19. MEDUSA

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—Esa soy yo...—siseó.
Mimi, que ya había empezado a derramar algunas lágrimas por su inminente destino, se acercó hasta Medusa y con la voz rota susurró:
—Matame.
La que en su día fue sacerdotisa comenzó a levantarse la venda que le cubría los ojos.
Alba, al darse cuenta de esto, le intentó llamar la atención con un grito ahogado. No llegó a tiempo.
Antes de que se diera cuenta Mimi se había transformado en una estatua de piedra fría, sin vida.
Sus lágrimas cayeron y se echó al suelo a llorar.
Se sentía miserable. Tenía que haber entregado ella su vida, no Mimi.
—¿Por qué?¿Por qué?¿¡Por qué?!
Durante los próximos minutos sus sollozos fueron lo único que se escuchó en la gruta, hasta que de pronto pararon.
Una mirada de determinación brillaba en su ojos. Ya no tenía miedo. Con paso lento y pesado se acercó hasta Medusa.
—Llévanos a casa—le ordenó.
—De acuerdo...
Las serpientes de su cabeza sisearon animadas y con una sonrisa misteriosa condució a los tres que quedaban vivos hasta el templo.
Levantó las manos y se preparó para lanzar el hechizo, pero antes...
—¡Espera!
Natalia había hablado. Sin esperar respuesta corrió hasta donde estaba la hebilla de su linterna y luego hasta la pared.
Utilizando la parte puntiaguda grabó "Requiem in peace". Ya había cumplido su destino. Volvió con los demás.
Ahí Medusa si que pudo obrar su conjuro y en un momento estuvieron en su tiempo.
Seguían en la misma cueva de antes, tan solo que ahora el suelo estaba mojado y entraba a trompicones por la boca de la caverna.
—Hay tormenta—dijo Alba, con una tranquilidad impropia de una situación como aquella.—Es mejor que descansemos.
Se sentó en el suelo del templo y esperó a que Miki y Natalia lo hicieran también.
—¿Te encuentras bien?—preguntó Miki a Alba.
—Perfectamente. Ahora ya todo ha acabado. Puede que Mimi tuviera que morir, pero gracias a ella ahora tenemos un futuro mejor.
Miki asintió y se giró hacia la morena.
—¿Estás bien?
Natalia negó rotundamente con la cabeza.
—Voy a hacer como que todo esto no ha pasado, ¿de acuerdo?
()/\()/\()
A la mañana siguiente la tormenta había amainado y pudieron salir fuera.
Entraron en el templo de estilos mezclados y pudieron descubrir con sorpresa que en el interior había una estatua. La de Mimi.
Alba le puso una mano en el hombro y le dió una última despedida.
Al salir a la playa se encontraron con una sorpresa todavía mayor. Se habían reanudado la investigación del templo.
Los componentes de la expedición eran los mismos que la última vez, así que un coro de voces sumamente sorprendidas en diversos idiomas avisaron al líder de la expedición, que se llevó las manos a la cabeza al verlos allí.
Era normal, al fin y al cabo. Alba teóricamente estaba muerta y los otros dos periodistas aunque no fueran conscientes de ello, llevaban varios días desaparecidos.
Una mujer de pelo rizado como una leona se acercó a ellos y les preguntó en un perfecto español si se encontraban bien.
—Perfectamente, claro—contestó Alba—¿A qué estamos?
—25 de noviembre.
—¿De 2019?
—Sí...
Alba asintió y cayó en la cuenta de que no se había presentado.
—Perdona, no me he presentado. Soy Alba Martínez.
La mujer del pelo aleonado casi se cae hacía atrás al escuchar ese nombre.
—Eso es imposible...
—Nosotros también creíamos eso imposible—intervino Miki—Pero aquí estamos. Creo que es hora de volver a España.
La mujer asintió y se dirigió al jefe de la expedición, a contarle todo lo que acababa de descubrir.
El hombre simplemente asintió y se fue, no sin antes pedirle a aquella mujer que los guiara hasta el campamento base.
()/\()
El avión aterrizó en torno a las nueve de la mañana. Habían vuelto los tres juntos. Alba, Miki y Natalia.
La chica de pelo negro volvería a Pamplona a partir de allí, mientras que Alba y Miki se quedaron en Barcelona.
—Miki.—le dijo la chica a su amigo, mientras desembarcaban.
—¿Qué?
—Ahora que sé lo que soy, no tengo claro que pueda seguir viviendo igual.
—¿Cómo que no? Siendo lo que seas en el fondo eres Alba. Alba Reche. Y eso nadie lo podrá cambiar nunca jamás, recuérdalo.
Alba sorbió, intentando no llorar.
—Miki. Tengo miedo. Dime qué no te irás nunca de mi lado.
—Te lo prometo.
—Gracias. Te quiero.
Después de decir eso comenzó a avanzar más rápido, colándose entre la gente gracias a su pequeña estatura.
Al llegar se encontró con sus padres, que la abrazaron con fuerza al verla llegar. Hasta ahí bien. Pero faltaba su hermana.
—¿Dónde está Marina?—preguntó, sintiendo como el mundo se le caía a sus pies.
—Cariño, no lo sabemos.
FIN
Me costó media vida subir el último capítulo, sí, pero ya está, no es el fin del mundo. Ya se que este final da para una segunda parte, pero no tengo claro del todo si la escribiré.

ℚ𝕌𝕀𝕄𝔼ℝ𝔸//𝕆𝕋Where stories live. Discover now