Esperando lo Inesperado Saga: "El verdadero Amor I"

Capítulo 47

Cada día de mi vida cambiaba más y más hasta llegar a un grado de 180°, comenzaba el día orando, hacia devocionales con Sally, aunque ella dijo que arrancará hacerlo sola. Todo lo que una vez me burle ahora lo hacía, recuerdo que tengo que llamar a Lucas para pagar la coca y la hamburguesa. También cada día las corazas que había construido en mi niñez poco a poco se destruyen y afloran los miedos que tan bien había ocultado, el orgullo era una de esas corazas, me explico Sally que amor propio y orgullo no son lo mismo, amor propio es saber que como persona valemos y que no podemos permitir que nos dañen y dañarnos, todos valemos igual, Cristo lo demostró en la cruz al no hacer acepción de persona, mientras que el orgullo es pecado, creer que vales más que los otros y no en un mismo grado, pensar que para tu bien y deseos no importa si dañas a otros. Pero cómo se iban destruyendo esas paredes los miedos del abandono flotaban, pesadillas que había dejado de tener volvían y más de una vez Sal tuvo que explicarme que la salvación no se perdía, es un regalo que el Señor daba y nunca volvía a pedir de nuevo, temía que así como mis padres me dejaron Jesús también lo haría, por eso había pegado en mi cuarto versículos que decían que él nunca me abandonaría, claro que eso ella no lo sabía, supongo que algo de orgullo todavía quedaba.

Pero todavía había días que seguía sintiéndome indigno de todo esto, de Él, Sal decía que siempre orara y pidiera perdón por mis pecados y quien me acusaba era el diablo el cual no debía escuchar y hacerle caso, fácil para ella, ¿qué pecados podía tener ese ángel mío? Yo en cambio parecía más un siervo del diablo que de Jesús. Cuando pensaba así siempre miraba los versículos que pegue en la pared había uno que decía Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.Salmos 27:10, Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! Romanos 8:15, luego de leerlo terminaba de negar mis pensamientos y orar para que el Señor cambiarás mi mentalidad a la suya. Pero era inevitable sentir que aún seguía encerrado en mi yo del pasado, me dedicaba a cambiar esas ideas.

Hoy era uno de eso días que cambiaría esa idea porque hoy sacaría uno de mis peores pecados, menos mal que la salvación no se perdía porque no sabría sí volvía con vida, había un plan pero todo plan puede tener fallas, solo quedaba confiar en el Señor.

-¿Qué haces acá?- pregunta James. Contesto- ¿recuerdas la oferta que me hicieste?-. Asiente. Continúo- quiero darte mi respuesta-. Frunce el ceño- creí que querías esperar hasta tu graduación-. Niego- ya no, quiero contestarte ahora-suspiro y largo la bomba- no voy a aceptar la oferta y tampoco me voy a unir a la banda, también dejó desde el día de hoy las carreras, ya no cuentes conmigo-. Ríe- ¿y crees que te voy a dejar ir así nomas?-. Contesto serio- haz lo que quieras pero esta es mi decisión definitiva-. Siento como dos de atrás me agarran y arrastran a una zona más alejada. Me sacan la campera y esperan las órdenes de James.

Dice- al final acabó te convertiste en un religioso- sonríe y se acerca a mí- te voy a ayudar a redimir tu alma, cuando las personas se equivocan deben ser castigadas-.

Él lanza el primer golpe después continúan los demás. Patadas, piñas y cachetadas llegaban de todos los frente, en este caso es mejor no defenderme que pensaran que ya estaba vencido, sino algo peor podría venir. Este castigo se sentía como el que realizan cuando un miembro se baja de la pandilla, aun cuando no había pertenecido realmente a ellos, me castigan como uno. Los golpes corporales comenzaron a ser reemplazados por golpes con palos y piedras. Hace tiempo que deje de estar parado y ahora también de rodilla directamente estaba acostado en posición fetal, la herida que tenía en la cadera se reabrió, no sentía el brazo derecho a causa de uno de los golpes con un palo, la visión me fallaba, me habían tirado una piedra en el cráneo y sangraba a de lo lindo sin mencionar que escupía sangre y más sangre de la boca.

De un momento a otro los golpes se detuvieron y gritos reemplazaron los insultos de antes, con la poca visualización que tenía pude ver que la policía había llegado y estaban deteniendo a los chicos, a James no lo veía tal vez había huido hace tiempo o mientras me golpeaban se fue.

-¡Alguien llame una ambulancia!- grita un poli se agacha y mira con reproché, lo reconozco no es un policía sino Wickman- chico terco te dije que esperaras un poco más-. Sonrío como puedo- lo ssiiento sosoy teterco-. Asiente- que bueno que lo sepas-. Poco a poco mis ojos se van sintiendo pesados. Wickman comienza a zarandearme- ¡Alex no te duermas!, ya viene la ambulancia-. Hago mi mejor esfuerzo pero no es suficiente los gritos de Wickman son lo último que escucho hasta perderme en la oscuridad.

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