Capítulo dos

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La Selección [1/2]

Los sueños de Ji Sung en su mayoría eran tranquilos, cálidos, refrescantes. Muy pocas veces se presentaban recuerdos de su infancia o pesadillas. Este caso era diferente, era una sueño empapado de caos, acción y adrenalina.

Ji Sung era uno de los mejores guerreros de la dinastía y fue mandado, junto con otros guerreros, a una importantísima misión. Su misión era proteger al imperio de las fuerzas enemigas que amenazaban con arrebatarles sus tierras. Habían capturado a sus compañeros y Ji Sung estaba en camino, liderando a su tropa, para su rescate. En sus sueños, Ji Sung era un Beta hinchado de coraje, valentía y grandes músculos, no era un Omega suave y delicadito, no señor.

En pleno atardecer, Ji Sung cabalgaba a la cabeza del pelotón montando su fiel corcel, no les faltaba mucho para llegar a territorio enemigo. De repente, los caballos comienzan a relinchar espantados queriendo dar la vuelta, Ji Sung está confundido, se gira observando a su pelotón buscando respuestas pero al no encontrar indicio de alguna vuelve a mirar al frente. Hay algo que se escabulle entre las barreras del pueblo enemigo, suelta un rugido feroz que hace retumbar la tierra, los caballos están incontrolables, entonces lo ve. Un reptil gigante. Un dragón. El dragón sale de las sombras y se enfrenta a los enemigos del pueblo, suelta rugidos que los aturden. Uno de los guerreros anuncia la retirada y todos dan la vuelta, excepto Ji Sung.

Ji Sung se mantiene ahí observando los ojos del dragón, rojos como rubíes, llameantes como el fuego. Hermosos y aterradores. Entonces se decide, saca su espada y con la mirada llena de disposición reta al dragón, el dragón acepta el duelo. Espera unos segundos, da un par de bocanadas, hasta que finalmente le indica a su caballo correr hacia la temible bestia, escucha como llaman a su nombre pero el sólo tiene una cosa en mente: acabarlo. Siente el viento golpear en su cara, el dragón ruge y corre hacia el muchacho, Ji Sung empuña su espada con fuerza. Esta cada vez más cerca, más cerca...

—¡Orabeoni! —Abrió los ojos. El dragón que estaba por combatir desapareció y en su lugar fueron puestos un par de pies de otra especie de bestia, volvió a cerrar los ojos. Házte el muerto Ji Sung, tal vez así se vaya más rápido— ¡Levántate, renacuajo! —ordenó la chica saltando sobre el futón, Ji Sung no se inmutó— Mamá quiere que te levantes porque iremos al centro a escuchar quienes fueron seleccionados —Una razón más para que Ji Sung no se moviera. Hye Sung se cansó de insistir y, al no pensar otra cosa, propinó una patada a su hermano haciendo que se doblara de dolor, Ji Sung le lanzó a su hermana una mirada asesina.

—¡Te voy a enterrar diez metros bajo tierra, pedazo de...! —comenzó a amenazar levantándose de su futón para corretear a Hye, quien empezó a gritar mientras escapaba por la habitación.

—¡Ji Sung-ah, deja de perseguir a Hye! —bramó su madre cuando llegaba a la habitación, Hye pronto vio la oportunidad para esconderse detrás de ella.

—¡Ella empezó!

—¿No ves acaso que la niña ya es lo demasiado torpe como para que la persigas? Se puede caer y romper el cráneo, no quiero sangre sobre mi alfombra.

—¡Mamá!

Ji Sung rió, Hye sólo le sacó la lengua.

—¡Aigoo! ¿Por qué no estás vestido todavía? Pronto nombrarán a los seleccionados.

•••

La MigraciónWhere stories live. Discover now