Don't you remember.

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σ

I gave you the space so you could breathe
I kept my distance so you would be free
In hope that you find the missing piece
To bring you back to me, Why don't you remember?
Don't you remember?
The reason you loved me before
Baby, please remember you used to love me
And will I see you again?

Te di el espacio para que así pudieras respirar,
mantuve las distancias para que fueras libre,
esperando que encontraras la pieza perdida
para traerte de vuelta a mí. ¿Por qué no te acuerdas?
¿No te acuerdas?
La razón por la que antes me querías,
nena, por favor, recuérda que solías quererme,
¿y te veré de nuevo?

- Chloe, ¿sabes por qué estamos aquí?
- Vas a firmar mi alta.
- Sí. Es la tercera vez que lo haré, y ya sabes lo que diré. Sabes sobre todas las recomendaciones que haré antes de dejarte cruzar la puerta de esta clínica, y sobre todo lo que espero de ti al salir.
- Lo sé.
- Stacie y Aubrey están recogiendo tus cosas, y prepararon una habitación para ti en su casa. Yo estoy a tu completa disposición, y te veré una vez a la semana en mi consultorio. No estás sola en esto, necesito que lo sepas.

Chloe no parecía entusiasmada ese día. Había planeado una vida entera afuera de la clínica, pero siempre incluía a Beca en ella. Una Beca que hacía seis meses había regresado a verla, y se había dado cuenta que Chloe la había sacado de su lista de visitas. Que había llegado para arreglar las cosas, y se había topado con la decisión de Chloe de no recibirla nunca más. Una Beca que se fue destrozada, abatida, sin respuestas, y que nunca más regresó. Ella había tomado la decisión, por supuesto, pero eso no quitaba cuánto le dolía. Su recuperación le había costado muchas cosas, y entre ellas la relación más linda que había tenido alguna vez. Lo había decidido con su psicóloga, un día miércoles antes de que ella se fuera. Le había comentado que no podía dejar de pensar en Beca como una culpable, aunque sabía que ella no lo era. Le dolía no tenerla siempre, le dolía la distancia, y le dolía no tener absolutamente nada para ofrecerle. Beca le dolía. Porque era especial, paciente, bondadosa, honesta, y soñadora. Le había dado una vida estupenda, la había querido como nadie hasta entonces, y había estado dispuesta a todo con tal de salvarla. Pero dolía. Dolía porque ella tenía una vida asombrosa, inalcanzable para muchos, y Chloe no quería ser quien le quitara todo eso. Por eso había decidido alejarla. Porque si ella no lo hacía, Beca no se iría.
Y tenía que salir de la clínica, enfrentarse al mundo otra vez, tratar de rehacer su vida, y no caer nuevo. Todo eso sin Beca, sin su gran amor y su mas grande motivo para mantenerse sobria. Si ya era difícil antes, hacerlo bajo esas circunstancias lo era doblemente. Su psicóloga lo sabía, Aubrey lo sabía, Stacie lo sabía. Sabían que ese sería un camino complicado, y nuevo, y debían prepararse para altos y bajos todos los días.
Un taxi las llevó hasta casa de Stacie y Aubrey, donde una habitación estaba preparada y ambientada para Chloe, quien preguntó dónde estaban sus cosas, sus fotos, sus recuerdos, los poquitos que guardaba. Stacie había decidido tenerlos con sus pertenencias, y planeaba devolvérselos cuando supiera que estaba lista. Había dejado en la mesa de noche, como única cosa, una foto de Chloe riendo en alguna costa de Italia. Quería que la viera todas las mañanas al despertar, y deseara regresar a la cama en la noche como la chica de la foto. Nadie confiaba en Chloe como Stacie. Nadie quería tanto su recuperación como ella. Nadie, en toda la vida, había deseado tanto que ella no cayera otra vez en las adicciones. Y nadie, nunca, había sufrido tanto cuando caía. Nadie, salvo Beca. Y eso era lo que la hacía tan especial.
