A1: Don

2 0 0
                                    

Enero 1982

Se notaba el reflejo de la luna en cemento de la calle, a estas horas pocos autos pasaban, Alexandra se encontraba en su habitación.

Los rizos castaños claros casi rubios le caían en la mejilla mientras movía ligeramente los labios, como tragando la saliva.

Sus sueños siempre eran casi reales, le provocaban sensaciones muy exageradas, pero no era ella casi nunca, sino que estaba en lugares pero a través de otra piel, y viendo con ojos que no eran los suyos desde aquella vez hace dos años.

Alexandra estaba vestida muy raro esta vez, ropa corta, muy ajustada, delgada, casi transparente; era mayor, con sombras y delineado exageradamente marcado en los ojos, no se conocía, nunca se había visto, ni ese lugar.

Recargada en una pared frente al bulevar aproximadamente a esa misma hora, estaba aburrida y ya desesperada, nadie se detenía.

Se llevaron a sus amigas pero ella seguía ahí, era raro, pues ya estaban en Octubre, la mejor temporada del año. Hubo un momento mareador con el que notoriamente el tiempo avanzó como cuarenta minutos.

Un Pegout 205 rojo derrapó frente a ella, era un carro raro, se parecía mucho a los que había visto, pero tenía algo diferente, algo que lo hacía ver mas futurista y nuevo.

La ventana se bajó y el copiloto la volteó a ver con una mirada juguetona, Alexandra, o quien fuera en ese momento le sonrió y saludó moviendo la mano. El hombre se mojó los labios con la lengua y volteó a ver a su compañero, ambos parecían algo alcoholizados y de edades mayores, se les calculaban cuarenta años.

-Sube guapa.

La chica sonrió ampliamente y los miró lujuriosamente; Caminando como modelo en sus grandes tacones y con la gracia que tiene un cisne abrió la puerta trasera, en cuanto se sentó el auto dio un acelerón tan fuerte que se fue para atrás y se quedó recargada, los hombres dieron un grito de diversión y ella soltó una carcajada alegre.

-Y ¿A dónde vamos hoy chicos?.

-¿A donde iremos Carlos? Dijo el que le había hablado antes.

-A mi casa por supuesto, hoy no hay nadie- Respondió sonriente, luego ambos se miraron a los ojos maliciosamente.

-Podríamos comenzar desde aquí- insinuó mientras se mordía el labio la chica, pero no pasó nada, así que se fue callada los quince minutos de camino luego de que la rechazara mas de dos veces.

Se notaba que tenían dinero, esa noche le iría bien con aquellos hombres más de mil pesos asegurados, pero la pregunta de Alexa era ¿por qué le pagarían tanto? ¿Qué iba a hacer con esos hombres?, la otra piel sentía sus pensamientos como zumbidos en la cabeza que no la dejaban en paz.

Un portón negro se abrió sin nadie del otro lado, los arboles de la lujosa residencia tapaban, pero se podía escuchar música y tranquila, luces y el reflejo de agua en estas, tal vez una alberca.

La dejaron entrar primero, se dio la vuelta para ver que hacían los hombre que ya tenían una sonrisa en los hombros, y se les podía ver un bulto en la entre pierna. La chica se paso los dientes por el labio inferior para indicar la supuesta aprobación-Síganme- dijo después y corrió hacia la supuesta alberca olvidando los tacones en el piso y ya bajándose el cierre del vestido.

Los hombres soltaron una especie de suspiro extraño, la clase de sonidos que hace un animal cuando desea algo, comenzaron a desabrocharse el cinto y corrieron tras ella.

Alexa o la otra, corrió varios metros en el pasto hasta llegar a la alberca ya sin el vestido, solo un brasier y una tanga, volteó para verlos y reírse una vez más, se mantuvo caminando de espaldas. -Cásenme chicos, grr- les dijo "provocativa".

Susurros de la lunaKde žijí příběhy. Začni objevovat