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Viviendo en casa de Kenneth, nunca me preocupe por escapar, por la comida, por un techo o por el frío del invierno, simplemente tenía que esconder a mamá y a mi cuando nos atacaban y seguir con nuestras vidas después. Pero todos los demás vivían con el miedo de ser detenidos por el ejército. Era cansado correr tanto, esquivando y saltando obstáculos, por eso nos deteníamos de vez en cuando para tomar aire. El sudor se notaba en mi frente y en la de ella, pero no nos importaba sudar, simplemente queríamos llegar a ese auto antes que nos atraparan.

—Ya casi llegamos -respiró hondo -es por esa calle -señaló una calle a dos cuadras de donde estábamos

Al llegar al lugar, era otro edificio de departamentos como todos en la ciudad, solo que este tenía una cochera con una cortona de metal color negra con algunos rayones y claramente maltratada.

—¿Quién es él? -pregunté en un susurro

—Mi hermano trabajaba con él, es un maldito bastardo que trata mal a sus empleados

—¿Cómo abriremos la cortina?

—Estas porquerías no protegen en nada ¿Sabes encender un auto sin llaves?

—No ¿Por qué sabría algo como eso?

Me miró sorprendía, pero no entendía que tenia de sorprendente el que no supiera encender un auto sin llaves.

—...Entonces -abrió su mochila y sacó una palanca -tu abrirás la cortina y yo encenderé el auto ¿Puedes abrir la puerta del auto y la cortina?

—Claro que puedo hacer eso -contesté algo molesto

—Perfecto

Miramos desde nuestro escondite que no viniera nadie y en ese momento ella salió corriendo y yo detrás.

Clavé la punta de la palanca en el suelo a un lado del candado y con un fuerte empujón esta se abrió.

Sí que es fácil abrir estas cosas.

Levanté la cortina rápido sin importarme el ruido que había causado y en ese momento ella entró corriendo, rompió el vidrio del lado del conductor y abrió la puerta. Se agachó y tardó unos segundos en los que aproveché para romper la otra ventana para poder entrar.

El motor despertó cuando los dos cables que ella sacó se conectaron en la punta. En ese momento la puerta detrás de nosotros se abrió y un hombre con pantalones de mezclilla, camisa verde y una escopeta en la mano salió molesto.

Kayla no se molestó en mirarlo ni tembló, simplemente pisó el acelerador y salimos disparados de la cochera mientras el hombre nos comenzó a disparar. Tuvimos que agacharnos por un momento para evitar los disparos, los cuales alcanzaron a dar en el vidrio de detrás y en la ventana derecha.

—Llamaremos la atención de los soldados -miré detrás viendo cómo nos alejábamos del hombre

—No importa, dejaremos el auto en la frontera

—¿Por qué?

—Esto es como un apocalipsis zombi, la carretera a la ciudad continúa, está bloqueada con los autos viejos, no podremos pasar

No dije nada más y simplemente me agarré fuertemente a mi asiento pidiendo porque no volcáramos o chocáramos. Esta mujer manejaba como loca, pero viendo las circunstancias, no me puedo quejar.

En todo el camino mi corazón latía desenfrenado simplemente por los nervios que tenía al pensar en que no se nos acercaran los soldados hasta que hubiéramos llegado a la frontera.

La frontera de este lado no está cuidada por nadie, estos son los que no apoyan a Kenneth y si quieren irse a otra ciudad, es su maldito problema, por eso sería fácil salir de este lado. Así que, al llegar a la frontera, seguimos por la carretera hasta que delante de nosotros los autos estaban parados, como si estuviéramos en el tráfico normal de hace 10 años y como si hubiera habido una evacuación.

—Eso es todo -dijo ella frenando el auto

Tomamos las mochilas y bajamos. Estábamos en medio de la carretera, exactamente no sabía dónde, pero por más que miraba a mis alrededores no veía más que autos, árboles y el camino nada más.

—¿A dónde? -pregunté

—Hay una pequeña ciudad a una hora y media caminando

—¿Cómo sabes todo eso?

—Desde que todo empezó me informé y aprendí algunos trucos para cosas como estas, fantasear con escapar ¿Sabes?

—¿Tu no jugabas con tus amigos?

—Juegos de escape -sonrió y tomó la orilla del cuello de su camisa para mostrarme los dos pasadores que llevaba atorados -abrir puertas con pasadores, emprenderme las ciudades a los alrededores y los mejores caminos, saber las circunstancias de esas ciudades, brincar muros, encender carros.... -miró el auto

—Me impresionas

En serio, seguramente si me hubiera topado con otra chica, a estas alturas, ya estaríamos muertos.

—No sé pelear, usar armas o hacer planes de ataque, pero por lo menos puedo dar un poco de batalla

—Me alegra haberme cruzado contigo

Sonrió un poco.

—Vamos, avancemos lo más posible antes de que nos alcance la noche

Dejamos el auto atrás y comenzamos a caminar por un lado de los autos siguiendo el camino, era más seguro que meternos entre los árboles y probablemente perdernos o que algún grupo nos atacara, por lo menos aquí podemos correr en piso firme sin el riesgo de tropezarnos con ramas o con desniveles en el piso.

Llevábamos un buen tiempo caminando, me dolían las piernas, pero necesitábamos avanzar lo más posibles. Tenía sed y tenía hambre, nos habíamos terminado ya el agua y la comida la teníamos que dividir solo para tener las tres comidas diarias, ya habíamos comido las dos piernas y hasta que fuera de noche podríamos comer la tercera.

—Espera -dijo ella jadeando y recargándose en un auto mientras se llevaba una mano a la frente

—¿Estas cansada?

—No

—¿Entonces? -me acerqué un poco

—Mareada

Hubo un momento de silencio y después de eso, Kayla se deslizó del auto hacia un lado, pero alcancé a tomarla en brazos, pero por el peso de la mochila y de la mía no pude evitar caer de sentón al suelo.

Por un momento me entró el pánico, no es bueno quedarnos aquí o podría pasarnos algo, pero tampoco podía abandonarla a su suerte.  

La Resistencia (ParkJimin)Where stories live. Discover now