El día del alta médica, Aubrey llegó a casa en la noche con comida china, un postre de chocolate, y algunas latas de soda. La idea era celebrar ese día, y proponerse llegar al mismo día el siguiente año, sin haber caído ni una vez más. Stacie creía que poner metas tan altas no funcionaría, pero Aubrey sólo lo veía como una motivación, y esperaba que funcionara.
Pero Chloe cayó otra vez, a los siete meses, y ya no quiso volver a la clínica. Anteriormente había abandonado sus visitas a la psicóloga, y le había pedido a Stacie que la dejara seguir su camino sin molestar. Salía a fiestas, fumaba, bebía alcohol desmedidamente, conocía a todos los proveedores de drogas de la zona y eso facilitaba que las tomara sin problemas. No quería ayuda, no necesitaba que le dijeran lo que debía hacer, sólo quería huir. De su vida, de sus fracasos, de no poder estudiar cine, o siquiera conseguir un empleo estable. Quería huir de los esfuerzos por mantenerse sobria. De la lucha diaria, de los pedidos de Stacie por quedarse en casa, de las discusiones con Aubrey por llegar a altas horas de la noche en estado de ebriedad. Quería huir de todos, y a la vez a donde iba todos le recordaban la vida que extrañaba. Todo recordaba su error con Beca.
Beca. Ella estaba en todos lados. Era una exitosa y reconocida actriz, directora y modelo de marcas que se peleaban por ella. Era muy fácil saber dónde estaba, con quién, qué hacía. Bastaba colocar su nombre en el buscador para conseguir información de distintos tipos, críticas a su trabajo, fotos en eventos, cuenta de instagram, Twitter y una página oficial en Facebook. La había llamado muchas veces luego de salir de la clínica, había intentado comunicarse con ella infinitas veces sin obtener respuesta. En su cuenta de instagram tampoco respondió, y escribirle en Twitter le parecía muy público. Quería decirle que lo sentía, que estaba arrepentida de lo que había pasado entre ellas, que nunca había querido alejarla porque no la amaba, pero simplemente no había podido discernir cuál era la mejor forma de decírselo para no lastimarla. Desde su salida de rehabilitación nunca había pensado en otra cosa, ni una sola vez se había ido a la cama sin pensar en Beca, sin querer volver el tiempo y hacer las cosas bien. Se odiaba, y por la misma razón no podía mantenerse sobria, porque su vida no le interesaba en absoluto. Nada le interesaba sin Beca.
Con el tiempo dejó el departamento de Stacie y Aubrey. No quería interferir en sus vidas, ni llevar problemas que ellas no necesitaban. Se mudó con una amiga, tenía una pequeña habitación para ella, y un baño compartido. Si llegaba tarde, o no tenía para pagar la renta de todos los meses, debía buscar una cama en los refugios para gente en situación de calle. A veces tenía suerte. A veces pasaba las noches en trenes, o en estaciones. Esa era la vida que se había buscado, y aunque sabía que Stacie jamás la echaría de su casa, no se atrevía a golpear su puerta en las noches en que ni ella misma podía sostenerse. Su amiga había soportado muchas cosas, y estaba segura que seguiría haciéndolo, pero no era justo. Nadie merecía cargar con todos esos problemas. Nadie podía hacerse cargo de alguien que no quería cambiar. Por eso Chloe se alejó, y la dejó hacer una vida normal, disfrutar de su empleo, pasar los días con Aubrey, salir los fines de semana, tomar una copa de vino en la cena sin pensar que ella podría perder el control. Se alejó como había alejado a Beca, y recordó que su abuela se lo había dicho una vez, que esa vida terminaría dejándola sola. Y de a poco fue así. Se fue quedando sola. Vacía. Perdida.

(Re) Escribir nuestra historia.Where stories live. Discover now