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Al finalizar la clase de ayuda, note la enorme prisa de Annie, por irse. Mi falta de control, provocó que quizás la incomodara frente a todos. Igual tomé mis cosas para ir tras ella, disculparme sería lo mejor. Caminaba realmente rápido, esas preciosas piernas son fuertes—sacudí mi cabeza tras ese pensamiento—, la alcance al salir completamente del plantel.

     —Annie, lo siento—dije en voz alta.

   Ella se detuvo, se giró hacia mí, seguía ese ligero rubor, en su mente pasarán mis palabras de hace rato. Sacó un cuaderno, escribió una nota, extendió la mano para que la leyera. Caminé para acercarme, en medio de la calle, estábamos ahí rareando.

    Deja de seguirme.

   Eso decía aquella nota.

    —Perdón—me disculpé enseguida.—Solo quiero ser tu amigo—le mire completamente sincero.

    Ella me inspeccionó con la mirada, pero de nuevo la vi titubear, porque volvió a ponerse a la defensiva, para escribir deprisa con esa estilográfica negra delgada:—No necesito amigos. Déjame tranquila.

   Su rostro parecía querer decirme lo contrario. ¡Wow!, sí que Annie, es hermosa, digo, sus ojos son grandes, pestañas largas y nuevamente: sus ojos azules tan claros; sus labios color durazno, su cabello lacio, esos pómulos, su cuerpo está realmente bien estructurado, cintura chica y piernas fuertes... ¡Cómo me gustaría verla sonreír!

    —Annie, me gustaría mucho verte sonreír—me acerqué más a su rostro.

   Ella retrocedió y aquel rubor se hizo más notorio. Bajó su vista a su cuadernillo, seguía describiendo.

    —No hace falta.

    —Sólo déjame intentarlo—me incliné a su estatura:—sé que, para ti, seré un buen amigo.

   Sus ojos se clavaron en mi, sus ojos azules y los míos conectaron al fin. Annie, cuando expresa aunque sea sólo un poco de ella, hace su hermoso rostro más bello.

    —De acuerdo.

   Me sentí feliz por dentro, había logrado algo qué creí imposible. Ella se despidió de mí, con la mano agitándola levemente. A mí me hubiera gustado tocar aquella mano, pero tenía que ir lento.

   Me fui a casa pensando en Annie, era tan invisible a mis ojos, recuerdo la primera vez que la vi: la primera vez que la vi, fue en Ciencias. Llegué temprano a la clase, estaba muy emocionado. Me senté en los primeros asientos de enfrente, donde nadie taparía mi vista. Ella entró sola, con esa mirada vacía, pasó a mi lado, pide percibir su agradable olor. Volteé solamente por curiosidad a ver qué lugar escogió, y fue justamente detrás de mí. Recuerdo que me apene al darme cuenta de aquello, por lo que me reí honesto ante mi acto. Ella sin emoción negó mi conducta, y siguió con esa mirada frívola. En ese entonces reflexionaba en Mikasa, ignoraba la belleza de Annie. Ahora lo veo más claro, Annie, es diferente a cualquier otra chica de este sitio, ella es un hermoso misterio.

   Pasó el fin de semana tranquilo, seguí practicando en casa con mi guitarra, igual vi a Marco, para mis clases de Matemáticas. Y seguí leyendo a mi autor favorito.

   Al llegar el lunes, decidí hablarle a Annie, en Ciencias, ya éramos amigos, ¿no?, podía hablarle con toda libertad

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   Al llegar el lunes, decidí hablarle a Annie, en Ciencias, ya éramos amigos, ¿no?, podía hablarle con toda libertad. Me senté en el punto de siempre, y esperé a su llegada, feliz con una nueva estrategia para comunicarnos, no llegó, ni el miércoles (qué igual compartíamos juntos), y menos el viernes, no la vi en los pasillos.

   De la única persona qué sabía era cercana a Annie, era Hitch—algo ilógico para mí—pues Hitch, es todo lo que Annie, no es: presumida, metiche, arrogante y habladora. Aun así decidí usarla para saber de Annie, le hablé al finalizar matemáticas.

   Ella salía de clases de Pintura, le esperé afuera de su salón, me acerqué a ella:—Hola, soy amigo de Annie—la saludé.

   Ella me miro confundida, se hizo a un lado para dejar pasar a los demás que todavía no salían del salón.

    —¿Amigo?—alzó una ceja—. Lo dudo, Annie, no tiene amigos más que yo.

    Su voz era irritante para mi.

    —Sí, ella y yo hablamos mucho—mentí.

   —Hitch, se sorprendió de inmediato para preguntar:—¿de verdad?—abrió sus ojos cafés.

   Me lleve una mano a mi boca, tenía que fingir si quería saber algo.

    —Sí, pero no dice mucho.

    —Nunca creí que hablará con alguien qué no sea su hermano, y yo. Entonces eres especial para ella, no deja qué nadie escuchen su voz, ya que...

    —¿Su voz?—Pregunté completamente confundido.

   Hitch, se llevó ambas manos a la boca, se volteó, y a mí la duda me estaba matando.

    —¿Annie, puede hablar?—La gire de nuevo a mí.

    —Nada, olvídalo—se soltó de mi para seguir su camino.

   Por obvias razones la seguí.

    —Yo de verdad soy amigo de Annie, quiero ayudarla. Por favor, ayúdame, ayudarla—me coloqué enfrente, impidiéndole el paso.

   Ella suspiró:—Annie, sí puede hablar—soltó primero—pero, no habla por un trauma de la infancia. Eso sí, no te lo diré, solo Annie, si llegas a ser su amigo de verdad. Ella pasó por mucho, es desconfiada, tímida... Pero una vez que te acercas, puedes ver lo cálido de su corazón.

   Después de una breve charla, me dio su dirección para ir la a ver, me quede pensando en especial en ese enunciado: Trauma de la infancia. Definitivamente Annie es un misterio absoluto. No se ahora si estoy haciendo lo correcto, pero, quiero intentar unirme a su vida...

 No se ahora si estoy haciendo lo correcto, pero, quiero intentar unirme a su vida

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Él soñador y la chica de la mirada vacía.Where stories live. Discover now