante.

-Vamos a tener problemas si no dices lo que te sucedió.-advirtió.-Lo de allá abajo no suena a nada.

-¿Hablas de los medios?

-Si.-meditó un momento lo que iba a decir y cambió de tema.- ¿Segura que no tienes algo especial?

-No y ya basta.

-¿Tal vez un secreto que nadie quieres que sepa?

De golpe entendí el mensaje, me dirigí a mi estudio, de todo el caos que tenía en mente me olvide de revisarlo; entre con un mal presentimiento.

Al entrar puede ver un desorden total, busque con la mirada la pared falsa. Estaba rota.

<<Lo que faltaba>> registre el lugar no había nada de lo que guarde, solo una foto mía cortada a la mitad.

-¿Pero que diablos?-farfulló Jaime.

-No está...-susurre.-¡Maldita sea!

La libreta encuadernada y la imagen de un águila.
Aquella donde narraba nuestra historia.
El último recuerdo que tuve de el.
Había desaparecido.

De vuelta a tiWhere stories live. Discover now