09. si la amas dejala ser

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"Si hubiera sabido donde estabas, lo habría dicho" dice Río a traves de la radio. Velez se seca la lágrima que acaba de caer por su mejilla tras escuchar el relato de Río de como lo habían torturado en su secuestro.

"Cualquiera lo hubiera hecho, Río. Cualquiera lo hubiera hecho" contesta el Profesor del otro lado de la radio. "Lo importante es que ya estás con nosotros. Disfruta tus pequeñas vacaciones" dice y toda la banda se mira entre sí ante la última frase. Río los mira cómplice.

"Adiós" se despide Río y corta la comunicación. La banda no dice nada, porque no deben hacerlo. Pero saben, porque se los dijo el Profesor. Río tiene un micrófono dentro de alguna parte de su cuerpo y deberán operarlo para sacarselo. Pero luego, porque mientras tanto, sin revelar nada y tratando de burlarse de todo el operativo que los está escuchando dirijido por, según Río, la inspectora Alicia, Río debe tener su reencuentro y bienvenida con Tokio, para que todo parezca como la cotidianeidad. Para ello, ambos se van al baño, el cual con ayuda de Velez, Tokio preparó una sorpresa para Río.
Mientras tanto, en una de las habitaciones, Velez se para frente a uno de los espejos y se baja el cierre del mameluco rojo, dejando expuesta toda su parte de arriba cubierta de moretones azules, morados y casi negros. Se asusta al verse así, pero agradece que no está muerta y que ya casi no le duelen. Se cierra el mameluco y en ese preciso momento Palermo ingresa a la habitación y Velez lo ve a traves del espejo. Se voltea rápido a mirarlo.

"Ey" le dice llamandolo.

"¿Qué haces acá?" Le pregunta frunciendo el ceño. Velez rueda los ojos porque Palermo acaba de volver a su estado de ánimo normal. "Te toca estar abajo fundiendo el oro" le recuerda de mala manera.

"Vine a verme como tenía el cuerpo" contesta, pero antes de que Palermo le pueda responder ella lo interrumpe "Quería hablar con vos" dice y camina a velocidad hacia él.

"No hay tiempo, tenes que estar haciendo tu tarea" contesta tratando de escapar porque sabe a donde va la conversación. Velez lo agarra del antebrazo y lo obliga a frenar.

"¿No querés que hablemos?" Le pregunta en voz baja.

"No" niega Palermo inaudible.

"¿Porqué no lo queres decir? Decilo y listo" le dice como si no fuera la gran cosa. No le pone titulo al tema, pero Palermo sabe que se refiere a lo que dijo Nairobi la otra vez. Y ella quiere escucharlo de boca de él, en vez de la de Nairobi. Necesita escucharlo.

"No hay nada que decir" responde mirandola desde arriba. Velez alza una ceja y no lo molesta más. Le suelta el brazo y Palermo se va. A Velez no le duele, porque sabe que tiene que darle tiempo. Sin darle más vueltas al asunto, pero ahora con un buen mal humor, se dirije abajo a hacer lo que tiene que hacer, fundir el oro. Las maquinas funcionando y el calor automaticamente la hace sacarse el mameluco y dejarlo por sus caderas. Agradece que ahora lleva una remera fresca y justa para el trabajo. Los demás que están ahí le hablan, pero ella no contesta. No tiene ganas de hablar con nadie, porque Palermo le saca las ganas de todo. Y cuando ya pasan un par de horas, cuando por fin logra distraerse en todo ese oro fundido, totalmente concentrada, el gran problema entra por la puerta del ascensor.

"¡Hola amigos!" Grita Tokio mientras hace una entrada ridicula y baila. Velez la mira sin entender al igual que todos. "Estan haciendo un estupendo trabajo" dice tropezando con sus palabras y en ese momento Velez se da cuenta de que Tokio está borracha. En ese instante una bronca increíble se le acumula en el cuerpo. La observa hacer estúpideces con todos mientras Nairobi la frena y trata de llevarsela. Velez camina hasta ella.

"¿Qué haces?" Le pregunta con violencia.

"¡Velez hermosa!" Dice Tokio y la abraza. Velez trata de sacarla.

la casa de papel (palermo)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant