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A pesar de todo, de haber rotó con mi hermosa novia, y estar los viernes en ese grupo de apoyo juvenil, creo qué mi vida está por buen camino. Es que simplemente no puedo deprimirme, mi mente me motiva a seguir, aunque parezca que no hay alternativa, ahí sigue esa luz en mí, tengo que seguirla. 

   Nuevamente, es viernes, y ¡bah!, sentarme después a hablar de problemas que no tengo, soy muy normal. Mientras tanto estoy en Matemáticas junto a Marco. Marco, es un chico muy estudioso (como yo), aquel chico de pecas, con peinado de libro abierto, es uno de mis mejores amigos. Pero él, es bueno en esta clase, y yo no; mi fuerte es Literatura e Historia. Por ello mismo no presto mucha atención aquí, al contrario, miro por encima de la ventanilla, halla, afuera está el equipo femenil de atletismo. Mi mente viaja a través del cielo, para caer atraído por una fémina: esa chica es de caderas grandes, no muy alta, cabello rubio suelto, tiene un traje negro, se ve muy bien. 

   Sigo mirándola, ella hace sentadillas, ojalá voltease, parece muy linda. Eso me hace pensar en Mikasa, cuando la miraba hacer ejercicio, suspiros tras suspiros. 

    —¡Arlet!—Gritaron mi apellido en voz alta. 

   Del susto, di un salto del cual me tiró del asiento, estaba tan concentrado en esa rubia, qué me tomó por sorpresa el profesor:—Joven Arlet, no tengo ningún inconveniente en que no presté atención, pero agradecería qué guardase sus suspiros para usted en voz muy baja—me señaló con su pluma negra de oro fundido en la cubierta. 

   La clase se rio de mí, y Marco, me mira con compasión desde mi lado derecho. Bajó mi mirada en síntoma de regaño, quiero mirar de nuevo, para ver su rostro de aquella chica, pero es más mi pena. 

   Al finalizar matemáticas, Marco me toma de los hombros para animarme—Armin, si no te gustan las matemáticas cambia de materia—me sonríe. 

    —Pero aquí dan más puntos que cualquier otra materia externa—lo miro frustrado. 

    —Armin, no te esfuerzas aquí, y él profesor Saimón no tardará en darte de baja. 

   Tiene mucha razón, pero, los viernes me tocan matemáticas, después el grupo de ayuda, ambas clases no me dejan pensar con tranquilidad. ¿Por qué no fue mejor jueves matemáticas? Solamente pienso excusas, a quien engaño, odio los números. 

    —Tonto Armin, te ayudaré los sábados a estudiar—nos detenemos enfrente del taller de poesía. 

   —¿De verdad?—Sonrió como un niño agradecido. 

   —Sí, ahora veté a controlar tu ira—igual sonríe. 

   Respiro profundo, antes de entrar a ese lugar tan callado e incómodo... Entro y miro a todos como siempre: están ahí esperando a Erwin.  Annie, no ha llegado aún, qué extraño, casi siempre es una de las primeras. Tomo asiento, y veo a un chico nuevo, es muy alto, y se ve tímido, quizás algo de amabilidad lo haga sentir mejor:—Hola, soy Armin—lo saludó. 

   Él me mira extraño.—Hola Erwin, eres muy joven, no sabía que tu apellido fuera...

    —Comienzo a reírme—soy un estudiante, solo quería ser amigable. 

    —Oohh...—me mira apenado. 

   Se escucha la puerta, cerrarse, es Annie, ella tiene el cabello desacomodado, el típico peinado de siempre no está, a cambio, el cabello suelto, así se parece a la chica de hace rato. Rojiza, y agitada, se ve, quizás corrió hasta aquí. Toma su asiento de siempre, y me mira ligeramente, aquello me parece muy inusual. Ella nunca ve a nadie, seguro fue por lo que pasó el pasado viernes. 

Él soñador y la chica de la mirada vacía.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon