Hopelessly devoted to you.

600 41 0
                                    

Φ

Guess mine is not the first heart broken,
my eyes are not the first to cry
I'm not the first to know, there's just no getting over you.
Hello, I'm just a fool who's willing
to sit around and wait for you
but baby can't you see, there's nothing else for me to do
I'm hopelessly devoted to you.

Supongo que el mío no es el primer corazón roto,
ni mis ojos son los primeros en llorar.
Sé que no soy la primera en saber, que simplemente no hay forma de superarte.
Hola, sé que sólo soy una tonta que está dispuesta
a sentarse y esperarte,
pero cariño ¿no te das cuenta de que no puedo hacer otra cosa?
Estoy locamente enamorada de ti.

- Lamento mucho lo que le pasó a tu amiga, pero creo que necesitas regresar a tu vida normal ya, Bec.
La que hablaba era Stephanie, a una Beca que estaba tirada en la cama sin aparente reacción. Desde la noche en que se había recostado justo al lado de Chloe, habían pasado exactamente diez días, y ella no había trabajado desde entonces. Había cancelado sus compromisos, había postergado un proyecto, y había lanzado un comunicado a través de sus redes sociales para decir que no haría aparición en eventos por el momento y hasta nuevo aviso. Su vida había cambiado muchísimo, y a pesar del acompañamiento que había tenido por parte de Stephanie desde el primer día, ya no estaba segura de que las cosas siguieran marchando bien. El tono de reproche ya podía sentirse más seguido, el intento para que regresara a sus tareas era más enfático cada vez, y las discusiones empezaban a asomarse. Pero Beca simplemente no tenía ganas de hacer otra cosa que no fuera estar acostada en esa cama y esperar por una noticia que le diera, aunque fuera mentira, un poco de esperanza.
Stephanie no entendía, y ella no pretendía que lo hiciera, porque tampoco había sido capaz de hablar demasiado sobre el tema, o de decirle la verdad respecto a Chloe, o incluso Stacie y Aubrey. No había podido encontrar las palabras para expresar lo que sentía, porque eso implicaba hablar de sentimientos que ni ella misma podía entender. Seguía escuchando los motivos por los cuales debía volver a su vida habitual, a sus obligaciones, a su trabajo, y ninguno parecía suficiente. No quería. Y por primera vez en mucho tiempo, estaba haciendo sólo lo que su corazón le decía, y no lo que parecía ser lo correcto. Diez días no parecían suficientes. Y nadie podía saber cuántos lo serían. Quería gritar que necesitaba estar sola, pero no era justo para Stephanie y para los que se habían preocupado por ella esos días. Tampoco era seguro que al estar sola podría finalmente llorar, y dejar que todo lo que sentía saliera, porque había pasado años reprimiendo cualquier sentimiento que Chloe produjera en ella. Pero en ese momento eran tantos sentimientos juntos que sentía que explotaria. Y nadie podría evitarlo. Había pasado mucho tiempo esperando a Chloe cuando ella se había marchado, se había quedado horas esperando una llamada a su móvil, y estaba segura que le había derramado cada lágrima que en ese momento no podía dejar salir. El dolor que Chloe había producido cuando terminaron su relación había sido enorme, profundo, insoportable por momentos. Tanto que Beca pensó que nunca iba a superar su partida. Pero de a poco lo hizo. Se rehizo. Y logró dejar la vida que habían construido juntas atrás. Claro, hasta que esa llamada había llegado. Y el dolor de aquella partida ahora se repetía, pero con más fuerza. Saber que jamás escucharía otra vez su voz, que jamás vería sus ojos azules brillar otra vez, o que nunca la vería sobria, feliz, dichosa, siendo una directora de cine exitosa, la destruía, rompía su corazón más de lo que ella podía manejar. Y no necesitaba a nadie que le dijera cuánto tiempo debía esperar hasta regresar a su vida. No en ese momento.

