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× GOLPE BAJO ×

—Habla rápido —dijo Ian.

Cassandra acomodó su bolso en su espalda nerviosa, con un incómodo sudor frío bajando por su columna. Volteaba repetidamente a Adams que se encontraba apoyado en la puerta de la habitación con un cigarrillo en la mano. Ella logró ver en sus facciones una expresión extraña, morbosa, claramente burlándose de ella.

Blas estaba sentado en una esquina de la cama, encorvado y cargando su mejilla en su puño observando a la muchacha. Harald se mantenía al margen de la situación, su cuerpo estaba tenso y los nervios por lo que pasaría cruzaban los límites de su capacidad para soportarlos. No se movía de su posición rígida.

—Deja a Ren en paz. Ya fue suficiente con lo que le has hecho.

Ian levantó las cejas con una expresión cansada.

—¿Solo eso? ¿Viniste a perder mi tiempo?

—Si quieres dinero o alguna otra cosa veré cómo conseguirlo, pero no te acerques más a Ren.

Lansberger rió falsamente, burlándose de las palabras recién dichas.

—Ya que tal parece que no lo notaste; no necesito tu dinero, no me alcanzaría ni para un par de calcetines.

—¿Entonces qué quieres?

Se levantó de un salto de la cama y con tres pasos largo ya se encontraba frente a Cassie. La tomó del brazo con fuerza innecesaria y la arrastró a la ventana de su habitación; en el camino se le resbaló y cayó el bolso junto a la mesita de noche de Ian. Ella por la sorpresa se resistió un poco haciendo más tenso el ambiente en el cuarto, pero Ian la empujó frente a la ventana y la soltó para señalar abajo, hacia el jardín de la mansión.

—¿Ves eso? Ren destruyó mi camioneta, lo hizo con sus propias manos y su cara de mosca muerta. Ese desgraciado fisgón no es tan inteligente como parece, ¿y esperas que lo deje así nada más? Eres más estúpida de lo que aparentas. No te metas mientras le rompo los huesos —habló entredientes, hasta que con sus últimas palabras vio tatuado en los ojos de Cassandra un sentimiento que logró entender de inmediato.

Se alejó y soltó una sonora carcajada, estirando su cuello hacia atrás y sujetándose el estómago. La diversión se talló en su rostro, y no iba a desaparecer muy fácilmente. Se secó una lágrima cuando su risa comenzó a cesar, y mientras lo hacía Adams también rió un poco, muy suavemente manteniendo su seriedad.

—Tú, maldito saco de tabaco tenías razón —rió Ian apuntando a Ahgson—. ¡Esta niñita está loca por Forden!

Cassandra experimentó un sentimiento muy extraño: mientras sentía un frío repentino también sintió el calor apoderarse de su rostro. No negó las declaraciones de Ian porque no tenía caso hacerlo, sin embargo no dejaba de sentirse avergonzada.

—Ya me preguntaba por qué te jugabas el pellejo por él sin ser tan cercana. Te mueres por besarle las nalgas a ese desgraciado —se siguió burlando.

Blas también río divertido por la incómoda situación en la que se encontraba Cassandra. La única persona en la habitación que no disfrutaba la escena era Harald, quien se mantenía callado y tenso frente al armario, esperando que acabaran con su juego pronto.

Sí, SeñorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora