31. Historia de adolescencia

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Lucy

-enanos, ya nos vamos. -Les avisé a mis hermanos. Ellos me voltearon a ver. Gisele hizo puchero mientras que los gemelos hicieron una mueca triste. -apúrense que papá ya viene en camino. -lo apresuré queriendo salir de la casa antes de que papá bajara del auto e interrogara a Nicolás haciéndome quedar en vergüenza al igual que mis hermanos aquella vez después del cumpleaños de Tomás.

-Adiós Gisele. -se despidieron los gemelos al unísono. Al instante ambos se voltearon a ver y se fulminaron con la mirada entre sí.

-adiós Gisele. -Me despedí también para no quedar mal como lo había hecho ayer.

Me dirigí a la puerta con los chicos con suma prisa. Abrí y desafortunadamente en cuanto lo hice, vi a mi papá a punto de tocar el timbre. Lo miré mal por unos pocos segundos, di un paso delante, dispuesta a irme y llevarlo antes de la desgracia.

-Tú debes ser Nicolás. -dijo observando detrás de mí. Chillé internamente, lamentándome por no haber sido más rápida.

-sí, y usted debe ser el padre de Lucy. -le extendió la mano y la estrechó. -un gusto conocerlo.

-El gusto es mío. -dijo con su tono de voz serio. Ya sabía lo que venía después de esto. Un sermón o un cuestionario.

Me quería matar, quizás si me cortara las venas aquí en frente de ellos sabrían que me siento completamente avergonzada.

-gracias por permitirle a Lucy venir a terminar la tarea. Me ayudó mucho, es un gran estudiante. -dijo y fruncí el ceño. En ningún momento le ayudé en algo, él no lo necesitaba en lo absoluto. Lo volteé a ver y observé en su mirada algo indescifrable. Luego me guiñó un ojo dejándome más confundida que antes.

-sí, trato de que mis hijos sobresalgan en sus estudios. -respondió papá acomodándose el saco.

-apuesto que usted también era buen estudiante. -le sonrió y lo fulminé con la mirada. Éste traía algo entre manos y no me estaba gustando.

-sí, se podría decir que sí.

-Al parecer también jugaba mucho deporte, no cualquiera luce tan fornido como usted.

-ah, es que solía jugar mucho fútbol americano en el colegio e Incluso era capitán. -respondió papá orgulloso. Esto ya era un caso perdido. Cuando papá hablaba de fútbol americano, eran pláticas de horas y horas.

-Me parece que también Rubén juega en la universidad ¿cierto?

-sí, ganó esa afición por mí.

-se nota. -y eso fue lo último que quise escuchar de esta conversación sin sentido.

-papi vámonos. -dije jalandolo del saco.

-espérate hija, ya nos iremos. -se quejó obligándome a soltarlo. Gruñí molesta y empecé a hurgarle el saco para ver si encontraba las llaves del auto para poder esperarlo allá. Él ni siquiera se inmutó y siguió hablando.

Los gemelos rieron desde su lugar, así que los miré mal y les señalé el auto. No renegaron y se dirigieron ahí.

-Mi papá solía jugar en el equipo aquí en San José, pero dejó cuando se fue a Inglaterra a estudiar. Yo soy un poco más fan del básquet, pero eso no impide que me guste mucho el americano.

-¿En qué colegio estudiaba? -le preguntó mientras trataba de apartarme de él para que dejara de hurgarle los bolsillos.

-en el mismo en el que estudio.

-¿Cuál es tu apellido? -frunció el ceño.

-Andrade.

-¿Lance Andrade?

Vida Entre Chicos (SC Libro #1) Where stories live. Discover now