la casa de papel (palermo)

08. broken coastline

Velez mira por la ventana un rato. Observa todos los francotiradores apuntando hacia ella y no le causa ni el más mínimo escalofrío. Observa a la multitud quieta tras las ballas, acampando, aún apoyandolos. Suspira. Está sola en la habitación y quizás por primera vez en paz. Camina hacia adentro y apoya su espalda sobre uno de los muebles y vuelve a suspirar mientras sus manos se afirman al rifle. Apoya la cabeza contra la pared levemente y vuelven los pensamientos. "Y ahora estás enamorado de ella" no puede dejar de repetirse en su cabeza. Sus ojos verdes se pierden en algún punto de la habitación y se pone a analizar. Quizás Nairobi esta equivocada. No recuerda un sólo momento feliz con él. Se toca el cuello donde todavía le duele y los moretones morados aún están ahí. Pero luego recuerda que cuando Nairobi dijo aquella frase, Palermo no lo negó. Nisiquiera intervino o interrumpió. Y entonces se le vienen le vienen los buenos momentos con él y se da cuenta de que sí hay momentos felices con él. Cuando bailaron borrachos en su habitación. Todas las veces que él la defendió, de Gandía, de Bogotá, y se le forma una sonrisa, sin darse cuenta. Porque se siente bien recordando esos momentos.

"Ey" la voz de Denver la hace salir de su trance. Lo mira y está ahí parado tranquilo en el umbral de la puerta.

"¿Qué pasó?" Le pregunta Velez mientras él camina hacia ella.

"¿Te encuentras bien?" Cuestiona y frena frente a ella. Sabe que se refiere a lo de Palermo sucedido esa tarde.

"Sí. No te preocupes" le contesta Velez y le sonríe.

"Sabes que si tienes algún problema de amor o lo que necesites hablar, aquí estaré para escucharte, ¿lo sabes no?" A Velez se le llena el corazón escuchando sus palabras. Aprecia demasiado lo buena persona que es Denver.

"Lo sé. Y conmigo también" le contesta y lo abraza por la espalda. Denver le corresponde el abrazo y en ese preciso momento Velez observa por encima del hombro de Denver que Palermo acaba de ingresar a la habitación pero al verlos frena su caminata justo en el umbral. Velez nota como le cambia la cara a Palermo y se separa de Denver.

"¿Estamos jugando a la novelita?" Pregunta sarcástico Palermo. Velez lo mira mal. Denver voltea. "Denver, creo haberte dicho que te quedaras con los rehenes abajo. Asi que ¿qué carajo haces acá?" Pregunta sonriendo falsamente. Denver abre la boca para contestarle pero en ese instante se da cuenta de que no vale la pena, por lo tanto la vuelve a cerrar y se va de la habitación sin decir nada. Palermo amaga a irse pero Velez lo frena desde su lugar.

"Palermo, me estaba preguntando si me sentía mal, no pasó nada" trata de explicarle pero Palermo la interrumpe.

"¿Podes dejar de pelotudiar y ponerte a hacer las cosas que tenes que hacer?" Le dice de mala manera. Velez cuenta hasta un millón.

"Vení acá" le ordena Velez. Palermo se le queda mirando.

"¿Qué?"

"Vení acá" vuelve a decirle y Palermo se acerca. "Sentate" le dice mientras se sienta en un sillón y le señala el otro sillón frente a ella. Palermo se resiste sin decir nada pero finalmente hace caso y se sienta.

"¿Qué?" Pregunta.

"¿Podés relajarte?" Le pide "Lo único que haces es gritar y tratar mal a todo el mundo. Lo único que te pido es que te tranquilices. ¿Sí?" Palermo no contesta. Sólo la mira mal y mira el suelo mientras junta sus manos. "¿Te duele el ojo?" Palermo niega con la cabeza. "¿Te fijaste si ya ves bien?" Palermo vuelve a negar.

"Helsinki dijo que supuestamente hoy iba a ver bien" contesta en voz baja, sin mirarla.

"A ver, probemos" dice Velez y Palermo la mira. "¿Puedo?" Palermo se queda en silencio durante unos segundos pero finalmente asiente con la cabeza. Velez poco a poco le quita el parche hacia atrás y roza sus dedos con el cabello de Palermo. Está muy cerca de su cara y puede sentir la respiración de Palermo chocar contra su rostro. "Abrí el ojo despacito" Palermo hace caso y el celeste de su ojo conecta con los verdes de Velez. Aún hay derrames y un poco de sangre manchando un poco el celeste, pero ha mejorado. "¿Ves?"