G1: Ácido

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Abi llegó super contenta a su tercer clase de natación de la semana, como siempre.

Abigail era una niña de siete años, morena y de pelo rizado, carismática y con ese fuego artificial que presentan casi todos los niños.

Su madre estaba pasando por un momento económico difícil en esos momentos, pero no se lo mostraban a su hija para que no se preocupara y simplemente siguiera disfrutando. Apenas habían alcanzado a pagar la mensualidad de las clases con el descuento, en la fecha límite, que eran muy caras.

Y aún así el agua de la alberca nunca estaba del todo limpia.

El agua este día se veía distinta, la gente ya salía algo rojiza de la piel, pero cuando Janet llamó a los superiores estos simplemente respondieron que estaba dentro de los parámetros y los haría perder dinero si les decía que las clases serían repuestas y no entraran. Por lo que con pena no tuvo otra opción más que continuar con los accesos de manera normal.

Faltaban veinte minutos para que terminara la clase y la piscina ya se encontraba deshabitada de personas.

Karla se sentó en las gradas luego de dejar a su hija lista con la gorra y los googlees esperando a que sonara el timbre para entrar, se le veía más que entusiasmada.

Cuando entraba se sentía como un ave, o una sirena, le encantaba el tacto con el agua, y deslizarse contra ella, sentir su fresca caricia recorrer su piel y sentir que volaba, eso era, volar pero no en el aire; creía que era posible hacer algo igual fuera del agua.

Al fin entró con sus compañeros en el carril numero tres, en el primero había ancianos, en el segundo niños más pequeños, y en el cuarto adultos y adolescentes y adultos principiantes.

La instructora comenzó a explicarles, primero las vueltas de calentamiento, para ellos una vuelta en realidad era media vuelta, pero así lo contaban.

Las ancianas con sus pliegos de carne se quedaban en las orillas platicando, siempre había algo extraño en esas señoras, hablan con tanta entrega sobre la vecina...

Abi estaba sumergida así era el ejercicio, y ella era muy buena para su edad. Karla levantó la mirada de su libro cuando el señor obeso encargado de la limpieza de la alberca salió de la bodega gritando algo inaudible, Janet la guardavidas se levantó empujando la silla y corrió en su dirección.

-Los tubos... EL AGUA, LOS TUBOS, VAN...- Sólo balbuceaba el hombre, pero aun con eso Janet entendió, y corrió a la alama, o el timbre-Salgan todos de la alberca ahora, SALGAN- gritó y hasta los maestros quedaron perplejos, pero después de unos segundos comprendieron y comenzaron a ayudar a las ancianas a salir que ya se estaban quejando de que su clase recién comenzaba.

Un tubo salió de la puerta de servicio disparado en la cabeza de el limpiador que quedó desplomado, un estallido fue lo siguiente.

Abigaíl sacó la cabeza al escuchar ese ruido junto, porque todo esto estaba pasando en segundos.

Una mujer quiso salir rápido pero salió disparada de la escalera por un chorro de agua verdosa con espuma, salida a una presión inimaginable de uno de los tubos de mantenimiento, después todos los tubos estallaron, llenando el agua de esa sustancia verdosa.

Abi quiso nadar pero todos estaban haciendo montones, después gritaban, y los instructores y padres trataban de sacarlos.

La piel arrugada de muchas señoras se veía rojiza, después con alguna especie de ampollas.

-MAMI, MAMI- gritó Abi, pero no la podía ver, ni escuchar entre todo el alboroto. El traje y el agua comenzaba a darle picazón, se puso los googlees apretados y nadó al segundo carril.

La gente seguía gritando y agitándose, su piel se veía cada vez peor. Por fin logró llegar a una escalera, pero del fondo una mujer toda roja llena de ámpulas la agarro del pie y la jaló, haciendo que el agua se le metiera a la boca, se veía verdaderamente asquerosa, casi como un esqueleto rojo.

Después la empezaron a patear y empujar más, por suerte no quedaban más de la mitad adentro.

-MI HIJA, DEJENLA, POR FAVOR, AYUDENLLA, ABIGAIL, NADA HACIA ACÁ TU PUEDES, VEN AMOR- Gritó Karla, y con mucho esfuerzo la niña logró salir con voz ronca de la multitud, con los googlees chuecos en la cara, nadó a la orilla casi sola.

Su mamá metió la mano para sujetarla pero la sacó como si estuviera muy caliente, y se la tomó con la otra, un reflejo natural del cuerpo. Dispuesta a resistir la introdujo una vez más y se la tendió a su hija, la niña mostró notablemente una sensación de alivio en su rostro. -¿Qué pasó mami?- estaba preguntando

-Pues...-Apenas alcanzó a decir la mujer antes de q2ue otro acceso estallara justo en la cara de la niña, dándole un golpe que la mandó hacia arriba don la mandíbula torcida y los ojos volteados hasta caer en el ultimo carril.

Abi sintió el ardor de aquella agua y sustancias en sus parpados y garganta, dándole toda la vuelta a sus globos oculares, era in imaginable, como si adema de eso te los aplastaran hacia el cráneo, y por mas que parpadeaba perpleja sr quedó viendo puntos blancos como lagañas hasta perder l razón.

Despertó en un lugar totalmente obscuro, estaba acostada, como en las nubes, realmente cómoda, era como si caminara pero no lo hiciera.

Escuchó una angelical y dulce voz, al mismo tiempo que un pitido, de aves extrañas, ¿Sería eso el cielo?

Abi... Abigaíl decía una voz de hombre.

Abigail Abi. Se dio cuenta de quien era la voz después de un rato, acomodando sus pensamientos después de un gran golpe.

Al entender que era su padre, la oscuridad se convirtió en un gris, y las aves en el pitido de una máquina de hospital (como ella las conocía). Parpadeó pero no logró cambiar nada.

-KARLA, ven, está despierta- Grito su padre.

-Ohh mi amor- dijo la mujer mientras la abrazaba. -Después de siete años amor, lo lograste- La voz se le quebró y comenzó a llorar, Abigail sintió los brazos de ambos en su cuerpo.

-¿Qué?, si.. ¿siete años? y.. ¿Qué pasó con mi vista? Y.. yo estaba en la alberca..

-Hija.. no.. no es momento ahora.. lo importante es que.. despertaste, estas despierta.

Susurros de la lunaWhere stories live. Discover now