- Se está haciendo más y más grande. - comentó Mehmed mientras comía.
Estábamos en sus habitaciones y, debido al tamaño de mi barriga, era incómodo estar sentado todo el tiempo, así que caminaba por la habitación.
- Crece todos los días, estoy deseando verlo.
- Detente un momento. - preguntó levantándome y mirándome con preocupación.
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Miré sus rasgos una vez más, lo guapo que era mi príncipe. Sonreí ante ese pensamiento.
- ¿De qué te ríes?
- Me estoy riendo porque estoy feliz.
Se acercó y sus labios tocaron los míos suavemente.
- ¿Eres feliz aquí? - preguntó mientras nos separábamos.
No esperaba ser feliz en ninguna parte del mundo. En el norte tenía la perspectiva del futuro como bastardo y estaba bien con eso. Pero ahora no.
Ahora era parte de algo grande, una dinastía importante de un gran imperio. Soy el favorito de un príncipe de este Imperio y tendré un miembro de esta Dinastía.
El futuro ahora parecía incierto, pero me llenó de esperanza. Si pudiera poner a mi hijo en el trono de este Imperio, sería un gran logro. Podría volver a Westeros y callar a todos.
- Me haces muy feliz, alteza. - Respondí después de un rato admirando sus ojos.
No fue una mentira. Me encanta mehmed El amor que solo escuché en las canciones estaba seguro de que podría tener con él. Tomó tiempo y confianza.
- Tú también me haces muy feliz, Mihrimah. Tengo un regalo para ti
- ¿Para mi?
- Sí. Quería dar en el nacimiento de nuestro hijo, pero no puedo esperar. - Estaba emocionado.
Se apresuró a la mesa y sacó una pequeña caja del cajón. Volvió a mí y abrió la caja, sacando un hermoso anillo con piedras brillantes a su alrededor y una gran esmeralda en el centro.
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