LV.

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—¿Quieres que me quede a dormir?

El marcado acento del norte florece con esa pregunta y, si no fuese porque tengo la cabeza tan embotada y dispersa en todas las emociones que no puedo digerir, le habría sonreído y burlado.

Lo sé,

y lo sabe.

En su lugar, elevo mis ojos del suelo en donde han estado tras haber metido en el lavavajillas las cosas que cargaba de la cena y dejaba que Natalia hiciera lo mismo. Viendo como cierra el electrodoméstico y lo inicia, se acomoda, levemente, de espaldas, al mármol.

Yo estoy en la perpendicular aunque mis manos están apretando el frío mármol, sin darme cuenta del daño que realmente me estoy haciendo hasta que la veo acercarse con gesto preocupado y me saca las manos de ahí.

—Alba...

Sus manos suaves me acarician, en un intento de alejar la rojez de mis palmas e intentar aliviar el dolor que me he producido sola.

Incluso las lleva a sus labios dejando un beso en éstas.

Tengo que aguantar las ganas de romper a llorar en ese momento. Aprieto la mandíbula, respiro profundo y me trago las lágrimas.

—Ici sigue aquí, ¿no le molestará?— desvío su llamada de atención, centrándome en la pregunta que me ha realizado segundos antes.

—Está con éstos, seguro que no— me dedica una pequeña sonrisa en un intento de tranquilizarme pero viendo que la miro preocupada, se pone a mi altura. —Ici sabía a lo que venía hoy. Y quiero quedarme aquí. Si tú quieres... y no te molesta.

Sabe que siempre quiero, eso no tengo que decírselo.

—Nunca me molestas— le aclaro encontrándome con su mirada.

—La llamo. Para confirmárselo, ¿vale?

Asiento lentamente.

Natalia me deja un beso en la frente antes de dejarme sola en la cocina aunque decido ir a atender mi móvil. Comprobar que Matías no ha necesitado que estuviese ahí.

Y su mensaje positivo me quita ese pensamiento.

Un mensaje de María preguntándome "qué tal?" en el que respondo un escueto "bien" que es mentira pero que es lo mejor. Veo el chat de Sabela también pero me niego a abrirlo, y mentir así que abandono el móvil y lo apago, poniéndolo a cargar.

Escucho a Natalia seguir los pasos a mi habitación y me giro, viendo que se acerca a mí.

—¿Te apetece que nos echemos a dormir? Se nos ha hecho tarde— me dice suave.

—Sí— mascullo abriendo la cama.

Natalia se sitúa en su lado de la cama y, cuando ambas nos hemos tapado con las sábanas, abro mis brazos y para que se pegue a mi. Con la facilidad de siempre, envuelve mi cuerpo con el suyo. Acaricio su cabello y puedo notar como su cuerpo se va relajando.

—Te quiero— susurro sobre su cabello, dejando un beso en su coronilla.

—Y yo— responde contra mi pecho y se pega mucho más, como si no me estuviera sintiendo lo suficiente.

**

Natalia se ha dormido pero yo apenas puedo hacerlo.

Mi cabeza no para de pensar. Y el dolor que se me ha instalado es difícil de ignorar.

Las pocas veces que he podido pegar ojo me he despertado sobresaltada. 

Miro el reloj de la mesa, que marca casi las siete de la mañana.

never really over | albalia.Where stories live. Discover now