- ¡Estuve contigo los últimos tres años y medio de mi vida!
- ¡Yo no te lo pedí! ¡Tú quisiste quedarte! ¡Sabías lo difícil que sería todo esto!
- ¡Y me quedé porque me importas!
Los tonos de sus voces cada vez eran más fuertes. Habían estado discutiendo por más de una hora, pero a esa altura los gritos empezaban a ser parte de una discusión que no tenía aparente solución. Beca había volado desde Nueva York hasta Atlanta, donde Chloe había pasado los últimos tres meses intentando buscar un empleo e ingresar a la escuela de cine. Tomar la decisión había sido difícil, porque ninguna quería separarse de la otra, pero la actriz tenía una propuesta de trabajo excelente, y necesitaba tomarla para seguir adelante con su carrera en la actuación. Además, ella misma había convencido a Chloe de ir en busca de lo que quería, y la había ayudado a conseguir algunas entrevistas en escuelas muy buenas de la ciudad. Le había prometido que volaría en cada fin de semana libre, y que no dejarían que la distancia (que en realidad no era tan grande) desgastara la relación.
...
Era el sexto fin de semana que podía viajar, y la semana número trece de Chloe allí. Sí, había sido difícil, pero habían intentado todo para hacer que funcionara. Y Beca en verdad creía que estaba funcionando, que podían hacerlo. Hasta que llegó esa noche y Chloe no la esperó en el aeropuerto, no respondió a sus llamadas, y tampoco a sus mensajes.
Cruzó la ciudad en un taxi, y al entrar al departamento la vio. Había tirado casi dos años de tratamientos y ayuda profesional luego de su última recaída, a la basura. La pelirroja estaba sentada a la orilla de su cama, con una botella en la mano, y notablemente drogada. Tanto así que no podía mantenerse en pie, y tampoco hablar con claridad. La primera reacción de Beca fue suspirar. Ya habían estado ahí, en esa misma situación, pero creían que nunca más se repetiría. La segunda reacción fue acercarse a ella y abrazarla. Pero la violencia con la que Chloe la detuvo se lo impidió. Le reclamaba no haber estado para ella cuando la necesitó, y le decía, en medio de lágrimas, que todo era su culpa, que ella no había hecho lo suficiente para ayudarla. La morena sabía que Chloe estaba en un estado de vulnerabilidad importante, y aunque cada palabra atravesaba su corazón como una daga, comprendía que debía quedarse allí para ella.
Tuvo una tercera reacción, sentarse a una distancia prudencial, y quedarse en silencio hasta que la otra se calmara. Eso parecía ayudar, ya que no fue apartada. Le habló suave, quería saber por qué había llegado a ese estado, quería averiguar qué había pasado para que decidiera regresar a ese abismo, a esa situación que odiaban todos los que la querían. Pero no tuvo éxito. Sí supo que había estado haciéndolo durante todo el último mes, y que su grupo de amigos había huido de allí cuando ella se golpeó la cabeza al caer mientras bailaban. Beca odiaba a esa gente, a ese grupo que había armado en su nuevo empleo, pero decírselo no hacía más que aumentar el nivel de enojo que Chloe tenía en ese momento.
Llamó a Stacie, le dijo que las cosas no se veían bien, y que necesitaban ingresarla nuevamente. Llegó a tomar su mano, mientras la otra lloraba y decía cosas hirientes de las que después se arrepentía.
- Ya, todo estará bien. Te lo prometo.
- Tú te irás otra vez, no prometas algo que no puedas cumplir.
- Pero estaré aquí para ti, siempre. Tú lo sabes, mi amor, siempre estoy aquí.
- No, no es así. Tú no estabas aquí cuando me caí y todos ellos se fueron, estabas lejos, y nadie pudo hacer nada por mí.
- Lo siento mucho. En verdad lo siento.
- Te necesité y no estuviste.- había mucho dolor en su voz, demasiado que reclamar en su cabeza, y mucho enojo acumulado. Enojo consigo misma, con su entorno, con sus padres, con Beca, y con todos los que, a su criterio, la habían dejado sola.- Tú no estuviste.
- Lo siento en verdad, por favor perdóname.
Beca finalmente pudo acercarse a abrazarla, a sentir cómo su cuerpo perdía fuerza y se dejaba caer en sus brazos. La dejó llorar allí, hasta que Stacie cruzó la puerta con su terapeuta y la convencieron de ingresar nuevamente al centro de rehabilitación. Nunca dejaba de ser duro dejarla ahí, por su propia cuenta. Beca no podía creer que estaban otra vez en ese lugar, que estaba otra vez firmando papeles para dejarla en una clínica y esperar a tener horarios de visita para verla. Se odiaba, odiaba no poder hacer algo por ella, odiaba no haber estado para evitarlo. Fue al departamento, levantó las cosas de la alfombra, limpió los rincones llenos de botellas y píldoras, y se recostó en la cama aunque nunca pudo dormir. Había pensado en estar durmiendo con Chloe, en abrazarla, y pasear de la mano al otro día. En su lugar, estaba sola, observando el techo, y rogando porque Chloe pasara bien la noche. Sólo eso.
La visitó los siguientes días, aprovechando un receso que le habían concedido dadas las circunstancias. Mejoraba, claro, pero estaba frustrada y enojada la mayor parte del tiempo. La abstinencia era la peor parte del proceso, y aunque Beca contaba con Stacie para superarlo, no dejaba de ser duro. Chloe no podía verla a los ojos, no podía mirarla y decirle que todo estaba mejorando, porque no lo creía, para ella esa vida no estaba funcionando, y no quería culparla, pero a cada momento la sentía más culpable. Discutieron una vez, pero se detuvieron a pedido de Stacie. Beca ponía todo de sí misma para que las cosas fueran más fáciles para ambas, había renunciado a mucho en su vida por ella, pero también estaba cansada. Esa era la peor recaída en la que la había visto, y todo el amor que sentía por ella le hacía mal, la hacía sufrir, y por momentos le daba miedo aceptar que estaba  desgastando su relación, pero era así. Toda la situación era desgastante.

(Re) Escribir nuestra historia.Where stories live. Discover now