Capítulo 9

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           CHICO.

El problema de los pilotos es viajar en transporte terrestre, nadie sabe decirte dónde está la calle, sin mencionar a GoogleMaps que se traba por todo para mi suerte el taxista era nuevo en el ámbito y no ubicaba nada.

-Señor es lo más cerca que puedo dejarlo, si avanzo más sube la tarifa-comenzó a balbucear.

-Bien bajaré aquí, ¿cuánto es?

-$120.00 señor.

Le di $150 ya que no llevaba cambio, al parecer él tampoco.

-¿No traerá los $20?

-Déjelo así-tomé mi saco y bajé del auto.

Enseguida llamé a mi jefe, él a esta hora ya estaría en la editorial.

-Vaya al parecer no soy el único que sufre por este sistema de tránsito-se burló.

-Estoy en la calle Regidora, cerca de una zapatería VAZZA, me puede mandar su dirección.

-No, esto no se manejará así, no te muevas de ahí-me dejo en espera por dos minutos- Listo pasarán por ti, el tipo se llama Jaime.

-Ok-colgué para guardar el celular. No tuve mucho que hacer más que esperar y esperar.

Después de estar 30 minutos, la idea de regresar a casa me tentaba, hasta que un hombre aproximadamente de mi estatura se acercó.

-¿René?

-Capitán René-corregí.

-Me complicas la parte de no juzgar a una persona antes de conocerla-reconoció el tipo.

-Deberías de respetar los títulos de los demás-observé- Señor...

-Gerente y editor del departamento de literatura juvenil-presumió- Sólo dime Jaime.

"Por lo que veo no ha sido una buena primera impresión" pensé.

-Ahora sígame Capitán-remarcó la última palabra con burla.

Dimos la vuelta para encontrarnos con un lincoln negro, Jaime fue al frente, dejándome en la parte reducida de atrás.

-A la editorial Quetzalcóatl- dio un billete de 50 al conductor, para que esté pusiera en marcha el auto- Entonces conoces a mi compañera Evelyn ¿no es así?

-Tuvimos un par de conversaciones de vez en cuando-afirme.

-Lo dudo, si no hubiera sido el caso, no estaría en esa novela-puntuó.

-¿Novela?-me hice el tonto.

-¿Ni siquiera sabes porque estás aquí?-volteo a verme.

-Tengo una corazonada.

-Yo en tu lugar no estaría tan tranquilo-fue lo último en decir, el resto del camino la pasamos en silencio.

Jaime tuvo problemas al querer ingresar a la editorial, debido a los periodistas que se hallaban en el lugar. Entre jaloneos y disparos de luz, nos dirigimos al ascensor bastante cercano a la entrada, pulsó el botón para subir. Una vez a dentro oprimió el número de piso 15.

-Si me permites tengo que hacer una llamada-hablé.

-Descuida en eso estoy también-contestó, ambos marcábamos a nuestros jefes para avisar nuestra presencia en la empresa. Colgamos al mismo tiempo. Era el momento para preguntar:

-Eve ¿sabe que he venido?

Jaime soltó un fuerte suspiro.

-No, me dieron órdenes para que no supiera de tu presencia hasta en la junta.

De vuelta a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora