Capítulo diez

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Día 7

A unas pocas horas, las montañas se levantaban empoderadas sobre ellos, tan altas y temerarias. El grupo daba continuación a su recorrido como lo habían hecho la última semana.

Los migrantes sobrevivieron por su cuenta a base de la caza y la recolección, aprendieron a ser vagos andrajosos de la prehistoria y confiar en sus instintos. Fueron animales, depredadores, uno con la naturaleza en el proceso de descubrimiento de uno mismo. Hubieron quienes encontraron cosas sorprendentes en su lado animal: el uso de la razón, estrategia, liderazgo, protección, compañerismo, todo aquello era lo que los tenía ahí en esos momentos.

Ocurrieron grandes cambios durante ésta; parejas se unieron, se intercambiaron, se enamoraron y se separaron. La gente solía especular en el pueblo que terminar siendo de los que se quedan solos era de los más deprimente. Algunos se daban cuenta de ello.

Chang Bin, quien parecía un soldado imperturbable caminando recto con su kasa sobre la cabeza, pensó que aquello no importaba realmente, que eso sería lo mejor. ¿Por qué no se siente así? Acostumbraba a estar solo la mayoría del tiempo cuando no estaba con el equipo de kendo o cuando no tenía a Hyun Jin rondando a su lado, esta vez estaba solo y era diferente. Algo le faltaba. Le faltaba un par de risas infantiles, un cabello rubio, un aroma reconfortante, un parloteo incesante a su lado, una sonrisa brillante, un chico enganchado a su brazo. No debía extrañar tanto a Felix, pero lo hacía.

Min ho y Felix caminaban abrazados el uno al otro compartiendo una manta. Hablaron de lo que pasó en detalle entre ellos y sus parejas, pero no habían discutido a grandes rasgos qué pasaría una vez lleguen a las montañas, que por cierto, estaban a la vuelta de la esquina. El mayor no podía evitar observar a su ex pareja de vez en vez sobre su hombro, Ji Sung estaba hasta el final de todo el grupo, solo.

—Todavía quieres ir con él, ¿cierto? —le había dicho Lix de manera que sólo él pudiera escuchar.

—No tiene caso —respondió rápidamente—, ya sabes lo que dijo, prefiero no molestarlo.

—¿No pueden ser al menos amigos?

—Preferiría que no fuera así, Lixie, tal vez sería más fácil olvidarlo.

Olvidar.

Inclusive Felix sentía aguijones clavarse en su pecho con aquella declaración. No llevaron muchos días juntos durante el recorrido, pero apenas se reecontraron sabía que entre ellos había una chispa especial. La manera en la congeniaban, en la que se sentían cómodos el uno con el otro, en la que se lanzaban miradas mientras el otro no se daba cuenta. No era tanto, pero era mejor que nadie leyendo lenguaje corporal, y el cuerpo decía más que las palabras.

—Pero, tal vez cuando regresemos...

—Olvídalo, Yong Bok, no sucederá —terminó por decir retraído, su voz teñida de decepción.

El chico arrugó las cejas, no le gustaba ver a su amigo de esa forma. Es verdad que Min Ho era todo un casanova incluso desde antes de adelgazar, pensó que pudo ser el mismo sentimiento de constante rechazo lo que le hacía buscar algo que llenara ese vacío con los demás, pero pronto se dio cuenta de que no era así. Él vio en Ji Sung lo que en otras personas no, algo que le impulsaba a seguir tratando, algo que le llamaba más allá de lo platónico. Su amigo era un tonto y empedernido enamorado. Estaban a muy poco de las montañas, pero eso no significaba que todo había terminado, apenas era el comienzo.

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