1.HERMES

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11 de septiembre de 2001, Elche
Eran sobre las cuatro de la tarde y la comida familiar estaba en su pleno apogeo. En medio del alboroto se encontraba la pequeña Alba mirando las noticias. Lo mismo de siempre, política y muerte.
Apoyo la cabeza sobre la silla. Se aburría bastante. Había intentado llamar la atención de su madre en varias ocasiones, pero era ignorada irremediablemente.
Así que había acabado viendo las noticias. Están eran aburridas como siempre, menos por una que llamó la habitación de toda la habitación.
"Última hora. Un avión ha impactado contra una de las torres gemelas. Se estaba evaluando todavía la situación, pero se piensa que el piloto perdió el control de la nave"
Alba enseguida notó algo raro en el tono de la mujer de las noticias. Temblaba, como si fuera más terrible que las demás. ¿Qué tenía de malo? Al fin y al cabo también era muerte.
La niña comprendió el tono de voz de la mujer en cuanto se comenzaron a emitir las imágenes.
Se quedó petrificada. Eran brutales, mucho más de lo que su inocente mente podía soportar.
En seguida se vio sacada de la habitación por su madre y vio como sus tías y tíos también sacaba a sus hijos de allí.
Alba miró a su alrededor sin comprender. Ella no lo sabía todavía, pero acaba de ver en directo en las noticias un hecho que marcaría la historia de la humanidad.
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22 de octubre de 2019, Barcelona
La ciudad se encontraba inquieta, más que de costumbre. Hacia apenas unos días que se habían publicado los resultados del juicio del Procés y los habitantes miraban con desconfianza a todo aquel que no conociesen. Así pues, Alba destacaba en medio de la multitud. No pertenecía a aquella tierra, pero tampoco tenía miedo de pisarla. Además, la acompañaba su amigo Miki.
—Alba, no te entiendo. Después de todo lo que has pasado sigues andando tan tranquila como siempre.
—¿Tu crees? En realidad yo no he pasado nada grave. Si que es verdad que he vivido alguna situación peliaguda, pero al final me las he apañado siempre y tú lo sabes—miró su reloj—Andemos más rápido, que si no acabaremos llegando tarde.
Miki simplemente asintió.
A los pocos minutos llegaron a un edificio. La sede de 20 minutos.
Los dos periodistas entraron como pudieron entre la multitud.
En el interior habían montones de gente hablando, otros escribiendo, otros caminando rápidamente, pero nadie relajado. Excepto los dos jóvenes.
Seguros de dónde ir tomaron el ascensor hasta el tercer piso. Andaron unos pasos más y se detuvieron delante de la puerta de una oficina.
Alba toco la puerta y tras unos segundos la cara redonda y paliducha de un joven se asomó.
—¡El señor Nunyez y la señorita Martínez! Pasen, el señor Merino los está esperando.
Ambos periodistas entraron, pasando por un pasillo lleno de personas trabajando en pequeños cubículos. Al final había una oficina más espaciosa, perteneciente al señor Merino.
En su interior este esperaba. Cuando entraron los periodistas los saludó formalmente y ya comenzó a hablar.
—Supongo que están aquí porque han recibido mi correo.
Alba asintió, mientras que Miki se limitó a mirar a un horizonte que no existía.
El señor Merino siguió hablando.
—De acuerdo. Entonces ya puedo comenzar a hablar. Ustedes son los dos mejores periodistas en la sección de historia y tengo una oportunidad única en la vida preparada para uno de ustedes. Sólo uno. Por eso les he llamado. Quería que me ayudarán a elegir quién creen que es más apto para la tarea que les tengo preparado. Comienzo a contar.
Hace unos días me llamaron desde la universidad de Atenas para comunicarme que han encontrado en una isla griega un templo de la antigüedad de la Grecia clásica, pero que tiene que ver más con la cultura instaurada en España en aquella época...
Alba lo interrumpió.
—Puede saltarse esa parte. Miki y yo escribimos un artículo sobre ese suceso.
—Vale. Iré directo al grano. Quieren un periodista español que vaya allí a vivir la experiencia en primera persona para que escriba un reportaje después.
Me gustaría que fueran ambos, pero tan solo podemos mandar a uno allí.
Alba volvió a interrumpirlo.
—¿Por qué? Siempre vamos juntos a todas partes. El es el cerebro—miró a Miki—y yo soy el cuerpo. Si no vamos juntos no hacemos nada.
—Señorita Martínez, se lo repetiré de nuevo. No puedo mandar a ambos.
Alba se quedó pensativa, imaginando posibles argumentos para que les dejarán ir a ambos a Grecia. Antes de que pueda replicar Miki la miró dulcemente y dijo:
—Alba, no pasa nada. Ves tú. A ti te encanta viajar mientras que yo soy más hogareño. Además, si necesitas cualquier cosa podemos hablar.
—Pero...
El señor Merino la interrumpió.
—¡Pero nada! Ya está decidido. Mañana a las once será la reunión del viaje. Vaya a la sala polivalente para ello. Ya pueden irse.
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Habían pasado varias horas desde la reunión. Ambos amigos comían entonces en casa de Miki.
Alba no paraba de disculparse.
—Lo siento. No supe como reaccionar.
—No te preocupes, Merino es muy obstinado.
—Ya, pero no era la primera vez que intentaba regatearle un viaje. Es la primera vez que fallo.
Miki negó con la cabeza y se levantó de la mesa.
—Abrazame.
Alba fue a abrazarle.
—¿Ves como no pasa nada?
—Es que, joder, tengo miedo.

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