Capítulo 15

12.3K 1.2K 547
                                    

Al salir de la ducha coloqué mi pijama y me encaminé hacia su habitación. Toqué levemente la puerta y esta se abrió en pocos segundos. Él estaba solo con el pantalón del pijama mientras secaba su cabello con una toalla ¿Por qué no podía dejar de verlo?

Caminé hacia la cama y quité las cobijas para meterme en ellas, luego de un rato él también lo hizo y apagó la luz.

Mientras tanto la luz de la luna estaba siendo una gran aliada, esta entraba por el gran ventanal alumbrando la habitación. Aquello me hacía posible ver su cara y lo agradecía. Ambos quedamos frente a frente y me atreví a hablar.

—Tengo muchas dudas que necesitan ser resueltas.

Sus profundos ojos me encontraron.

—Mientras no sea respecto a lo que pasó hoy, las responderé.

Maldición.

Pero aquello era mejor que nada y yo necesitaba saciar mi sed de curiosidad así que asentí, él me miró fijamente esperando el interrogatorio.

—¿Por qué los lobos negros son diferentes?

Se tomó un segundo para responder mientras su mano rodeaba mi cintura con lentitud.

—Nuestras capacidades son mayores –me miró– somos mejores en todos los aspectos –sonrió con ego– más rápidos, más fuertes. –puntualizó– Somos capaces de controlarnos por ello no somos tan impulsivos como el resto.

Formulé una mejor pregunta esta vez.

—¿Cuál es la característica más especial que tienes?

La yema de su dedo pulgar acarició con lentitud mi piel.

—No tengo un lobo interior –habló mientras su mirada bajaba hasta mis labios y volvía a subir lentamente hasta mis ojos–

Mi asombro no se hizo esperar ¿Cómo que no?, ¿Era eso posible? Él lo notó y prosiguió.

—Eso es lo que nos hace capaz de controlar nuestros impulsos, solo somos nosotros, cielo. No tenemos a nadie que nos controle. Es propio de los lobos negros, ningún otro tiene esta característica.

Aquello me dejaba atónita a eso se refería Erin.

—Pensé que eso no podía ser posible.–mi confusión escapó completamente a través de mi voz–

Él dió una media sonrisa

—Puedo convertirme cuando lo desee. –habló mientras su dedo seguía acariciándome–  Has notado que mis ojos se vuelven dorados, ocurre cuando mis impulsos quieren tomar el control, sin embargo he trabajado bastante en ello para poder controlarlo. Que el dorado invada mis ojos no significan que vaya a convertirme –prosiguó–esa desición solo depende de mí.

Aquello me dejaba aún peor. Todo lo que creía saber sobre la especie a la cual pertenecía mi familia se derrumbaba en aquel momento.

—¿Hay algo más que sea propio de ustedes? –pregunté con la curiosidad al límite–

Asintió mientras aquella sonrisa coqueta aparecía en su rostro.

—Podemos sanarnos entre mates –su mano subió a mi mejilla y la acarició lentamente– nuestra genética hará que sanemos en un par de días por si solos, pero la conexión y lazo con ellos pueden sanar las heridas físicas en segundos. –habló sonriendo–

Escuchaba atentamente todo lo que él me decía y no dejaba de sorprenderme.

—¿Cómo? –pregunté intrigada–

HAREKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora