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Mina y Chaeyoung se encontraban fundidas en un abrazo muy particular que las llenaba de un sentimiento un poco extraño.
Mina yacía con su rostro escondido en el cuello de la menor aspirando el aroma de este, un dulce aroma a fresas que la volvía loca, mientras que respiraba el olor a vainilla y coco que tenía el cabello de la japonesa.
Un conjunto de aromas que amaban, pero entonces algo rompió la tranquilidad de ambas enamoradas.
Chaeyoung abrió los ojos y vio a una persona totalmente de negro mirándolas fijamente desde el principio del callejón, el cuerpo de la coreana se tensó y abrazó con más fuerza el cuerpo de su novia.
Siwon las miraba con una mueca de asco mientras emprendía una caminata lenta y tortuosa hacia la pareja, en silencio. La pelirosada miró los ojos oscuros de aquel tipo y le suplicó con la mirada que no les hiciera nada, pero el hombre no iba a dar su brazo a torcer.
Si él no era poseedor completo del cuerpo de Mina, nadie lo sería y por eso iba a pagar con su vida. El hombre de mirada fría y movimientos bruscos, sacó su pequeño revolver y las apunto decidido.
La menor abrió los ojos como platos y tembló levemente, no podía estar pasando de nuevo.
Mina: ¿Amor? - habló la castaña tratando de separarse del abrazo pero la menor no se lo permitió - ¿qué sucede? - preguntó comenzando a preocuparse.
Siwon al escuchar la voz de su hijastra se tensó y su cuerpo se llenó de rabia, ¿por qué esa pequeña zorra estaba hablando con tanta naturalidad? eso no lo iba a permitir, quitó el seguro de la pistola y puso su dedo en el gatillo, poniendo una sonrisa que heló la sangre de la coreana.
Chaeyoung: No me sueltes, Minari... - murmuró acariciando la espalda de su novia.
Con su mano libre, Siwon hizo un gesto de despedida abrió fuego sin pensarlo mucho y como si fuera un deja vu, Chaeyoung giró sobre su cuerpo quedando como un escudo humano y cerro los ojos sintiendo como la bala le traspasaba la piel de su espalda.
Siwon: ¡Maldición! - exclamó enojado y salió huyendo del lugar.
Su propósito era terminar con la japonesa, no con esa pelirosada entrometida, pero de alguna forma estaba satisfecho ya que su hijastra no volvería a ser feliz.
El cuerpo de la coreana se debilitó en los brazos de Mina y poco a poco fue descendiendo hasta quedar de rodillas en el suelo, su respiración era rápidamente en un intento de calmar el dolor que le provocaba la herida de la bala.
Mina estaba estupefacta, parada ahí con la mirada perdida hasta que un quejido de Chaeyoung la hizo reaccionar.
Mina: ¡Chaeyoung! - gritó poniéndose a la altura de una débil chica que la miraba con una pequeña sonrisa.
Chaeyoung: Te prometí que iba a protegerte con mi vida y lo cumplí, un poco pronto para mi gusto - sonrió y tosió escupiendo un poco de sangre - pro-prométeme que vas a seguir con tu vida, que no dejarás de sonreír porque... porque tu sonrisa ilumina los días grises... yo te juro que donde quiera que esté, voy a estar cuidándote - susurró y fue cerrando los ojos mientras lágrimas caían lentamente - te amo para siempre, pinguina - y dando un último aliento, cayó en el sueño eterno.
