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Los días lluviosos continuaron en Liverpool, y Armin los odiaba gracias a malos recuerdos de su infancia, cuando sus padres tenían discusiones, tan fuertes qué él mismo odiaba escucharlos. Se escondía en su armario, para taparse ambos oídos con un edredón azul, enrollaba cada mano, hasta crear una especie de orejeras enormes, y cubrirlos. 

  Con el paso de los años, aprendió a lidiar con ellos, pero, realmente los odiaba, odiaba qué sus cabellos se mojarán, y su fleco quedará hacia abajo. Aunque en sí Armin odiaba muchas cosas, y, en cambio, todas aquellas las frecuentaba: como sus clases de matemáticas. 

  Miraba la pizarra, y los números, desde su pupitre, uno de los asientos de en medio, siempre cercas de Marco. Ahí, este siempre le explicaba una segunda vez, después del profesor. Hasta qué Armin se lamentaba con pequeños quejidos, lo qué le daba risa a Mina, quien volteaba desde su asiento de adelante, en primera fila. 

  Al finalizar la clase, Mina se acercó a Armin, con sus cabellos negros sueltos, y un suéter color caqui, miró al rubio qué esperaba a Marco, a qué terminará de acomodar sus libros. 

    —Armin, ¿te gustaría almorzar hoy conmigo?—Le preguntó sonriente. 

  Armin se frotó la barbilla, ya había quedado con Annie. 

    —Me gustaría, pero, ya quedé con alguien—. Respondió tranquilo, e igual con una sonrisa que decía "lo siento". 

    —Oh, claro, será otro día—se golpeó la frente levemente. 

  Mina se alejó tranquila, y ahí Marco, quien ya había guardado sus cosas, miro a Armin extrañado. Juntos salieron del aula, hasta caminar por el pasillo, cuando aquella mirada de Marco, le ponía nervioso. 

    —¿Sucede algo?—Preguntó incómodo Armin.  

    —Armin, quizás sea un «novato virgen»—, así lo apodaban algunos:—pero, sé que algo pasó entre Mina y tú, desde hace unas semanas que lo sospecho... Además de qué bueno, somos amigos, nos contamos todo, ¿cierto? Escuché algunas cosas, y quisiera qué tú mismo me expliques...

    —Marco, ¿de qué hablas?—Volvió preguntar ahora extrañado. 

  Ambos seguían caminando hasta llegar a la planta baja, y detenerse cercas de los baños, de hombres. 

    —¿Pasó algo entre Mina y tú el día qué yo falté a clases?—Lo miró fijamente. 

    —Bueno... Nos besamos.—Musitó. 

    —¿Ya salias con Annie?—Preguntó curioso. 

     —No—negó de inmediato. —En realidad aquel beso fue más por obligación, qué gusto.— Explicó, mientras se apenaba por tener qué contarlo.  

    —Mira, igual no he sido muy honesto contigo, pero, salgo con una chica llamada Hange, es una científica. Ella me contó qué en los baños de las chicas, se rumorea sobre ti, y tu nueva novia. En sí, qué solamente sales con Annie por despecho, por lo de Mikasa...—Se frotó las sienes. 

    —Me sorprende qué tengas novia.—Habló tranquilo Armin. 

    —¿Realmente te gusta esa chica? 

    —Ella es realmente brillante, es tan hermosa—respondió sin vacilar. 

     —¿Realmente te gusta esa chica?—Volvió a preguntar. 

  Los alumnos pasaban y Armin se encontraba molesto, sin aparentarlo, no creía qué su mejor amigo dudará de él, e igual lo qué se creía qué hacía. 

Él soñador y la chica de la mirada vacía.Where stories live. Discover now