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No quería desconfiar de ella, por supuesto que no. La amaba con todo su ser, pero últimamente las actitudes de Galilea le han obligado a sospechar.
- ¿A dónde vas?
La peli-__ miró con brevedad a su esposo, mientras tomaba su bolso y una caja de cartón mediana, la cual, Tarble se moría por descubrir que había adentro.
-Solo iré a entregar esto- alzó la caja de cartón- No me esperes para cenar. Debo irme.
-Si quieres puedo acompañarte a...
-No-interrumpió-No es necesario, además ¿Quién cuidará de nuestro hijo?
-Podemos acompañarte los dos
-No lo creo. Debo irme ya. Te amo, Tarble.
-Por supuesto. Yo también.
La fémina pasó a su lado, llegando a la puerta, le dedicó una ultima sonrisa a su esposo y salió de su casa.
Tarble se quedó estático, con el corazón a nada de romperse. En los últimos días, Galilea se va a diversas horas del día, sin explicación alguna, ella solo cruza la puerta, y se marcha y no regresa hasta altas horas de la noche.
- ¿Papá?-apareció un pequeño niño de siete años de cabello azabache y unos lindos ojos color __. En su espalda baja colgaba el rasgo distintivo de los saiyajines.
-Hola, creí que estabas dormido...
- ¿Y mamá?
-Ella...volverá pronto-contestó mientras se arrodillaba frente a él, mostrando una sonrisa bastante convincente. -¿Tienes hambre?
-Si. ¿Podemos hacer wafles?
-Mamá nos prohibió tocar la cocina mientras ella no este, ¿recuerdas? - dijo, recordando la última vez que quiso cocinar y terminó estropeando un sartén nuevo. - ¿Quieres pedir...?
- ¡Pizza!
Tarble sonrió y asintió. Sea lo que sea que esté haciendo su esposa no debería afectar la convivencia con su hijo.
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