VIII

3.2K 217 57
                                    

—¿Liese?— me llama una voz detrás de mi. Una que conozco muy bien. El cuerpo se me tensa al instante.

—Franziska...— digo, forzando una sonrisa para aparentar normalidad. —Acabo de terminar de montar a Roma y...— me callo sin acabar la frase. Por como me está mirando sé que no se está creyendo ni una palabra.

—Eres una zorra. — suelta sin más, con las palabras llenas de rabia.

—¿Perdón?— entrecierro los ojos, acerándome un poco a ella. Jamás me han insultado así y no pienso dejar que lo hagan ahora. No tiene motivos.

—Sabías que yo y Kay estábamos juntos, ¿y ahora te lo estás tirando? — abro los ojos y la boca a la vez, sorprendida.

—Primero, yo no me he tirado a nadie, sabes que está prohibido y que jamás violaría la religión. — me acerco todavía más, quedándome a unos pasos de ella. — Y segundo, no se que te traes entre manos con Kay, y sinceramente, tampoco me importa, pero lo que está claro es que él no cree que ustedes estén juntos. — veo como sus ojos se cristalizan, pero no se si es por tristeza, por rabia o por ambas.

—Voy a contar lo que habéis hecho aquí, como dejaste que te tocara. — me amenaza, y en seguida siento nervios recorrer mi cuerpo, pero tengo que pensar rápido antes de que se vaya corriendo a contarlo.

—Hazlo, jamás te creerían. Sin embargo, puede que si revisan tus cajones encuentren las patillas anticonceptivas y si rebuscan en el sótano podrán ver todo el alcohol y droga que ocultáis ahí tú y tus amigas. — Franziska traga saliva, y sus mejillas rojas por la rabia pierden el color al instante.

— No serías capaz, sabes todo lo que me podrían hacer por eso...

—Lo sé, por eso jamás he contado nada a pesar de que vaya en contra de mis principios, pero si me intentas joder yo haré lo mismo, con la diferencia de que lo tuyo si se puede comprobar.

—Vete al infierno. — son sus últimas palabras cargadas de odio antes de marcharse con los puños apretados.

Siento un alivio inmenso al saber que he ganado, pero no me siento bien por lo que he hecho. Tiene razón, dejé que Kay me tocara, y está mal. Esta vez me vio Franziska, pero la próxima podría ser Mathilda, y entonces si que estaría perdida. Eso significaba que de ninguna de las maneras podría haber una
próxima vez.

***

Al salir de las duchas me pongo de nuevo el uniforme, asegurándome de que nadie me esté viendo desnuda. Después me cepillo el pelo mojado y guardo todas mis cosas en el pequeño bolso para llevarlas de nuevo a mi habitación.

Es bastante curioso que no hayan más chicas en las duchas, a esta hora lo normal es que estén llenas pues es la hora a la que la mayoría terminamos nuestras actividades físicas.

Salgo de las duchas y camino distraída por el pasillo hasta llegar a mi habitación. Cuando entro me quedo casi en shock.

Los cajones y el ropero de Franziska están abiertos, revueltos, con todo regado por el suelo, pero no hay rastro de vida humana en la habitación.

¿Qué se supone que ha pasado aquí?

Reviso mis cosas y las de Kaia para asegurarme de que están en su sitio. Después de unos segundos murmullos, pasos y movimiento ajetreado se empieza a escuchar fuera de la habitación, en el pasillo.

Abro la puerta de nuevo para encontrarme con todos los internos e internas caminando en masa hacia fuera, con prisa y hablando entre ellos. Intento buscar caras conocidas entre ellos para preguntar que ha pasado, pero entre tanta gente se me hace complicado, ni siquiera he podido dar un paso fuera de mi habitación.

PecadoresWhere stories live. Discover now