B1: El viejo que observaba

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Otra tarde igual de divertida con sus amigos, iban saliendo de la prepa, aunque no, de pronto iban saliendo del parque, ¿o iban llegando?, eso no importa.

Mientras caminaban por un lugar lleno de tierra en el piso, arboles a los lados del camino, y algún auto que pasaba cada diez minutos o más, Liliana vio una sombra a lo lejos, muy extraña junto a un árbol.

Después Laura conforme se acercaban más logró distinguir por fin de que se trataba, un hombre con una mirada perdida hacia el frente estaba sentado en una roca, cerca de una reja o maya de alambres viejos que ya no cubrían nada; Pronto los tres chicos se hallaron más cerca de aquel hombre, que estaba hablando con una chica rubia, el hombre se quedó callado inmediatamente, y volteó a verlos, su mirada más bien parecía de locura, se les quedó viendo, Laura le sostuvo la mirada, no la intimidaría, en seguida no les prestó más atención, y ellos tampoco, la chica rubia continuó con lo que al parecer era una discusión.

Las dos chicas dijeron que ese hombre se veía muy raro después de dar la vuelta por otro sendero, de pronto escucharon gritos, tal vez de la misma chica rubia: -Suéltenme, ayuda!, déjenme en paz, no me toquen, ayuda!- Un golpe fuerte se escuchó, y Jonathan volteó a ver a ambas con cara de asombro. -¿Que creen que haya pasado?- Les preguntó

-Al parecer fue la muchacha que estaba allá atra- Laura fue interrumpida cuando un auto negro plano derrapó a un lado de ellos y les echó tierra.

-Tenemos que ir a ver- le dijo Liliana muy segura, Jonathan sacó el gas pimienta que siempre llevaba con él en la bolsa del pantalón.

Y de manera rápida volvieron al lugar donde habían visto a las personas por última vez, pero la piedra estaba sola, no había nadie, sólo quedaba la tierra volando en el aire que había levantado el carro al irse tan rápido.

Ellos no sabían que hacer, porque no sabían que había sucedido, llamar a la policía, pero ¿Dónde estaban?, no había respuesta a nada, mas que olvidarse del asunto y continuar su camino como si no hubiera pasado nada, eso hicieron.

Luego de media hora caminando, al dar vuelta a la izquierda se sorprendieron los tres, pues el mismo hombre de antes estaba ahí sentado, con su mirada de locura, viéndolas, si sólo a ellas.

Era un hombre gordo, mugriento, con algo de arena y suciedad en la cara, no con barba pero sin rasurar y con un bigote, llevaba una playera amarilla, un cinto café de piel, un pantalón enterregado y una chamarra de mezclilla desabrochada de la que sobresalía su pansa con dicha playera, sostenía algo en las manos a los lados, una cosa de plástico, tal vez una botella, y otra cosa de madera, también llevaba una cachucha roja en la cabeza de la que sobresalía algo del caniento cabello.

Rápidamente Jonathan tomo el gas pimienta en sus manos pero aún dentro de la bolsa del pantalón, ambas chicas se tensaron y pusieron alerta, pero de un segundo a otro un carro blanco del mismo modelo que el negro llegó derrapando, y levantando arena, el hombre con su mirada loca se lanzó a Jonathan, y después empujó a las chicas, en medio de tanto polvo no se distinguía mucho, sólo alcanzó a escuchar un quejido de Laura, y un gritito de Liliana, cuando volvió a ver al hombre que trataba de atraparlo con una especie de cuchillo en mano, Jonathan roseó el gas pimienta en sus ojos, lo empujó hacia atrás, y logró salir de la nube de tierra en la que todo había sucedido, y a unos metros vio como sus amigas gritaban desde el auto mientras unas manos trataban de callarlas.

Jonathan alcanzó a distinguir de sui amiga mas amada Liliana-¡¡ENCUENTRANOS!!-

Mientras su voz interna le gritaba que escapara y le susurraba que ellas resistirían, así que corrió mu rápido por el camino que iban antes, alcanzaba a escuchar aún al hombre retorciéndose del dolor en los ojos.

Él corrió, corrió hasta llegar a la ciudad, estando dispuesto a encontrarlas, donde fuera que estuvieran.

Susurros de la lunaWhere stories live. Discover now