III

3.8K 226 22
                                    

Kay

00:07

No me creo lo que ven mis ojos.

Nunca pensé que las chicas de este internado serían así, como Franziska y sus dos amigas.

—¿De dónde habéis sacado todo esto?— pregunto, levantando una botella de whisky que está medio llena. La otra mitad nos la hemos bebido Derek y yo, y a consecuencia de ello, el calor se estaba volviendo muy alto y nos habíamos quitado la camisa negra. Ahora estamos en igual de condiciones que las chicas.

—Un mago nunca revela sus trucos.— responde Franziska, dándole una calada a su porro mientras me mira. De las tres, es la más serena.

—¿Y hacéis esto todas las noches?— pregunta Derek, el cual también está fumando, sentado en el suelo y con la espalda apoyada en la pared de madera oscura.

—Ojalá. — responde la rubia de ojos verdes, que no le ha quitado el ojo a Derek desde que entramos. Ella se llama Marlene, creo. La tercera chica es Olinda.

—Solo los sábados, y si estamos demasiado aburridas,que es lo más común, los viernes también. — es Franziska la que habla. Es bastante guapa. Mis ojos se desvían hacia sus pechos más veces de lo que realmente quiero.

—Echaba de menos ver a chicos.— comenta Olinda con los ojos cerrados y una sonrisa tonta. Ella es la que en peor estado está. Su pelo rubio es corto, le llega hasta la barbilla en ondas desordenadas.

— ¿Es que alguna vez has estado con uno?— habla Derek, mirándola. Olinda abre los ojos y arruga el ceño.

—Pues claro, las veces que me he fugado de aquí para follar son incontables.— comenta, y después ella y sus amigas estallan en carcajadas. Yo miro a Derek, quien también me mira a mi y sonreímos. De nuevo, sabemos lo que estamos pensando.

"Hemos encontrado a nuestras versiones femeninas"

—Me extraña que no nos hayan pillado todavía. — dice Franziska, dándole un trago a un botellín de cerveza. Yo comienzo a notar como el alcohol y la marihuana me está subiendo a la cabeza. Cada vez estoy más relajado.

—¿Por qué? No tienen pinta de dejar cabos sueltos. — le dice Derek a Franziska. Ella lo mira, y después sus ojos vuelven a mi.

—El único cabo suelto que existe no puedo atarlo así que...

—¿Cuál?— pregunto yo.

—Mi compañera de habitación, Liese...— dice Franziska con cierto tono de asco en su voz. Toda mi atención se presenta en cuanto escucho el nombre de la pelinegra.

–¿Qué pasa con ella?— pregunto de nuevo con especial interés.

—Nada, sólo que es demasiado perfecta. — comenzó a explicar Franziska, esta vez mirando al suelo. — Siempre me ve marchándome cuando no debo y por donde no debo, pero nunca ha dicho nada. No entiendo por qué no lo ha hecho.

Así que la santurrona le oculta secretos al gobernador.

Mala chica, Liese.

 — Pero bueno, no es momento de hablar de esto ahora. Juguemos a algo. — dice Franzikska, rompiendo el silencio y el tema de conversación sobre Liese que tanto me estaba interesando.

— ¿A qué quieres jugar ahora? — pregunta Marlene, la cual se ha sentado en suelo, junto a Derek. Franziska coge una botella vacía del suelo y la sacude en aire, sonriendo.

— Juguemos a la botella. — en seguida miro a Derek, quien me está sonriendo de lado. Yo hago lo mismo. — Venga, vamos a sentarnos en círculo. — Franziska es la primera en levantarse de las cajas y se sienta en el suelo, cruzando las piernas. Después nos unimos los demás, formando un círculo al rededor de la botella de cristal.

PecadoresKde žijí příběhy. Začni objevovat