XXV.

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Marco suave con mis dedos las teclas del teclado para que no suenen muy alto, a parte de que he puesto el volumen lo más bajo posible, y así no despertar a Elena que sigue dormida en mi cama. Aún es pronto, pero no he podido dormir mucho. Un par de horas, como mucho. Sigo nerviosa por lo acontecido la noche anterior y mi cerebro me lo sigue lanzando como flashes, en un intento de que lo asimile de una vez. Necesito reaccionar pero ¿cómo lo hago?

—¿Estás componiendo?

La voz de mi hermana hace que baje mis manos a mis piernas y le dedique una sonrisa tímida.

—¿Puedo estar aquí contigo mientras tanto?— pregunta con un tono de voz que me hace hacer un puchero de lo adorable que es.

—¿Quieres que te cuente una cosa antes de esto?

Sé que, a pesar de todo, la noticia de Alba le va a alegrar porque Elena siempre quiso mucho a Alba y se puso triste con su marcha. Sobre todo, cuando perdimos el contacto entre unas cosas y otras...

—Vale— me mira algo extrañada y le señalo el sofá para ponernos más cómodas. —Uy, ¿es algo serio?

Recojo el móvil del teclado de la mesa y sonrío para mis adentros. Me siento en el sofá, con una pierna recogida y mi cuerpo encima del pie. Elena en cambio, se sienta de frente a mi, directamente, juntando sus pies en paralelo con sus cuerpo.

—A ver. No es serio. O sí, no sé. Yo te cuento y tú... pues eso— lo que hace siempre, habla, se emociona, comenta...

Hablar con ella, a veces, es lo mejor que puedo hacer porque, a pesar de que sigue siendo una adolescente y puede ser pequeña para muchas cosas, es lista e inteligente, y tiene dos dedos de frente. Es algo que me encanta de ella y hace que podamos hablar de ciertas cosas que, de tener otra mentalidad u otras formas de entender todo, no podría hablarlo. Y con Santiago no tengo la confianza que sí tengo con ella.

—Me estás poniendo nerviosa— me confiesa inquieta.

—A ver... Anoche fui al karaoke, ¿recuerdas?— ella asiente y alza sus cejas, esperando que continúe. —Vale, pues allí... vi a Alba.

Guardo un poco de silencio y veo sus ojos abrirse desmesuradamente para luego dar paso a su boca.

—¡¿En serio!? ¡Alba! Pero Alba... ¡¿Alba Reche!?— exclama dando un salto en el sofá.

—Sí— me río por su reacción. —Alba Reche.

—¡Madre mía! ¡Comienza a hablar ahora mismo!

Aún sabiendo que iba a tener esa respuesta de su parte, no puedo evitar echarme a reír.

—A ver, al principio no sabía si era ella porque... bueno, ya sabes, ¿recuerdas aquella vez que fuimos de viaje a Sevilla, vi a alguien que se parecía a ella, eché a correr calle y media para darle alcance y llevarme la leche de que no lo fuera?

—Me acuerdo y no sé si quiero reír o llorar- admite Elena aguantando la risa.

—Ya. Bueno, pues como aquello fue lo más "Tierra, trágame" que me ha pasado, no quería que volviera a pasarme. Mucho menos en un recinto cerrado que podía hacer que fueran todos los focos hacia a mi así que...

—No me digas que no te acercaste a ella... ¡Natalia como no te acercaras a decirle hola es que te doy una leche!

—¡Oye, esa agresividad!— me quejo frunciendo el ceño.

—¡Es que! Bueno, sigue— me insta intentando controlar los nervios.

—Pues la cosa es que no iba a decirle nada pero vi que iba a cantar y yo... bueno, pues me acerqué igual porque, no sé, sentí que tenía que comprobarlo de cerca. Porque no la había visto con ese color de pelo, ni con el corte que tiene y yo qué sé...

never really over | albalia.Kde žijí příběhy. Začni objevovat