I.

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No tengo muchos recuerdos de cuando era pequeña. Pero es imposible borrar la primera imagen que tengo de ti.

Acababa de llegar a Valencia con mis padres y mi hermano quien era un bebé todavía.

Era mi primer día en parbulario. Y ahí estabas.

—Hola.

Aún recuerdo tus enormes ojos mirándome. Con esa sonrisa que habría podido iluminar hasta el más profundo agujero. La más oscura cueva. Dejaste visibles tus dientes, dejando al descubierto, el reciente crecimiento de tus palas.

—¿Quieres pintar conmigo?

Me señalaste la clase. La puerta estaba abierta y la profesora estaba en la mesa con algunos papeles.

Dejé de mirar aquel punto para volver a fijar mis ojos tímidos sobre ti y asentí, con algo de vergüenza. Entonces vi como tu sonrisa se ensanchaba más. Tus ojos se achinaron y tus mejillas se elevaron un poco más.

Eras adorable.

—Ven.

Me cogiste de la mano. Y me llevaste hasta la clase, sin titubear.

Dejé que me llevaras, sin pensármelo mucho.

Desconocía que eso era el principio de nuestra historia.

never really over | albalia.Where stories live. Discover now