E: El niño Perro

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Él aproximadamente tenía cinco o seis años.

Para ir a la primaria, su madre contrató el servicio de transporte de la escuela.

Diario, en el frío de las seis de la mañana despertaban mientras las calles se encontraban en silencio. Caminaban poco más de un kilometro para llegar al bulevar.

El camino era rocoso, con hierbas en algunos lugares, y sin pavimento, cerca de las casas con gente parecida a ellos, pero obviamente, un animal no se lleva bien con los otros, y tampoco creen que son de la misma condición, hay depredadores, carroñeros o presas siempre, no sólo ahí, en todos lados...

Al subirse el niño al autobús su "realidad" cambiaba, pero no él.

Su mamá regresaba sola hasta la casa, donde su esposo se quedaba esperando con la luz prendida para ahuyentar a algunos mapaches o buitres, aunque muy seguido se quedaba dormido cual perezoso.

Nunca alcanzaba lugar en el autobús, así que se iba de pie, observando por las ventanas húmedas del frío de la madrugada. De vez en cuando pasaban por donde había pájaros u otro animal, él movía la cabeza igual que los perros y soltaba el mismo ruidito que parece una especie de gemido. Los demás niños se le quedaban viendo, pero él nunca hacía caso, ni lo notaba siquiera, realmente no sabía la razón por la que lo hacía, era como si su mente tuviera más de un canal, y ese era alguno de ellos,. Un perro casi literalmente, ni siquiera hablaba ni una sola palabra, sólo observar, brincar, gemir, inclinar la cabeza, y cuando la situación lo ameritaba hasta mordía.

La escuela era un edificio de tres pisos; En el centro había una cancha grande, y al rededor estaban todas las aulas, para llegar a ellas había dos escaleras, una cerca de la entrada y otra más cerca de los baños mas al fondo de la entrada, el punto es que desde el tercer piso o cualquier esquina se veía toda la escuela.

Para entrar había tres portones que al entrar tenían pasillos con pequeñas bardas que los separaban, era como una vena ya que a unos metros los tres pasillos se volvían uno solo para llegar a la entrada de la primaria.

en el suelo al rededor de la gran cancha había unas líneas marcadas con graba o piedritas adheridas que formaban cuadros.

El chico desde el primer día escogió una, como un animal al escoger donde dormir o dónde hacer sus "necesidades". Día tras día él iba y simplemente se quedaba parado ahí con la mirada perdida viendo hacia el frente, examinando cómo los otros niños corrían por toda la cancha como locos.

Luego de unos días se aburría, así que se sentaba ahí, en el suelo, habiendo sillas.

Cuando entraba al salón lloraba diciéndole a la maestra que extrañaba a sus padres, quien sabe que le pasara por la cabeza y que le hacían en casa para que fuera así.

En el recreo se quedaba afuera en el mismo lugar sólo, ahora hasta los maestros lo observaban con confusión, decidieron que debían hacer algo, pero no se les pasó por la mente nunca hablar con sus padres.

Su maestra se quedaba con él en el salón en los recesos, le daban su comida, y ahora hasta lo "amarraban" así se sentía en aquella realidad, no podía salir al menos que fuera para hacer un favor a las gatas, a las maestras.

Era un chico sin duda extraño que nadie nunca supo por qué era así, nunca nadie se preocupó lo suficiente por él o por lo que sentía y pasaba por su cabeza, sólo lo podían ver con ojos de rareza

No mucho después llegó otro chico muy parecido... ¿el chico zorro? no lo sabemos.

Realmente la historia del perro se perdió, pero que podría pasar con sus realidades, y ¿Por qué? ¿Qué psaba en casa? ¿y en la del zorro? nunca nadie lo supo, su historia no cambió mucho con la llegada del otro a decir verdad.

Él simplemente desapareció en la nada, como si borraran esa imagen del niño parado en el patio con el cielo nublado, o ese niño que observaba a los demás por los barrotes de las ventanas mientras las cacatúas convivían con las gatas. Lo borraron, se borró.

Susurros de la lunaWhere stories live. Discover now