Capítulo 45

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Me desperté en una gruesa colcha de plumas color rosado. Mis pensamientos iban y venían conforme me daba cuenta de que no estaba en casa, y ni siquiera en mi propia casa. A lo lejos, quizá tras la puerta que me mantenía encerrada en la habitación repleta de Pósters de Robert Pattinson y de viejas portadas de Vogue, sonaba débilmente una canción de Paramore en el reproductor. Entonces lo entendí. Estaba en casa de Meg.
Entonces, de repente, todos los acontecimientos de ayer comenzaron a fluir libremente por mi cerebro, haciéndome apretar los párpados con fuerza y llevarme una almohada con olor a Splash de frutas a la cara, ahogándome. Me di la vuelta, y me di cuenta de que mi respiración era superficial, y que no disponía de mi inhalador ahora mismo. Se me había ocurrido dejar el bolso en casa cuando... cuando salí de pelear con Justin.
Lo recordé inmediatamente. Su rostro rojo de furia y sus ojos tintineando de luz. Su labio inferior hinchado y temblando. Mis pasos resonando fuera mientras bajaba las escaleras y el aterrador sonido de mis palpitaciones bombeando fuertemente contra mi pecho. Incluso ahora, mi respiración se sentía mojada en mis oídos.

Yo le había dicho que lo odiaba, y luego me di la vuelta sin reconocerme a mí misma. Antes de eso, había permanecido inmóvil contra la pared de cemento roído en el mismo almacén donde Smith había sido asesinado justo frente a mis ojos. Y si Smith era el anónimo... ¿eso significaba que ya no volvería a recibir más notas? ¿Y que todo esto se había terminado?
Mi cabeza latía. Había recibido una agria noticia por parte de los labios de Smith, también. Cyrus quería matar a Justin, y lo había enviado ahí para hacerlo. ¿Cómo reaccionaría ahora que seguramente sabía que él estaba muerto? ¿De qué otra manera podría intentar hacerle daño a Justin, o lo haría él mismo?
Pero yo no dejaría que él le hiciera algún daño. Después de todo, yo seguía siendo su hija, y tendría que lastimarme a mí también.

Sacudí la cabeza con amargura. Me sentía como en una sesión de psicología inversa conmigo misma. Me senté en la cama con dificultad, y entonces ahí estaba Megan, alisando su camiseta Abercrombie azul desteñida con las manos.

-¡Hey! -ella sonrió, y se dejó caer sobre su trasero en la cama, dando pequeños saltos también, riendo.
-Hey -musité débilmente. Sentía mis ojos hinchados y apostaba a que lucía horrenda.
-¿Ya estás mejor? -ella preguntó.
-Claro -mentí. Aunque sí, bueno. Una parte de mí estaba contenta de haberme librado de Smith. Pero la otra parte de mí, no tenía ni idea de qué hacer con respecto a Justin. Y ni siquiera sabía si lo que habíamos tenido fue una pelea real.
-Qué bien -sonrió de oreja a oreja. -Ayer tuve que dejarte aquí, ¿sabes? Lloraste toda la noche.
-Yo... lo siento -me encogí de hombros, sintiéndome muy pequeña y patética de repente.
-Hombre, ¿por qué te disculpas? -ella abrió sus ojos. -Somos mejores amigas, duh.
-Sí -intenté sonreír, pero tan sólo terminé bostezando
-Escucha, um... -suspiró, haciendo una mueca de esfuerzo. -Alguien está aquí y quiere verte.
-¿Dónde está tu mamá?
-Ah -hizo una mueca. -Se fue de vacaciones a Europa hace como dos días. Vamos.
-Pero yo... acabo de despertar.
-No importa. Sólo tomará un momento. Además, yo sé que tú vas a amaaaaaar esta visita -sonrió. ¿Qué estaba escondiendo? Sacudí mi cabeza con amargura y me levanté de la cama tambaleándome.
-Bien -grazné, escuchando más fuerte y clara la música de Paramore ahora que había salido. Las escaleras de la casa de Meg eran rectas hacia abajo, y el barandal era totalmente blanco, de algún material pulido que era delicioso tocar y tocar. Sentías como que acariciabas marfil con los dedos.
Ella se situó justo a mi lado, bajando las escaleras a trompicones mientras yo intentaba no ver doble.
Y entonces, cuando me senté en una de las sillas de madera del comedor de Megan, ahí estaba él, observándome, con sus ojos hinchados y sus perfectos labios entreabiertos.

-___ -él musitó. Me aclaré la garganta y me estremecí de frío, metiendo mis manos entre mis rodillas. Miré a Megan, y ella se sacudió inconscientemente, moviéndose atolondradamente.
-Oh, yo... lo siento -rió con nerviosismo. -Voy a preparar chocolate caliente, o... cualquier otra cosa que se me ocurra -ella sonrió, y salió disparada hacia la cocina. Sin embargo, yo sabía que ella se mantendría escuchando.
El reproductor seguía sonando a un lado de la alejada cocina, pero no era tan fuerte como para ocultar el sonido de nuestras respiraciones.
-Te traje esto -musitó, sacando del bolsillo delantero de sus pantalones mi iPhone. Lo acercó con sus dedos, hasta que lo empujó suavemente hacia mí, y yo apenas pude mirarlo.
-Ah... Claro. Um, gracias -musité.
Escuchaba el aire seco de Arizona golpetear contra las ventanas de la casa espaciosa y ecoica de Megan, lo que me hizo pensar y preguntarme si ella estaría escuchando todo. "Por supuesto que sí".
La música del reproductor cambió a cierta canción de The Beatles que mis padres solían cantar juntos cada fin de semana cuando regresábamos de la playa en el coche. En la misma época perfecta de mi vida que ahora se había desvanecido por completo, y que ahora me parecía que nunca me había pertenecido a mí, sino a cualquier otra chica.

Lost | Adaptada | Justin Bieber y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora