Love (Lies #2)

Capítulo 21. "Mira a tu alrededor"

Birdy.

Al parecer papá y mamá se iban a Las Vegas hasta que yo terminara el curso — por suerte sólo faltaban dos semanas para eso —. 

"Necesitaban intimidad". Puag.

Mamá me mandó un mensaje a media mañana diciendo que pasaría con Dave el tiempo que ellos estuvieran fuera. Sonreí. Eso sería divertido. Estaba segura de que Dave intentaría de nuevo hacerme creer que había sido idea suya, igual que la noche anterior, pero no soy gilipollas. Mamá no aceptaría que me quedara en su casa porque sí, a no ser, claro está, que fuera ella quien pidiera tal favor.

Salí del instituto a fumarme un cigarrillo a la hora del recreo. Las clases me aburrían; no era esto lo que quería hacer. Yo quería bailar. 

El agradable sol de principios de junio cubría mi piel, pero de repente tenía frío. Aidan acababa de aparcar su furgoneta negra frente a mí. Todavía no había podido hablar con él y era un tema que no conseguí sacarme de la cabeza en toda la noche. 

Salió del coche con unas negras gafas de sol y el pelo oscuro cayéndole sobre la frente. Sonrió al verme y se acercó a mí. 

— Vaya, vaya, ¿fumando en el parking? — Se quitó las gafas y miró a ambos lados —. ¿Sabes que eso está mal, pulguita?

Di una calada y expulsé el humo en su dirección.

— ¿Desde cuándo te importa lo que hago? — Aquella pregunta significaba más de lo que a priori parecía, y sabía que su respuesta también:

— No es que me importe, pero puedes meterte en un lío, mito.

Ahí estaba otra vez.

— ¿Por qué me llamas así? 

— No soy el único que lo hace, ¿no es cierto? — Abrí la boca para responder, pero la cerré cuando él continuó: — Disimulas muy mal, ¿lo sabías? Es evidente que estás coladita por tu tío.

— Eso no es...

— Y el día que le dé por hacerte caso, porque ambos sabemos que lo hará — me miró de arriba abajo y puso una sonrisita de aprobación a la vez que yo hacía una mueca —, podréis meteros en problemas si os pillan.

— ¿Y quién nos va a delatar? ¿Tú? No hay nada entre Dave y yo — No tenía pruebas, no podía acusarnos. 

— Birdy, te pasas el día tan colgada pensando en él que no te das cuenta de lo que pasa a tu alrededor.

— Tú qué sabrás, no me conoces.

— Tienes razón. Yo a penas te conozco, pero a Alex sí y sé que está harto de que siempre acabes en su casa borracha y llorando porque el imbécil de tu tío no te ha hecho caso otra noche más.

— ¡Yo no soy una borracha llorona!

No dijo nada más y me rodeó negando con la cabeza para meterse en el instituto. Solté un gruñido. Alex. Él era mi amigo, se suponía, jamás nos delataría. ¿no?

Alex está celoso, estúpida.

Incluso Aidan había dejado caer lo que Noa llevaba tanto tiempo diciendo pero yo no quería creer.

Alex estaba enamorado de mí.

* * *

A la hora de la comida no pasé por la cafetería, me compré un sándwich de pavo en la máquina del pasillo y entré en la biblioteca. Nunca me había gustado demasiado leer, pero sabía que aquí no encontraría a ninguno de mis amigos. 

A no ser que Aidan volviera aparecer. 

Esperaba que no. Además él no era mi amigo.

En el pasillo del fondo estaba la sección de biología y encontré un libro de pájaros extraños que me llamó la atención. Cuando llegué a la página que estaba buscando, una sombra a mi espalda me hizo cerrar el libro de golpe. 

— No sabía que un mito era un pájaro — Dijo Noa sentándose a mi lado. 

— Joder, qué susto me has dado. 

Ella me ignoró, cogió el libro y lo abrió por la página por la que yo lo había cerrado. 

— No has venido a la cafetería — Dijo sin mirarme — ¿Sabes? La biblioteca era mi última opción, pero algo me ha hecho venir aquí primero — Ahora sí que me miró —. Birdy, has llegado tarde esta mañana, llevas la misma ropa de ayer y estás rara, ¿qué no me has contado? 

Qué lista y observadora era la jodida. Pero Aidan me había metido el miedo en el cuerpo. ¿Debería contárselo? Ella era mi mejor amiga, pero...

No deberías desconfiar de ella, Noa nunca te ha fallado. 

— Pasé la noche en casa de Dave.

— ¿¡Qué!? — Su gritó hizo que la bibliotecaria nos mirara mal — Perdón... — Susurró.

— No hicimos nada — Me abofeteé mentalmente por la mentira tan descarada que acaba de soltar —, pero voy a estar dos semanas más en su casa.

— ¿No habéis hecho nada? — Me miró alucinada —. No me lo creo... 

— Noa...

— ¿No confías en mí o qué?

— No es eso... — Aparté la mirada. Sabía que era eso lo que parecía —, Si alguien se entera de que... —Negué con la cabeza —. Me meteré en problemas, Noa.

— ¿Y por qué piensas que voy a decírselo a alguien? Eres mi amiga. O bueno, eso creía... — Se levantó de la silla.

— Noa...

— ¿De verdad has dudado de mí?

— No... Perdóname, ¿vale? Pero tenía miedo de que fueras a juzgarme...

— No lo estás arreglando. 

— Lo sé... En realidad no es mentira. No nos hemos acostado, propiamente dicho. Creo que primero quiere que hablemos.

— ¿Pero si no os habéis acostado, entonces qué...?

El timbre sonó y los pasillos empezaron a llenarse de gente, al igual que la biblioteca. 

— ¿Podemos hablar de eso en otro momento y en otro sitio? Prometo contártelo todo.

— Pero como no me lo cuentes con detalle te juro que...

— Que sí, pato.  Perdona lo de antes, ¿sí?

Esta sólo asintió y sonriente me cogió del brazo y salimos al pasillo. 

En nuestras taquillas, apoyado contra ellas, estaba Alex. Evité poner los ojos en blanco y forcé una sonrisa. No sabía porqué reaccionaba así; él era mi mejor amigo, pero Aidan...

— Hey, ¿dónde te habías metido?

— En la biblioteca — alzó una ceja —, tenía que estudiar — alzó ambas. 

Nota mental: aprende a mentir.

— Vale, no, pero es que la albóndigas de la cafetería saben a mierda y sólo su olor me da arcadas. 

Alex soltó una carcajada y sonreí aliviada. Salvada. Al menos por el momento.

— Vamos a clase, anda, estudiosa.

En ese instante sonó mi móvil; era Dave. Lo miré extrañada, Dave nunca me llamaba al móvil y menos si estaba en el instituto. 

"¿Puedes saltarte alguna clase?"

Apagué la pantalla del móvil algo temblorosa y me despedí de Alex y Noa. Algo muy raro tenía que estar pasando para que me hiciera salir de clases de repente.