VI

3.5K 241 40
                                    

Leise.

Domingo

13:00

Kay se marcha de mi habitación, dejándome con la respiración hecha un desastre e incapaz de moverme. 

¿Qué diablos me está pasando?

Jamás se me ha pasado por la cabeza saltarme ninguna de las normas. Siempre he sido respetuosa y una fiel seguidora de la religión, pero Kay provoca un efecto sobre mi que no soy capaz de comprender. Es como si mi cerebro me gritara que lo aparte lejos de mí, pero mi cuerpo no quiere, como si se sintiera inevitablemente atraído hacia el suyo, pero el hecho de permitir que estos encuentros clandestinos lleguen más lejos es algo completamente inviable, no puedo permitirlo.

Por otra parte, me frustra no poder enfrentarme a él y decirle que no vuelva a tocarme, pero cada vez que intento decírselo las palabras se atascan en mi garganta, porque a una parte de mi le gusta tenerlo cerca, le gusta su contacto y su olor, y me odio infinitamente por ello. 

La puerta de mi habitación se abre poco después de que el pelinegro se marchara, y Saskia entró a la habitación, Franziska detrás de ella, la cual se marcha directamente al baño. Luce algo tensa. Saskia se sienta en su cama y acerca su mano al libro que tiene sobre su mesa de noche. Cuando lo agarra yo le sujeto de la mano y empujo hacia abajo para obligarla a dejarlo sobre la mesa de nuevo. 

— ¿Qué haces? — me pregunta en un tono claramente molesto.

— No soporto que me ignores. — le digo honesta. — Te echo de menos.

— No te ignoro.

— Sí, sí lo haces. No nací ayer Saskia, se que estás molesta por algo...Te conozco. — ella baja la mirada a sus manos sobre su regazo y yo me levanto de mi cama para sentarme en la suya. — Ey... — me mira. — Dime, ¿qué he hecho?

— No lo sé, Liese...Estás rara desde que llegaron los chicos. Especialmente cuando Kay está cerca.

— ¿Qué? ¡No..! — ella me alza una ceja y aprieta los labios.

— Yo también te conozco a ti, además, sabes que leo muy bien a la gente. Creo que tienes sentimientos impuros hacia él, y sabes que no puedo tener una amiga que quiera infringir las normas. — arrugo el ceño, negando con la cabeza. Miro fugazmente al baño, preocupada de que Franziska esté escuchando nuestra conversación.

— Saskia, te prometo que no tiene nada que ver con eso. Es solo que no creo que sea trigo limpio, te lo dije desde el principio.

— ¿Y a qué vino el bofetón y después seguirlo? — su mirada es acusadora. Odio que me mire así.

— ¡Se estaba metiendo con nuestra religión!

— ¿Y por qué santos no lo reportaste a la instructora? ¡Meterse con la religión es motivo de castigo!

— ¡Porque...! — freno en seco, sin saber qué decir. Tiene razón, una de las normas es respetar al cien por cien la religión. Debería haberle reportado, pero por alguna razón no quiero que le hagan daño. — No lo sé...

— ¿Lo ves? No te reconozco. — Saskia sacude la cabeza y deja de mirarme, con una expresión de decepción en su rostro.

— Oye, lo siento, ¿vale? — le sujeto las manos y ella vuelve a mirarme. — Te prometo que si vuelve a decir algo parecido se lo comunicaré inmediatamente a la instructora, ¿de acuerdo? — ella parece meditarlo unos segundos y después asiente. — ¿Amigas? — ella sonríe y seguidamente me da un abrazo.

— Yo también te he echado de menos.

KAY

22:00

PecadoresWhere stories live. Discover now